Investigadores de la Universidad Rutgers (Estados Unidos) han explicado cómo diferenciar entre Síndrome Inflamatorio Multisistémico Infantil (MIS-C), COVID-19 y enfermedad de Kawasaki en los niños, teniendo en cuenta que la exposición al SARS-Co-V2, el virus que causa la COVID-19, puede hacer que niños y adolescentes, por lo demás sanos, corran el riesgo de padecer MIS-C, una afección pediátrica poco frecuente pero que puede poner en peligro la vida del paciente y que puede causar una inflamación grave en órganos como el corazón, el cerebro, los pulmones, los riñones y el sistema gastrointestinal.
El diagnóstico y el tratamiento del MIS-C es difícil porque los síntomas respiratorios y gastrointestinales pueden ser similares a los del COVID-19 grave. Otras características del MIS-C son muy similares a la enfermedad de Kawasaki, que provoca la inflamación de los vasos sanguíneos.
En un estudio publicado en la revista 'The Journal of the American Medical Association', este equipo de investigación analizó a 1.116 personas menores de 21 años hospitalizadas entre marzo y octubre de 2020 con síntomas que podrían haber sido causados por cualquiera de estos trastornos y comparó sus resultados clínicos y de laboratorio para determinar cómo diagnosticar con mayor precisión la MIS-C.
El MIS-C es un fenómeno nuevo en pediatría. Se produce en asociación con la infección por SARS-CoV-2, pero los síntomas pueden retrasarse varias semanas en niños que tienen COVID-19, la enfermedad resultante del virus, pero que son asintomáticos.
Para complicar el diagnóstico, los síntomas de MIS-C también son similares a los de la enfermedad de Kawasaki, la principal causa de cardiopatía adquirida en los niños. Aunque los síntomas son similares, las posibles complicaciones, los tratamientos y los resultados pueden ser diferentes. Si podemos distinguir mejor estas enfermedades, mejorará el tratamiento y el seguimiento.
En general, los niños con MIS-C tienden a enfermar más que los que padecen COVID-19 aguda, ya que hay más órganos afectados. Mientras que los niños con COVID-19 aguda pueden tener síntomas respiratorios y gastrointestinales directamente relacionados con el virus, la MIS-C parece ser una respuesta inflamatoria a la infección que se produce varias semanas después, y que puede parecerse a la COVID-19.
En este estudio, el 80 por ciento de los niños con MIS-C y COVID-19 tenían cada uno síntomas respiratorios graves, pero un mayor número de niños con MIS-C presentaban una afectación de múltiples órganos, incluidos problemas cardíacos y afecciones de las mucosas, como sarpullidos o enrojecimiento de los ojos, lo que daba lugar a una presentación similar a la de los pacientes con la enfermedad de Kawasaki.
"Tengo hijos, así que entiendo el nerviosismo de los padres ante este nuevo síndrome. Si su hijo desarrolla una multitud de síntomas, como fiebres persistentes, sarpullido o parece inusualmente cansado, haga que un profesional médico lo evalúe para descartar el SMI-C. Aunque el MIS-C es una enfermedad grave, la mayoría de los niños, incluidos los que presentan síntomas cardíacos graves, suelen recuperarse en 30 días", remacha el líder del estudio, Steven Horwitz.
Aunque las complicaciones neurológicas de la COVID-19 en los niños son poco frecuentes, en contraste con los adultos, una revisión internacional de expertos ha evidenciado que las anomalías más comunes se asemejaban a patrones de enfermedad inmunomediados que afectaban al cerebro, la columna vertebral y los nervios.
Los accidentes cerebrovasculares, que son más comunes en los adultos con COVID-19, fueron mucho menos frecuentes en los niños. El estudio de 38 niños, publicado en la revista 'The Lancet', es el mayor realizado hasta la fecha sobre las manifestaciones de la COVID-19 en el sistema nervioso central (SNC) en niños.
"Gracias a una importante colaboración internacional, descubrimos que las manifestaciones por neuroimagen de la infección por COVID-19 en niños podían variar de leves a graves y que las afecciones preexistentes solían estar ausentes. La atención a los efectos neurológicos de la COVID-19 y el reconocimiento de las manifestaciones de neuroimagen que pueden encontrarse en los niños pueden facilitar un diagnóstico correcto y oportuno, mitigar la propagación de la enfermedad y prevenir una morbilidad y mortalidad significativas", explica una de las autoras, Susan Palasis, del Hospital Infantil Ann & Robert H. Lurie de Chicago y profesora asociada de Radiología de la Facultad de Medicina Feinberg de la Universidad Northwestern (Estados Unidos).
Para comprender los hallazgos de neuroimagen encontrados en el contexto clínico, los investigadores dividieron los casos en cuatro categorías de enfermedad basadas en los síntomas de los niños y los hallazgos de laboratorio. De este modo, pudieron evaluar un gran número de casos simultáneamente e identificar patrones de neuroimagen recurrentes en las fases aguda y postinfecciosa de la enfermedad.
En muchos de los casos se observó un realce anormal de las raíces nerviosas de la columna vertebral en la resonancia magnética. Este hallazgo de neuroimagen es típico del síndrome de Guillain-Barré (SGB), una enfermedad autoinmune postinfecciosa. El estudio demostró que el SGB asociado a COVID-19 puede presentarse como un proceso parainfeccioso agudo en lugar de la típica lesión neuronal postinfecciosa.
Otra observación significativa fue que el realce del nervio craneal también estaba presente con frecuencia. "Observamos que el realce anormal de los nervios no siempre se correlacionaba con los correspondientes síntomas nerviosos. Esto indica que los neurorradiólogos deben realizar búsquedas específicas de anomalías insospechadas, ya que podrían ser la pista de que la COVID-19 es la causa subyacente de la enfermedad", apunta Palasis.