Un estudio liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) ha detectado que más de 50.000 personas en nuestro país viven con la enfermedad parasitaria de Chagas, de las cuales 613 son menores, ha informado este viernes el centro impulsado por la Fundación la Caixa.
La revista Travel Medicine and Infectious Disease ha publicado los resultados de este análisis sobre la infección causada por el parásito T. cruzi, que es endémica en 21 países de América central y Sudamérica, donde se transmite principalmente por la mordedura del insecto vinchuca, el vector.
Sin embargo, debido a los flujos migratorios, la enfermedad se ha vuelto común también en zonas no endémicas, donde se transmite principalmente de madre a hijo -Chagas congénito- y, en menor medida, mediante transfusiones de sangre y trasplantes de órganos.
España es el país con la mayor carga de la enfermedad fuera de las Américas "debido al alto número de migrantes latinoamericanos", aunque los investigadores han remarcado que también hay Chagas en otros países europeos como Italia y Suiza.
De hecho, han advertido de que pocos países han implementado medidas de control "adecuadas" en bancos de sangre y de órganos, así como en servicios de atención antenatal, a pesar del riesgo de transmisión de la enfermedad.
Respecto a España, estiman que 55.367 de los 2,6 millones de migrantes provenientes de países endémicos viven con la infección, de los cuales el 54% son personas que provienen de Bolivia, donde la prevalencia de la enfermedad es "muy elevada".
Además, de las casi 800.000 mujeres migrantes en edad reproductiva, 23.382 de ellas estaban afectadas en el año 2018, lo que lleva a pensar a los investigadores que el índice de personas infradiagnosticadas en España es elevado, alrededor del 70%.
La enfermedad lleva el nombre de Carlos Ribeiro Justiniano Chagas, médico e investigador brasileño que la descubrió en 1909. En mayo de 2019, en cumplimiento de la decisión de la 72ª Asamblea Mundial de la Salud, se estableció el día mundial para su celebración el 14 de abril.
La enfermedad de Chagas tiene dos fases. Inicialmente, la fase aguda dura unos dos meses después de contraerse la infección. Durante esa fase aguda circulan por el torrente sanguíneo una gran cantidad de parásitos, pero en la mayoría de los casos no hay síntomas o estos son leves y no específicos. En menos del 50% de las personas picadas por un triatomino, un signo inicial característico puede ser una lesión cutánea o una hinchazón amoratada de un párpado. Además, esas personas pueden presentar fiebre, dolor de cabeza, agrandamiento de ganglios linfáticos, palidez, dolores musculares, dificultad para respirar, hinchazón y dolor abdominal o torácico.
Durante la fase crónica, los parásitos permanecen ocultos principalmente en el músculo cardíaco y digestivo. Hasta un 30% de los pacientes sufren trastornos cardíacos y hasta un 10% presentan alteraciones digestivas (típicamente, agrandamiento del esófago o del colon), neurológicas o mixtas. Con el paso de los años, la infección puede causar muerte súbita por arritmias cardíacas o insuficiencia cardíaca progresiva como consecuencia de la destrucción del músculo cardíaco y sus inervaciones.
La enfermedad de Chagas puede tratarse con benznidazol y también con nifurtimox, que matan al parásito. Ambos medicamentos son eficaces casi al 100% para curar la enfermedad si se administran al comienzo de la infección en la etapa aguda, incluso en los casos de transmisión congénita. Sin embargo, su eficacia disminuye a medida que transcurre el tiempo de la infección, y las reacciones adversas son más frecuentes en edades avanzadas.
El tratamiento con esos medicamentos también está indicado en caso de reactivación de la infección (por ejemplo, por inmunodepresión) y en los pacientes al principio de la fase crónica, incluidas niñas y mujeres en edad fértil (antes o después del embarazo), para evitar la transmisión congénita.