Desde el principio del confinamiento hemos visto cómo muchos profesores echan mano de la tecnología disponible, de la imaginación y, sobre todo, de su entusiasmo para mantener el ritmo de estudio. Ellos son un colectivo casi olvidado en esta crisis.
Desde un sexto piso, Jose María Martinez Murillo, el presidente de la Asociación de Profesores de Dibujo de Madrid, inspira a sus alumnos, del instituto Juan Ramón Jiménez. Lo hace pintando corazones verdes en honor a los sanitarios: “Se está viendo que el arte, tanto el dibujo como la música, están ayudando a las familias y a los alumnos a llevar mejor el confinamiento”. Su cuadro puede verse en Ifema y son muchos los que se han sumado a la iniciativa, liderada desde los colectivos de docentes de enseñanzas artísticas de Valencia y Madrid, #MeQuedoEnCasaDibujando y #SalgamosAdelanteConArte.
Al igual que él, la mayoría de los maestros se las ingenian cómo pueden para manejar su oficio en medio de esta pandemia. “Estamos echando bastantes más horas que cuando estábamos en el colegio. No desconectamos”, comenta Álvaro Moreno, profesor de primaria en el colegio público República de Chile, en Madrid, que compatibiliza como puede la atención de sus alumnos, con la de sus propios niños confinados en casa. Pese a las dificultades, se ha propuesto que ninguno de sus alumnos quede descolgado de la enseñanza por eso hace rondas telefónicas para resolver dudas. No deja de trabajar con la plataforma virtual y martillea con cariño los correos electrónicos de sus alumnos o los móviles de los padres para que la brecha digital no golpee a los chavales de familias más vulnerables: “los que no tienen acceso a Internet, las dudas se las van guardando… Además de que no todos pueden tener más de un ordenador en casa”.
Para los alumnos es difícil organizarse y también lo es para los profesores. Mariluz Rotea da clases de inglés en el colegio Hélade, en Boadilla del Monte (Madrid). En medio de las enormes dificultades a las que están sometidos, admite que vive momentos muy gratificantes: “cuando alguien te da las gracias porque se lo explicas dos veces o que te digan ‘muchas gracias por responderme en sábado’. La nueva compleja misión de los docentes consiste, con frecuencia, en inyectar montañas de optimismo entre sus alumnos, tras muchas semanas de confinamiento e incertidumbre.