Hay más de 130 proyectos en fase preclínica para lograr una vacuna contra el coronavirus

  • Cerca de una veintena de proyectos han superado la fase 0

  • La vacuna de Oxford se encuentra en fase 3

  • La UE ha dado luz verde a la utilización del remdesivir

Laboratorios del mundo entero trabajan para encontrar la vacuna que frene la COVID-19, un virus que ya deja más de 11 millones de infectados, mientras que los fallecimientos se sitúan por encima de los 500 000, exactamente 527 704 según el recuento de la Universidad Johns Hopkins de Baltimore.

Según la OMS, en este momento hay más de 130 proyectos en fase preclínica y cerca de una veintena ya han superado esa fase, que es la cero. También hay proyectos con resultados positivos, como la vacuna desarrollada en la Universidad de Oxford, mucho más avanzada, en fase 3, la previa a la comercialización, pero faltan los resultados finales.

A nivel mundial, Alemania se ha adelantado a EEUU en la compra al menos de uno de estos proyecto de vacuna. El Gobierno alemán ha reaccionado al interés de Estados Unidos por CureVac, que ya ha comenzando sus estudios en humanos, y ha inyectado 300 millones de euros en la misma, asegurándose así una participación del 23% de su capital social.

En busca de un tratamiento

De forma paralela se buscan otras soluciones terapéuticas y aquí entra el remdesivir, el primer medicamento autorizado en la Unión Europea para tratar a pacientes con coronavirus, y del que el presidente de EEUU, Donald Trump, ya se ha hecho con el stock mundial.

Sin embargo, desde la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios aseguran que España cuenta con la cantidad suficiente para tratar a los pacientes porque son muchos los ensayos clínicos que se están llevando a cabo y, de hecho, una empresa española ha anunciado que está desarrollando un medicamente más potente aún que el remdesivir.

Por su parte, el sábado la OMS ha interrumpido de los brazos de uno de sus ensayos clínicos de la hidroxicloroquina --el fármaco popularizado especialmente por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien lo puso en el foco mediático tras asegurar que se automedicaba con él para prevenir el contagio por coronavirus y que habitualmente se utiliza contra la malaria-- y del lopinavir/ritonavir --que se usa habitualmente para portadores de VIH-- como tratamiento para la COVID-19. No han encontrado evidencias de que esta reduzca la mortalidad.