Da igual si pasamos la mayor parte del día de pie o sentados, nuestra postura afecta al resto del cuerpo. Adoptar una mala posición de manera repetida puede causarnos dolor desde la cabeza hasta los pies, llegando incluso a causarnos lesiones inconscientemente. Además, a largo plazo, puede traernos problemas en la columna vertebral como la hipercifosis. Cambiarla es posible, aunque al principio pasa por recordarte a ti mismo continuamente cómo colocarte. Te contamos cómo hacerlo.
La base de toda buena postura es la columna vertebral. Tendemos a pensar que, por estar sentados o en la cama, nos estamos colocando bien, pero esto no siempre es así. El estrés, el sedentarismo o los hábitos que a veces nacen de otras dolencias, pueden llevarnos a sentarnos de manera errónea y eso, a larga, dispara el riesgo de sufrir molestias, que pueden ser de muchos tipos:
Nuestra columna tiene, en resumidas cuentas, tres partes: cuello, espalda y parte baja de la espalda. La clave está en alinearlas, pero sin favorecer que una de ellas aumente. Un síntoma de ello sería, la chepa. Recuérdate siempre lo siguiente: “Cabeza erguida y hombros alineados con las caderas”.
Un truco para corregir la postura es colocarte contra la pared, de espaldas, "de tal manera que la cabeza, los omóplatos y los glúteos toquen la pared, y los talones estén a una distancia de 5 a 10 centímetros", recomiendan desde Mayo Clinic. A continuación, tendrías que deslizar una mano entre la pared y la parte baja de la espalda, para comprobar que se produce una pequeña curvatura.
Esto te dirá si te estás colocando bien. Si tu mano cabe de sobra, es decir, si tienes mucha curvatura en la parte inferior de la espalda, entonces tendrás que meter ligeramente el ombligo para corregirla. Si, por el contrario, notas que apenas hay espacio entre espalda y pared, procura arquear la espalda para colocarte más recto.
Para asegurarte de que te mantienes después de separarte de la pared, buena a pasearte unos minutos intentando seguir en la postura correcta y acércate posteriormente a la pared para comprobar que nada ha cambiado. Pasarás un tiempo repitiéndote en tu cabeza “colócate”, pero a la larga lo harás de manera inconsciente.