Normalmente asociamos el acné con esos molestos granos en la cara, el pecho o la espalda, pero también pueden aparecer en la cabeza. Y aunque podamos llegar a pensar que esos granos resultan menos importantes porque apenas se aprecian, la realidad es que pueden ser mucho más problemáticos e incluso pueden conllevar la pérdida de pelo. No deben subestimarse y en el momento de su aparición éstos se tienen que tratar para evitar cualquier tipo de complicación.
Aunque el acné es más frecuente en la adolescencia por ser la etapa vital con más desajustes hormonales, lo cierto es que los granos en la cabeza pueden surgir a cualquier edad. Debido a la suma de distintos factores, nuestra piel produce excesiva grasa, los folículos pilosos (los “orificios” de la piel donde nacen los cabellos) se obstruyen y las bacterias empiezan a proliferar en su interior, estimulando toda la sintomatología y aspecto visual de los granos.
Cualquier condición, situación o circunstancia que lleve a una producción excesiva de grasa y a una obstrucción de los folículos pilosos del cuero cabelludo es un factor de riesgo para desarrollar granos en la cabeza. A continuación presentamos las principales causas, recopiladas por 'Médico +'. Muchas veces se trata de una combinación de varias, así que lo mejor sería consultar con un médico, que determinará la gravedad de la situación.
Es la principal causa. De hecho, se cree que por muchos otros factores de riesgo que se cumplan, el que de verdad determina si desarrollaremos granos en la cabeza o acné en general es este. Y es que es con los desajustes en la producción de distintas hormonas (se producen más o menos de las que se deberían) que se estimula la producción excesiva de grasa por parte de la piel, que ya hemos visto que es condición indispensable para que surjan los granos.
Esto explica que sea durante la adolescencia, el embarazo y los períodos menstruales que sean más frecuentes los granos, pues es cuando el cuerpo pasa por más desajustes hormonales.
La producción de hormonas está determinada, en parte (porque también depende del estilo de vida), por nuestros genes. Esto explica que se haya observado un cierto componente hereditario. Es decir, es frecuente ver que los hijos de padres que han tenido estos problemas también tengan más probabilidades de desarrollar granos en la cabeza.
Se ha observado que los cambios climáticos muy abruptos, como por ejemplo estar en la oficina con el aire acondicionado y salir de repente a la calle en pleno verano, aumenta el riesgo de desarrollarlos. Esto es debido a que las variaciones climáticas fuertes afectan a la salud de la piel, debilitándola y favoreciendo que los folículos pilosos se obstruyan.
La falta de higiene no es un factor de riesgo tan importante como algunas personas creen, pero sí que existe. El problema es que es igual de mala la falta de higiene que la higiene excesiva. La falta de higiene es problemática porque aumenta el riesgo de infección de los folículos, pero la higiene excesiva (especialmente si se utilizan productos para el cabello de baja calidad) hace que la piel se vuelva más grasienta, por lo que terminamos con el mismo problema.
Se ha observado que la microbiota de nuestra piel, es decir, las comunidades bacterianas que la habitan de forma natural, es un factor muy importante a la hora de determinar nuestra susceptibilidad. Y es que dependiendo de qué poblaciones bacterianas haya, nos protegerán mejor (o peor) del ataque de los patógenos que más frecuentemente provocan el acné.
De igual modo, esta microbiota también influye en el estado de salud general de la piel, así que su papel es clave.
La dieta no es un factor tan importante como se cree. Y si lo es de algún modo, no es como pensamos. Y es que no son las grasas las que aumentan el riesgo de desarrollar granos en la cabeza (a pesar de que se diga mucho que si comes demasiado chocolate tendrás acné), sino los hidratos de carbono, es decir, el pan, la pasta, el arroz, las patatas…
Es muy habitual que estos granos aparezcan justamente en las épocas que sufrimos más estrés, ya sea en el trabajo o en la vida personal, pues esto hace que se desajuste la síntesis de hormonas. Y ya hemos visto las consecuencias que esto tiene.
Es también habitual que estos granos surjan como efecto secundario al consumo de algún medicamento o como reacción alérgica a un alimento o producto químico. En este caso, bastaría con evitar el contacto con ellos.
Es menos común, pero lo cierto es que los granos en la cabeza también pueden desarrollarse sin necesidad de que haya problemas hormonales, sino como efecto de sufrir una enfermedad en el sistema inmunitario. Cuando se padece una patología así en la que la acción de las células inmunes se desajusta, es posible que estas ataquen a los folículos pilosos cuando realmente no hay ninguna infección que combatir.
Ahora que ya hemos visto qué son y cuáles son las principales causas, podemos ver que muchas veces los granos en la cabeza surgen por condiciones ajenas a nuestro control (sistema endocrino, estrés, trastornos genéticos…), por lo que la prevención no siempre es posible. Por ello, hay que estar preparado para sufrirlos y saber cómo actuar.
Recuerda que no es una condición en absoluto grave, pero sí que sería conveniente acudir a un médico. Más allá de esto, los granos en la cabeza pueden tratarse con sencillos remedios caseros o, en casos puntuales, con productos de farmacia.