Qué son los pensamientos intrusivos y cuándo deben preocuparnos: “A veces pienso en estrellar el coche”
Marina Pinilla
La película 'Drive'FilmDistrict
Sobre sexo incestuoso, sobre agresión a ancianos o niños, sobre la muerte… Los pensamientos intrusivos son un tabú en la sociedad, pero en realidad todos los hemos experimentado alguna vez
¿Debemos pedir ayuda? Te damos las pautas para saber cuándo los pensamientos intrusivos son algo normal y cuándo es mejor ponerte en manos profesionales
A todos nos ha pasado. Vas conduciendo tu coche y repentinamente te asalta un pensamiento que te dice: “¿Qué pasaría si dieses un volantazo y te estrellases?”. Lo mismo sucede cuando nos asomamos a una ventana o cuando cruzamos un puente. Algo dentro de nosotros nos impulsa a asomarnos y pensar “¿Y si saltase?”. Afortunadamente no lo hacemos. Al fin y al cabo, nuestro instinto de supervivencia es más fuerte que nuestra imaginación.
Lo que acabamos de describir son pensamientos intrusivos. Surgen de manera involuntaria y pueden abarcar un amplio abanico de acontecimientos. A veces se relacionan con ideas o imágenes positivas, y en ocasiones con situaciones desagradables, peligrosas o moralmente reprochables. Es en estos casos cuando nos preocupamos y nos preguntamos si hay algo mal dentro de nosotros que nos hace tener ese tipo de pensamientos.
¿Cuáles son los pensamientos intrusivos más habituales?
Hay tantos pensamientos intrusivos como personas pero, por norma general, los más habituales (y los que más suelen agobiarnos) son:
Pensamientos intrusivos agresivos. Por ejemplo, imaginarte pegando a un desconocido o, peor aun, a una persona mayor o a un niño. De repente esa idea asalta tu mente y te sientes muy culpable.
Pensamientos intrusivos sexuales. ¿Alguna vez has soñado que besas a tus padre o a tu madre? Algo similar sucede con los pensamientos intrusivos sexuales, pero en un estado de lucidez. De repente nos imaginamos manteniendo relaciones sexuales o conductas íntimas con alguien con quien nos une parentesco, amistad o simplemente una relación laboral.
Pensamientos intrusivos relacionados con conductas ilegales. Se relacionan con cualquier comportamiento legalmente castigado. Por ejemplo, “¿Te imaginas que robas en esta tienda?”.
Pensamientos intrusivos de muerte. La muerte es uno de nuestros mayores miedos y ocasionalmente aparece en forma de pensamientos intrusivos. Nos imaginamos suicidándonos de formas variadas, como en un accidente de tráfico, saltando al vacío, ahogándonos, etc. ¿Significa esto que queramos morir? En absoluto.
Pensamientos intrusivos de conductas moralmente reprochables. Se relacionan con situaciones mal vistas como ser infiel a nuestra pareja, mandar a la mierda a nuestros padres o rayarle el coche a un jefe.
¿Por qué nos angustian tanto los pensamientos intrusivos?
No nos agobia pensar “¿Y si me tocase la lotería?”, “¿y si aprobase una oposición?” o “¿y si me encontrase a un famoso en una fiesta y se enamorase de mí?”, pero también son pensamientos intrusivos que surgen de la nada. Lo que nos genera ansiedad es cuando por nuestra cabeza aparecen imágenes o ideas relacionadas con la agresión, el sexo no deseado, la ilegalidad, la muerte o cualquier conducta catalogada como inmoral.
Desde pequeños aprendemos que todas estas situaciones son indeseables y las guardamos en una especie de caja fuerte mental. El problema es que nuestro cerebro no es como un banco y los pensamientos no se pueden encerrar. A veces surgen de la nada y cuando eso sucede, cometemos tres errores:
Creemos que pensar en algo aumenta la probabilidad de que eso suceda. Por ejemplo: “Deja de pensar que vas a dar un volantazo al coche, porque como sigas así lo haces”.
Creemos que pensar algo es tan malo como hacerlo. Por ejemplo: “Qué asqueroso eres por imaginarte besando a tu prima”.
Creemos que podemos controlar nuestros pensamientos de forma férrea. Por ejemplo: “¿Por qué no puedo parar de pensar en la muerte si estoy intentando quitar ese pensamiento de mi cabeza?”.
Es importante entender los pensamientos como lo que son: actos mentales que no tienen valor alguno más allá del que le queramos dar. Ni tienen la capacidad de alterar la realidad (¡no somos Bruja Escarlata!), ni nos convierten en seres horribles, ni son controlables al cien por cien.
¿Cuándo son preocupantes los pensamientos intrusivos?
Teniendo en cuenta que todas las personas tenemos pensamientos intrusivos, no tiene sentido que los consideremos como algo patológico. De lo contrario, las consultas de los psicólogos estarían llenas. En realidad suelen ser benignos o, en otras palabras, normales y corrientes.
La gran pregunta es, ¿puede un pensamiento intrusivo írsenos de las manos? Para responder a esta pregunta, debemos fijarnos en varias señales de alarma para pedir ayuda profesional:
Los pensamientos intrusivos consumen la mayoría de tu tiempo. Si todo el día estás experimentando pensamientos intrusivos, puede ser útil la terapia psicológica.
Los pensamientos intrusivos generan en ti malestar. Cuando aparecen te sientes muy nervioso, culpable, ansioso o triste, y estas emociones no desaparecen. Puedes pasarte todo el día mal o incluso semanas.
Los pensamientos intrusivos afectan a otras áreas de tu vida. Por ejemplo, impidiéndote trabajar o estudiar, distanciándote de tus amigos, empeorando tu relación de pareja, etc.