¿Te gusta alguien con un trastorno mental? Lo que debes hacer y lo que no para que la otra persona se sienta cómoda
Marina Pinilla
Película 'Loco por ella'NETFLIX
Cuando tu crush te dice que padece un trastorno mental, es posible que te quedes en blanco: “Nadie nace sabiendo y aunque el tabú de la salud mental está en riesgo de extinción, todavía quedan grandes resquicios”
Una psicóloga explica cinco cosas que sí debes hacer y cinco cosas que es mejor evitar para que la otra persona se sienta cómoda
Las falsas esperanzas, las odiosas comparaciones y la romantización de los trastornos mentales son errores que cometemos muy a menudo
Como psicóloga, cada vez que veo una serie o película relacionada mínimamente con la salud mental, lo hago con lupa y con pinzas. Siempre me espero lo peor, imagino que como los médicos o los abogados al saber de su mala representación en la gran pantalla. Por eso, cuando algo me gusta, le doy incluso más valor.
Eso es lo que me ha sucedido con la película ‘Loco por ella’ (Netflix), que aborda la historia de amor entre un chico despreocupado y fan de la filosofía querer-es-poder, y una chica con trastorno bipolar en fase maníaca.
Sin hacer spoilers, el filme refleja a la perfección algunas conductas tóxicas que, con la mejor intención, llevan a cabo familiares, amigos y parejas de personas con trastornos mentales. Por ejemplo, quitarle importancia, pensar que milagrosamente el problema va a desaparecer, o incluso culpar a la persona por no poner más de su parte para “curarse”.
Tengo un trastorno mental, ¿y qué?
Vamos a ponernos en un supuesto: conoces a alguien vía Tinder, os gustáis y quedáis (mascarilla de por medio, que ante todo somos prudentes). Entre cervezas con distancia de seguridad, te cuenta que padece un trastorno mental. Puede ser ansiedad generalizada, puede ser un trastorno distímico o puede ser una esquizofrenia estabilizada.
Esta situación que acabo de describir es cada vez más común. Afortunadamente, los trastornos mentales están saliendo de ese pequeño baúl mohoso en el que han permanecido ocultos durante años. Antes nos avergonzaba sufrir y nos avergonzaba reconocer que necesitábamos ayuda profesional. A veces tanto, que posponíamos la terapia durante años agravando un problema que podría haberse solucionado en un par de sesiones.
A día de hoy, ir a terapia psicológica ya no depende tanto del tabú que rodea a la salud mental. Tiene más que ver con nuestro nivel económico (recordemos que hay gente que no puede permitirse ir al psicólogo) o del estado del sistema sanitario público en nuestra comunidad autónoma (es decir, de lo largas que sean las listas de espera).
En resumen, decir abiertamente que padeces un trastorno mental cada vez nos cuesta menos, sobre todo cuando son aquellos más instaurados en la sociedad. Los casos de ansiedad y depresión, por desgracia, han aumentado a raíz del estado sanitario provocado por el coronavirus, y no se nos caen los anillos por decir en voz alta que no estamos bien y que no pasa nada por ir al psicólogo o al psiquiatra.
¿Crees que tienes un trastorno de ansiedad?
Siguiendo con el ejemplo de antes, imagínate que tu ligue te dice que tiene un trastorno mental. Si te quedas un poco descolocado, no te preocupes. Nadie nace sabiendo y aunque el tabú de la salud mental está en riesgo de extinción, todavía quedan grandes resquicios.
Lo qué no debes hacer:
No opines sobre psicología o medicina sin ser psicólogo o psiquiatra. Esto parece muy fácil, pero nos cuesta. En otras palabras, nada de soltar que “esa medicación te está dejando peor” o que “es que el psicólogo solo da consejos, eso lo hago yo y gratis”.
No des falsas esperanzas. Te gusta mucho esa persona y a lo mejor quieres regalarle los oídos, pero proporcionar expectativas irreales sólo generará sufrimiento y decepción. “Con actitud seguro que se te pasa” o “lo que necesitas es esforzarte más” no son frases alegres, son frases tóxicas.
No compares dos situaciones completamente diferentes. A lo mejor tu primo tuvo depresión y se le pasó con una terapia en concreto, pero ni tu primo es tu crush, ni le sirven los mismos métodos. Entiende que cada persona es un mundo y que incluso puede necesitar probar diferentes tratamientos hasta dar con el que le ayude.
No tengas miedo. Las personas con trastornos mentales ni son violentas, ni son poco confiables, ni son dependientes. Esto son mitos.
No romantices un trastorno mental. Una persona con un trastorno mental puede llevar una vida totalmente normal, pero para llegar a ese punto es necesario un proceso de terapia. Habrá momentos difíciles, tenlo en cuenta.
Lo que sí debes hacer:
Infórmate en fuentes oficiales. Es decir, pregúntale a un psicólogo, lee artículos y manuales fiables o comparte tus dudas con tu ligue. Sin duda, la información más útil será la que te pueda proporcionar él o ella.
Entiende que hay trastornos mentales que te acompañan gran parte de tu vida. La esquizofrenia, el trastorno bipolar o el trastorno límite de la personalidad son ejemplos de problemas psicológicos de larga duración. ¿Significa esto que la persona esté abocada a sufrimiento y constantes ingresos? No, pero en muchos casos sí es necesaria medicación a largo plazo y terapia frecuente.
Sensibilízate con los problemas de salud mental. Lee sobre el estigma que rodea a las personas con trastornos mentales, sobre los abusos que se producen en entornos médicos, sobre la falta de recursos sanitarios… Hay muchísimos aspectos de la salud mental que la sociedad desconoce y es el momento ideal de informarte.
Acompaña sin juzgar. En los momentos malos, vale más un abrazo que mil consejos. Estate ahí, escucha a tu ligue e intenta conocerle más a fondo.
Sé paciente. Una persona con depresión puede ser incapaz de levantarse de su cama para ir al baño. Una persona con ansiedad generalizada puede tener un ataque de pánico porque cree que lo que le has dicho iba a malas. Una persona con agorafobia puede desmayarse en la cola del cine. Son ejemplos, pero detrás de los trastornos mentales hay momentos muy duros. Si quieres estar ahí, debes ser consciente de ello. De lo contrario, es mejor ser sincero desde el principio.