Los servicios de extinción siguen trabajando para intentar sofocar el que ya es el mayor incendio forestal del siglo XXI en España, el de la Sierra de la Culebra en Zamora. Las llamas, ya en nivel 1 de alerta, han arrasado 30.000 hectáreas. Los vecinos aseguran que las llamas han traído la "ruina absoluta" a la zona y que se podría haber evitado.
La zona de la Sierra de la Culebra, Zamora, presenta un paisaje negro por la voracidad de las llamas que han destrozado un paraje natural. Un desastre medioambiental para el que empiezan a pedirse responsabilidades.
“Está todo arrasado, mires por donde mires está todo negro”, ha descrito a Efe Ana, de Ferreras de Arriba, que además es portavoz de un grupo vecinal de los municipios afectados articulado a través de las redes sociales con el fin de demandar soluciones al desastre y “lo primero, declararlo zona catastrófica”.
La Diputación de Zamora también se ha sumado a esta petición. Argumentan que la mitad de las 30.000 hectáreas calcinadas son zonas arboladas, tanto de pinares de aprovechamiento micológico como castaños centenarios y bosques con atractivo turístico, refugio del lobo ibérico y otras especies.
“Contra una desgracia así es difícil luchar, pero si hubiese habido una política medioambiental en condiciones habrían sido bastante menos de las 30.000 hectáreas calcinadas”, ha argumentado la portavoz del grupo “La Culebra no se calla”.
Conseguir indemnizaciones por los daños y establecer una hoja de ruta con soluciones y alternativas para la zona en la que se dé prioridad a la repoblación con especies autóctonas son algunas de las propuestas aportadas por esta plataforma vecinal.
El incendio, que se extiende por un perímetro de más de 120 kilómetros, ha llegado en una época de cría y reproducción de especies que agranda aún más las consecuencias desde el punto de vista de la biodiversidad.
En el territorio carbonizado estaban asentadas ocho manadas de lobos, por lo que se han podido perder las crías de tres o cuatro manadas.
No menos importante es la pérdida desde el punto de vista de la flora y, especialmente, de la riqueza micológica de un territorio en el que hasta el incendio abundaban los boletus edulis y los boletus pinícola, que además constituían una importante fuente de ingresos económicos para la población local con el agravante de que el boletus pinícola es una especie que no sale hasta 50 o 60 años después de plantarse los pinares.
La catástrofe medioambiental ha planteado el debate sobre cambiar el modelo forestal para dar más protagonismo a robles, alcornoques o madroños en vez de una especie muy pirófita como el pino.
Ya se han comprometido las primeras ayudas a través de la Junta de Castilla y León, que ha anunciado créditos a coste cero para empresas, autónomos y pymes afectados por el incendio, mientras que Caja Rural de Zamora ha habilitado 30 millones para ofrecer financiación a los damnificados en “condiciones especialmente favorables”.
Además, el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Miteco), la Junta de Castilla y León y los ayuntamientos han comenzado a planificar las obras más urgentes que es necesario acometer en la zona devastada, tanto de lucha contra la erosión y el arrastre de cenizas como de infraestructuras hidráulicas de abastecimiento.