No, no siempre “querer es poder”: lo peligroso de seguir repitiendo este mensaje hoy en día
El mensaje del youtuber Jordi Wild y las declaraciones del médico Jesús Candel han detonado un debate en redes sobre la frase “si se quiere, se puede”
Según la teoría del aprendizaje social, por mucho que deseemos algo, para conseguirlo influyen otros aspectos
¿Cómo te quedas si te decimos que la fuerza de voluntad no existe?
“Querer es poder”, dice la famosa frase. En tazas de café, en imanes para el baño, en camisetas, en redes sociales... Nuestra sociedad al completo está invadida por este mensaje tan potente como simple. Pero, ¿qué es lo que tiene este mantra para haber enfadado a todo Twitter?
Los detonantes: gordofobia y una imagen distorsionada del cáncer
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La polémica surgió cuando el youtuber Jordi Wild publicó dos fotografías del actor Jonah Hill para comparar su estado físico antes y ahora. Acompañó ambas imágenes de la lapidaria frase “si se quiere, se puede adelgazar”. La respuesta de las redes no se hizo esperar y miles de usuarios tacharon su tuit de simplista.
“Si fuese así, no existiría gente con sobrepeso con lo chapas que es la gente con lo de adelgazar y lo deseable que es. Pero es que la voluntad no existe. Los cambios dependen de más variables y el deseo es necesario pero insuficiente. Con tanta repercusión... cuida los mensajes”, respondía Denisa, divulgadora y psicóloga.
A ella se unieron psicólogos, influencers y personas que han recibido comentarios sobre su físico, explicando que no todo es tan fácil como “desear algo con fuerzas”.
Tras este debate en redes, pronto surgió una nueva trifulca de la mano del médico Jesús Candel, más conocido en redes como Spiriman.
"El pasado 4 de agosto decidí, por caprichos del destino, luchar contra el cáncer. Uno además muy agresivo y extendido por distintas partes de mi cuerpo. ¿Cómo me iba a poner el destino un reto fácil?", compartía en un comunicado el 10 de agosto. Esta semana, el médico Jesús Candel informaba que el cáncer y su respectiva metástasis habían desaparecido gracias a su fuerza interior, que según él es capaz de hacer milagros.
Su mensaje, lejos de resultar motivador, ha enfadado a muchas personas que han sufrido cáncer o con familiares afectados por la enfermedad, que han defendido que no es algo que se supere con fuerza de voluntad, con optimismo o con ganas. Hace falta investigación sanitaria y pese a las ganas de vivir, muchas personas ven su vida arrebatada por esta enfermedad.
La clave para conseguir lo que queremos
¿Qué pensarías si te digo que la fuerza de voluntad no existe?
Probablemente me llamarías loca, ya que desde pequeños nos han inculcado que el simple hecho de querer conseguir algo y esforzarnos es suficiente para lograrlo. Desgraciadamente esto no es cierto, y reconocerlo en voz alta puede ayudarnos más que vivir aferrados a una fantasía.
Tendemos a considerar la fuerza de voluntad como algo estable que o tienes o no tienes. Por ejemplo, ese primo que siempre fue superconstante con los estudios y que tu madre siempre utiliza para hacer comparaciones. “Es que fulanito tiene tanta fuerza de voluntad… Y tú, hijo mío, eres un poco vago”.
En realidad, para conseguir algo (ya sea adelgazar, aprobar una oposición, enamorar a nuestro crush o petarlo en Instagram) tienen que confluir varios factores:
- El valor del refuerzo. En otras palabras, la importancia que le damos a lo que queremos conseguir. Por ejemplo, te esforzarás más para aprobar un examen de una asignatura que te apasiona, que para aprobar un examen de una asignatura que detestas.
- Las expectativas. Es decir, la medida en que crees que tu conducta te va a permitir alcanzar un objetivo. Si crees que esforzarte no servirá de nada, probablemente no lo hagas. Las expectativas dependen de dos aspectos: nuestra experiencia pasada y nuestra experiencia en situaciones similares. Por ejemplo, alguien que quiera adelgazar pero haya realizado mil dietas restrictivas que no han servido para nada, probablemente tendrá bajas expectativas y le costará más cambiar.
- La situación psicológica. Se trata de todo aquello que nos rodea y nos influye. Por ejemplo, el apoyo de nuestros amigos y familia, los sacrificios a corto y largo plazo, nuestros recursos económicos, el tiempo libre para poder dedicarnos a cambiar una conducta, etc.
Si juntamos estos tres factores, obtenemos el potencial de conducta, que es la probabilidad de que actuemos de una determinada forma. Siguiendo los ejemplos que hemos visto antes, sería lo dispuestos que estamos a renunciar a unas cañas con los amigos para estudiar, a mejorar nuestra relación con la comida, o a declararnos al amor de nuestra vida.
Esto que acabamos de ver es la teoría del aprendizaje social de Julian B. Rotter, un psicólogo estadounidense que en 1945 se cansó de que se diese tanta importancia a la fuerza de voluntad y otros factores internos, sin tener en cuenta el ambiente que nos rodea.
La importancia de aceptar nuestros límites
En 2021 todavía seguimos aferrándonos a la falacia de que “querer es poder”. Tres palabras, tres simples palabras que bajo el disfraz de un mantra optimista esconden una mentira que provoca mucha frustración. Tres palabras que nos culpan por no ser máquinas. Tres palabras que omiten la influencia de nuestro entorno.
Los mismos que te dicen que puedes adelgazar si te lo propones, son los que ponen piedras en tu camino burlándose cuando intentas cambiar y juzgando tus pequeños avances por no ser lo que ellos consideran apropiado. De igual manera, aquellos que te dicen que aprobar una oposición o sacarte una carrera es cuestión de “fuerza de voluntad” son los que te llaman aburrido y aguafiestas cuando prefieres quedarte estudiando en vez de salir. Todas estas personas nos moldean y condicionan a la vez que nos juzgan.
Entonces, ¿qué necesito para lograr mis propósitos? Sí, tienes que querer, pero también hace falta ayuda de quienes te rodean, confianza, recursos y en ocasiones un poco de suerte. Y, lo más importante, entender que a veces no alcanzarás tus metas pero que eso no es un fracaso sino un aprendizaje.