Existen diferentes tipos de cansancio y, en ocasiones, la cronificación de determinadas situaciones estresantes puede acabar derivando en dolencias concretas con nombre, apellidos y tratamiento específico. Es el caso del síndrome de burnout, patología que hace referencia a un estrés laboral prolongado y estable en el tiempo que provoca un agotamiento generalizado. Como dolencia específica, existen síntomas concretos que se asocian con este síndrome, así como consejos y pautas específicas para tratarlo. La mejor receta es, lógicamente, buscar la manera de reducir nuestra carga de trabajo o de evitar los problemas que existan en nuestro entorno laboral, aunque a veces no se trata tanto de un problema externo como de una mala gestión de tiempo por nuestra parte, una baja tolerancia a determinadas situaciones...
Tal y como recuerda Quirón Prevención, el síndrome de burnout se define como la cronificación del estrés laboral que da lugar a una sensación de agotamiento generalizado. En español lo llamamos síndrome del trabajador quemado, en una traducción literal. Es, quizás, uno de los síndromes más fáciles de identificar, ya que su causa está muy clara: el estrés laboral continuado.
Además, este síndrome se relaciona con el contacto interpersonal: resulta mas frecuente entre empleados que trabajan de forma directa con clientes o de cara al público, y se asocia también con el trabajo en equipo: presencia de jefes o compañeros con los que existe mala comunicación o conflicto directo, un mal clima laboral, acoso laboral... La falta de concordancia entre las expectativas laborales del individuo y su realidad laboral también puede ser un factor clave.
En cuanto a los síntomas del síndrome de burnout, en general, quien lo padece experimenta un estado de agotamiento físico y mental que se prolonga en el tiempo y que, si no se toman medidas, puede llegar a alterar su personalidad y su autoestima. Es también frecuente experimentar una pérdida de interés hacia las áreas laborales, así como una reacción negativa hacia el entorno laboral.
Estos son, de forma más concreta, los síntomas del síndrome burnout:
El síndrome de burnout puede relacionarse con motivos externos o internos. Por ejemplo, en el caso de los motivos internos, determinadas personas presentan niveles de tolerancia a la frustración, al estrés, a la carga de trabajo... menores que otras. Además, ciertas circunstancias afectan más a unos empleados que a otros (un clima tenso, una sobrecarga de trabajo, un superior que nos trate de forma inadecuada...)
Del lado externo, por muy adaptables que seamos, un clima laboral tenso, un jefe tóxico, una mala organización, una sobrecarga de trabajo constante, la exposición a clientes complicados... son factores que pueden acabar minando a cualquiera.
Por eso es importante trabajar tanto en lo que podemos cambiar nosotros mismos como en lo que debe cambiar a nuestro alrededor. En otras palabras, tan importante es tomar decisiones laborales que mejoren nuestra calidad de vida (por ejemplo, abandonar un empleo, denunciar un acoso, pedir cambios de algún tipo o afrontar el problema) como ser conscientes de lo que nos limita y lo que debemos mejorar personalmente (una comunicación más asertiva, un tipo de vida más sano que reduzca el estrés, una mejor gestión del tiempo...).
Una reubicación del trabajador, así como un asesoramiento psicológico o acompañamiento en el puesto para rectificar los hábitos adquiridos, pueden ser clave en este proceso. De esta forma, ganan ambas partes: el trabajador, que conseguirá reconducir la situación y evitar daños en su salud, y el empleador, que contará con trabajadores más felices y, como consecuencia, más productivos.