Muchas cosas han cambiado desde la llegada del coronavirus de tierras orientales. Hasta hace unos meses pocos españoles seríamos capaces de reconocer y poner nombre y apellidos a un científico del país. Pero desafortunadamente, desde el pasado mes de marzo, una serie de investigadores, médicos y divulgadores científicos se han convertido en auténticos influencers sociales, con sus continuas apariciones en televisiones, radios, periódicos y medios digitales.
Sobran las presentaciones para Fernando Simón, probablemente el rostro y la voz con el que el subconsciente de los españoles asociará el coronavirus durante décadas. Pero también se han popularizado científicos como Margarita del Val o Alfredo Corell; veterinarios como Juan José Badiola han regresado a la escena pública; o médicos como Juan González Armengol.
Además de sus conocimientos, han llegado a trascender en algunos casos sus vidas privadas y aficiones, por la popularidad que están alcanzando y las numerosas entrevistas que conceden en los medios. Y se han visto envueltos en no pocas polémicas. En este artículo, te los damos a conocer un poco mejor.
Que es médico y epidemiólogo lo saben muchos españoles ya a estas alturas. Que dirige desde hace ocho años el de Centro de Coordinación Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad, también. Le viene de cuna, su padre también era médico, especialidad Psiquiatría. Su esposa, también es científica especializada en enfermedades tropicales.
Natural de Zaragoza, de 57 años, menos conocen que estudió en un colegio del Opus Dei, antes de licenciarse en Medicina en la universidad de su ciudad y especializarse en Londres en Higiene y Medicina Tropical. Completó su formación con un programa europeo de prevención y control de enfermedades en Francia e ingresó en el Cuerpo de Médicos Titulares del Estado. Habla seis idiomas y ha trabajado en diferentes países europeos (Francia y España); de África, donde también ha sido voluntario de Medicus Mundi (Mozambique y Burundi); y de Latinoamérica (Guatemala y Ecuador).
Padeció y superó el coronavirus a finales de marzo y principios de abril, y se ha convertido en uno de los rostros y voces más populares del país; aunque no tiene perfiles personales en redes sociales, es protagonista de memes camisetas, grafitis, imitaciones humorísticas; controvertidas portadas de revistas en moto (una de sus pasiones) y con cazadora de cuero; populares programas de televisión en los que daba rienda suelta a su afición a la montaña y la escalada; y polémicas entrevistas que le han costado la petición de cese de los colegios médicos y de enfermería.
En estas fechas navideñas está arrasando entre los canagers, las figuras típicas de los pesebres catalanes que se han ido extendiendo a toda la geografía nacional.
Madrileña, de 61 años, química, viróloga e inmunóloga, es investigadora en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa. También le viene de cuna, doctores en Química. Algo común en su familia: su marido es biólogo, un hijo es estudiante de ingeniería y una hija investigadora en biomedicina. Llegó a una universidad inmersa en huelgas en plena Transición y como Simón, ha ampliado su formación en el exterior: en Estados Unidos, Alemania y Canadá; y es miembro de la Real Academia Nacional de Farmacia y del Comité Experto Asesor en Vacunas de la Comunidad de Madrid.
Como no podía ser de otra forma, su exposición durante la pandemia en los medios de comunicación ha sido objeto de polémica por sus llamadas reiteradas a cumplir las normas de prevención de contagio, especialmente en el ámbito de la hostelería o entre los jóvenes, entre otros; por sus advertencias sobre las celebraciones navideñas; o sobre la efectividad de las vacunas, sobre las que duda más de su eficacia que de su seguridad, además de vaticinar que no supondrán el fin de las mascarillas.
Marga para sus conocidos, trabaja todo el día, no para, y para muchos ha sido el contrapunto a Fernando Simón y los buenos presagios que se han ido comunicando desde las fuentes oficiales en distintos momentos de la pandemia. Se ha convertido en un rostro popular, algo inusual entre los científicos, y su agenda se ha llenado de apariciones en prensa, radio, televisión y medios digitales.
Una labor divulgativa que había comenzado en su propio blog, Ciencia con chocolate, junto a su marido. Y que se multiplicó gracias a los móviles: un texto suyo se viralizó en Whatsapp al principio de la pandemia y llegó a tener más de un millón de rebotes, explicando la gravedad de la situación. La realidad, implacable como ella, le ha venido a dar la razón.
Este leonés de 72 años ya dio el salto a la popularidad hace dos décadas por la conocida como crisis de las vacas locas, y ha vuelto a salir a la palestra para hacer pedagogía pública durante la pandemia del coronavirus.
Veterinario, catedrático de Patología Animal en la Universidad de Zaragoza y director de su Centro de Encefalopatías y Enfermedades Transmisibles Emergentes. También es epidemiólogo y ha formado parte del comité de expertos para la desescalada del Ayuntamiento de Madrid.
Lo de la ciencia lo heredó también de su padre, veterinario, pero lo que pocos saben es que hizo sus pinitos en el mundo taurino, aunque su verdadera vocación oculta son los trenes. De hecho, le hubiera gustado ser maquinista. Casado y con tres hijos, se define a sí mismo como austero, trabajador y cabezota.
El que era jefe de Urgencias del Hospital Clínico San Carlos fue nombrado por Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, viceconsejero de Asistencia Sanitaria a primeros de octubre, en plena segunda ola, para ayudar a contener el avance de la pandemia en la región. Hasta entonces, se había caracterizado por sus participaciones en medios con una voz crítica con las decisiones políticas que se habían ido tomando desde que se desató la crisis sanitaria.
Se ha pasado la vida en las urgencias. Es presidente de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias; médico de urgencias en el Hospital Clínico, especialidad Medicina Interna; y profesor en la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense.
En la esfera personal, se define como muy deportista (fútbol hasta hace poco, tenis y running) seguidor del Atlético de Madrid, y ex fumador como muchos médicos; no puede vivir sin el móvil, le encanta Adolfo Suárez como personaje histórico, El padrino como película y Coldplay en lo musical; y no le duelen prendas en reconocer que no fue un estudiante especialmente brillante. De hecho, comenzó la carrera de Biología antes de lograr entrar en la de Medicina.
Inmunólogo madrileño, de 57 años de edad, es catedrático de Inmunología de la Facultad de Medicina y vicerrector de Innovación Docente y Transformación Digital de la Universidad de Valladolid. Se ha convertido desde el inicio de la pandemia en un referente de la divulgación sobre el Covid-19 en nuestro país, mostrándose crítico en numerosas ocasiones con las estrategias seguidas en España para combatir al virus; como ahora con la información facilitada por Pfizer sobre la efectividad de su vacuna.
Y es que siempre se ha distinguido por su personal labor docente y divulgativa, como con su actividad Tus defensas salen de cañas, que desarrollaba en un bar del centro de Valladolid para explicar parte del temario a sus estudiantes. De hecho, hace dos años fue elegido Mejor Docente Universitario de España, en los premios Educa Abanca, considerados como los Óscar de la docencia en España.
Asiduo de los medios de comunicación y los platós de televisión, fue monitor de los Boy Scout, y se hizo popular hace años en las redes sociales por sus Inmunopíldoras, vídeos cortos en YouTube en los que explica de forma gráfica y sencilla el complejo mundo de la inmunología.
También se ha distinguido por su activismo, denunciando el acoso sufrido en su centro universitario y de trabajo por su condición homosexual, lo que le ha convertido en un referente LGTBI en el ámbito de la ciencia.