En Baiona, en la provincia gallega de Pontevedra, fueron los propios vecinos quienes anoche, manguera en mano, se lanzaron a sofocar un descomunal incendio. El fuego podía verse desde distintos puntos de una comarca acosada por las llamas. Al igual que este, el de Mijas (Málaga), también es visible desde varios puntos de la provincia.
Las llamas, como se puede ver, estuvieron tan cerca de las casas que tuvieron que desalojar ocho viviendas, una de las cuales se quedó a tan solo cinco metros de convertirse en cenizas.
Ni el calor ni el viento ayudaron y fue éste último el que complicó la situación e hizo que se quemaran 50 hectáreas. Por fortuna, todo quedó en un susto y no hay que lamentar daños humanos ni materiales. Eso sí, tuvo en jaque a las brigadas forestales.
Los vecinos respiran tranquilos después de comprobar la proeza que consiguieron. El incendio se encuentra en estos momentos controlado tras la actuación de ellos y de los servicios de extinción.
De este modo, las ocho familias afectadas han podido regresar este mismo viernes a sus domicilios.
El alcalde del municipio pontevedrés, Carlos Gómez, destaca que "se ha actuado rápido y no tenemos que lamentar ningún daño de tipo personal ni material".
Aunque en un principio se pensó que podría estar detrás la mano del ser humano, todo apunta a que fue un rayo el que provocó el fuego. El propio Gómez apuntaba horas antes a la posibilidad de que fuera intencionado, si bien aclaraba que "hay que dejar que los expertos hagan su valoración".
"Gracias a Dios solo fue esta zona. Si llega a ir para allá arriba la lía a lo grande", afirma un ciudadano. Todos los vecinos, pese a haber vuelto a sus casas, están vigilantes por si el calor y el viento reavivan algún rescoldo.