Cristina tiene terrores nocturnos: "Una noche rompí una lámpara y me corté sin ser consciente"
Los terrores nocturnos son un trastorno del sueño que se caracteriza por despertares brucos acompañados de gritos, lágrimas, palpitaciones, hiperventilación y a veces golpes y patadas
Cristina tiene 25 años y se puso en manos profesionales tras cortarse la mano en un episodio de terrores nocturnos: “Con el confinamiento volví a tener episodios de despertarme en mitad de la noche chillando, llorando y atacada”
Una psicóloga explica cuál es el tratamiento de los terrores nocturnos: hallar el origen, convertir nuestra habitación en un entorno agradable y realizar despertares programados
¿Alguna vez te has despertado en mitad de la noche por una pesadilla? Imagínate que te sucede lo mismo, pero sin recordar siquiera lo que estabas soñando. Solo sabes que estás aterrado, que el corazón parece a punto de estallar y que las gotas de sudor se resbalan por tu frente. Esta incómoda situación tiene nombre y apellidos: terrores nocturnos.
Los terrores nocturnos son un trastorno del sueño que afecta a aproximadamente 2% de los adultos, y hasta a 6% de los niños. Como vemos, es más habitual en la infancia, pero no se sabe el porqué.
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Concretamente el pico de máxima prevalencia es entre los 2 y los 3 años. Después, poco a poco van disminuyendo, aunque pueden resurgir al final de la adolescencia y la etapa universitaria. Una hipótesis de este hallazgo es que los terrores nocturnos pueden deberse a estrés.
¿Qué son exactamente los terrores nocturnos?
Como acabamos de mencionar, son un trastorno del sueño que se caracteriza porque la persona repentinamente se despierta atemorizada. Además, ese despertar tan brusco puede acompañarse de los siguientes síntomas:
- Al despertar, se produce un grito muy agudo. No es solo por miedo, sino que se ha relacionado con una contracción involuntaria de la epiglotis.
- La persona se queda sentada en la cama con la mirada perdida, pero sin reaccionar.
- Los ojos se quedan fijos en un punto, muy abiertos y con las pupilas dilatadas.
- La respiración y el pulso se encuentran acelerados.
- En casos extremos, puede dar patadas, puñetazos o golpes al aire. Es importante tener esto en cuenta, porque si hay objetos de cristal cerca (un vaso, un marco de fotos, un jarrón…) puede romperlos y provocarse cortes.
Curiosamente, la persona no está del todo despierta. Es más, si le hablas probablemente ni te mire o tarde un rato en reaccionar. Además, cuando consiga recobrar la consciencia, apenas recordará lo sucedido. Y si le preguntas por lo que ha soñado, no lo tendrá muy claro.
¿Son los terrores nocturnos un tipo de pesadillas?
Cabría pensar que al despertarse con tanta angustia, la persona haya experimentado una pesadilla. Sin embargo, esto no es así. Los terrores nocturnos, las pesadillas o las parálisis del sueño son totalmente diferentes.
Los terrores nocturnos se producen cuando llevamos relativamente poco tiempo dormidos. En palabras técnicas, se dice que tienen lugar en el primer tercio de la noche. Esto no es arbitrario, tiene una explicación y es que se producen durante la fase de ondas lentas del sueño.
Esta fase se caracteriza por un sueño muy profundo cuya función es regenerar el cerebro y facilitar el descanso. Por eso es tan difícil despertarnos en este momento y si lo hacemos, nos sentimos confusos.
En cambio, las pesadillas se producen en momentos más tardíos de la noche o incluso antes de despertarnos por la mañana. Concretamente, tienen lugar durante la fase de sueño REM.
La fase REM se caracteriza por una alta actividad cerebral, pero una inhibición muscular. Soñamos, pero estamos paralizados. Lo único que se mueve son nuestros ojos, de ahí el nombre de fase REM o rapid eye movement (movimientos oculares rápidos en español).
Al despertarnos tras una pesadilla o un sueño placentero en plena fase REM, recordaremos a la perfección lo que estábamos soñando. Más de uno incluso querría volverse a dormir para retomar la historia justo en el punto en el que la dejó.
¿Cuándo pedir ayuda?
Si padeces terrores nocturnos y no sabes si pedir ayuda, hay algunas señales de alarma que indican que debes ponerte en manos profesionales:
- Sufres terrores nocturnos de forma muy habitual.
- Descansas muy mal y al día siguiente te sientes agotado.
- La situación está afectando a tu pareja, familia o compañeros de piso.
- Los terrores nocturnos ponen en riesgo tu salud física, ya que te das golpes y te despiertas con moratones, heridas o dolor.
Todas estas señales de alarma fueron las que animaron a Cristina, una joven de 25 años, a ir al médico y pedir ayuda.
“Los terrores nocturnos no son algo nuevo para mí, pero yo nunca supe que se llamaban así”, confiesa. Durante su infancia, padeció varios episodios esporádicos, normalmente en momentos de estrés, pero siempre se quedaban en una anécdota aislada y por eso su familia jamás le dio importancia. “Cuando tenía exámenes me daban más, pero luego ya no me volvían a dar en meses”.
A raíz del confinamiento, 2020 fue un año especialmente duro para Cristina. “Al principio lo pasé muy mal y luego, después de verano, como que volví a tener un bajón”, relata. La falta de actividad al aire libre, no ver a su familia y la inseguridad laboral provocaron en ella un estado de nerviosismo que afectó a su calidad de sueño. “Volví a tener episodios de despertarme en mitad de la noche chillando, llorando y atacada”.
El punto de inflexión sucedió cuando Cristina, sin ser consciente, se cortó con la bombilla de la lámpara de su mesilla. “A veces daba golpes a mi novio y no recordaba nada, y además el no me lo decía para no hacerme sentir culpable. Si hubiese sabido que era tan grave, yo creo que habría ido antes al médico. Pero ya el momento en el que dije basta fue cuando me hice sangre una noche porque de un golpe rompí la lámpara y la bombilla. Tú imagínate despertarme y ver eso. Me dio un ataque de ansiedad”, comparte.
Tras pedir ayuda profesional, Cristina se dio cuenta de que el origen de los terrores nocturnos era estrés y ansiedad provocada por la situación sanitaria.
El tratamiento de los terrores nocturnos
Como acabamos de ver, en casos en los que se asocian a estrés lo fundamental es encontrar el origen. Puede ser ansiedad laboral, problemas de pareja, conflictos con amigos, nervios por los exámenes o, ahora mismo, fatiga pandémica. Cualquier estresor tiene la capacidad de afectar a nuestra calidad del sueño y provocar desde pesadillas hasta terrores nocturnos o episodios de sonambulismo.
Una vez se ha identificado el origen de los terrores nocturnos, lo ideal es trabajar en terapia psicológica esa ansiedad.
Por otro lado, hay algunas recomendaciones para las personas con terrores nocturnos:
- Elimina cualquier objeto peligroso de la habitación.
- Intenta mejorar las condiciones ambientales de tu habitación. Nada de luz, nada de ruido y nada de temperaturas extremas.
- Evita cenar abundantemente y elimina la cafeína y las bebidas azucaradas de tu dieta (al menos a partir de la hora de comer).
Finalmente, una técnica que puede ser útil a corto plazo es la de despertares programados. Consiste en registrar la hora a la que suelen producirse los episodios de terrores nocturnos, y despertarse aproximadamente 10 o 15 minutos antes.
Por ejemplo, si sueles tener un terror nocturno a las 2 de la mañana, puedes poner un despertador a la 1:45. De esta forma, reinicias el ciclo de sueño y evitas esta molesta situación.