Si te preguntas cómo saber si tienes una infección vaginal, probablemente se deba a que notas ciertos síntomas fuera de lo habitual. Muchas veces pueden producirse cambios que tienen que ver con el ciclo menstrual y que, por tanto, se encuentran dentro de lo normal. Pero es muy frecuente que, en algún momento de nuestra vida, aparezca alguna anomalía que deba ser tratada.
Un ejemplo es la famosa Candidiasis, una infección provocada por una bacteria que se encuentra de forma natural en esta zona. Hay otros casos de infección vaginal frecuentes y, aunque lo normal es que no se trate de algo peligroso, lo mejor es visitar a tu ginecólogo si notas determinados síntomas. Toma nota de estas señales que alertan de una posible infección vaginal.
Las infecciones vaginales consisten en una irritación o inflamación en la zona de la vagina y suelen relacionarse con una alteración en el pH del área vaginal, aunque existen otros posibles motivos. Tal y como explica Durex, esta irritación puede ir acompañada de picores e incluso de dolor. Por eso, en caso de que experimentes estos síntomas y molestias, lo mejor que puedes hacer es acudir a un ginecólogo para determinar el origen de la infección, en caso de que exista, y tratarla adecuadamente.
Las causas más frecuentes de infección vaginal son las siguientes:
Una buena alimentación, hacer ejercicio y, en definitiva, mantenernos sanos y con las defensas altas nos ayudará a evitar este tipo de infecciones, aunque lógicamente es importante protegernos para evitar las que puedan proceder de contacto sexual. Factores como los cambios hormonales, medicamentos como antibióticos o esteroides, así como el uso de productos de higiene íntima femenina (como los desodorantes vaginales) o los lavados vaginales, pueden incrementar el riesgo de contraer alguna infección.
En cuanto a los síntomas más frecuentes de infección vaginal, el principal es el picor o quemazón en la zona, pero también alteraciones en el flujo vaginal (cantidad, color, olor, textura...), dolor (durante las relaciones sexuales o incluso sin ellas), manchado o sangrado vaginal leve, así como dolor agudo al orinar. El tratamiento variará en función del origen de la infección: evita automedicarte y acude siempre a un profesional para identificar la causa concreta y descartar posibles ETS.
Por último, para reducir el riesgo de sufrir este tipo de infecciones, evita el uso prolongado de tampones o compresas, usa un jabón con un PH neutro para la zona y evita desodorantes vaginales o geles perfumados. No hagas lavados vaginales, ya que podrás provocar desequilibrios bacterianos, y usa siempre preservativo en tus relaciones sexuales.
Además, es recomendable elegir prendas que transpiren, como las de algodón, tanto para tu ropa interior como para el resto de prendas, así como evitar la humedad prolongada en la zona (por ejemplo, durante el verano con el uso de ropa de baño). Los pantalones muy ceñidos son tus grandes enemigos, así como las prendas sintéticas que no transpiren y faciliten la acumulación de humedad en la zona. La higiene frecuente también es clave, respetando siempre el PH de la vagina. Si estás en tratamiento con antibióticos, consume probióticos para compensar.