La llegada del verano trae de la mano un importante riesgo que afecta especialmente a niños, ancianos y personas que padezcan enfermedades cardiovasculares o respiratorias. Se trata de el famoso golpe de calor, que se produce cuando nos exponemos a elevadas temperaturas y que puede resultar potencialmente mortal si no atendemos con rapidez a los síntomas. ¿Qué es el golpe de calor? ¿Cuáles son sus síntomas y qué debemos hacer en caso de comenzar a experimentarlos?
El golpe de calor es un una reacción de nuestro cuerpo ante temperaturas excesivas. Cuando nuestro organismo no logra aclimatarse a tiempo (algo que suele ocurrir en caso de cambios bruscos de temperatura), se produce un 'pico' de calor que puede desembocar en síntomas potencialmente peligrosos.
Por eso hay que tener cuidado ante el anuncio de altas temperaturas o de un aumento importante de la humedad, y reducir nuestra actividad física durante esos días. También es importante mantenerse bien hidratado, evitar la exposición al sol durante días de mucho calor y, en definitiva, no perder de vista que un calor excesivo puede repercutirnos negativamente.
Ten en cuenta que, si nuestro cuerpo alcanza temperaturas que rondan los 40 o 41°, pueden llegar a producirse graves daños que incluyen shock, insuficiencia en determinados órganos (riñón, páncreas, hígado…), daño cerebral y, en los casos más extremos, incluso la muerte.
Para evitarlo, huye del sol directo, utiliza ropa fresca, aliméntate de manera ligera, hidrátate todo lo necesario y ten en cuenta tu propia condición física a la hora de valorar tu nivel de riesgo: recuerda que las personas con las humedades crónicas (sobre todo de tipo cardiocirculatorio o respiratorio), ancianos, niños (sobre todo bebés) y personas obesas son más propensas a sufrir los efectos de un golpe de calor.
En cuanto a los síntomas del golpe de calor, los primeros en aparecer son dolor de cabeza, mareos, náuseas e incluso vómitos. Si la situación empeora, pueden aparecer calambres, elevación de la temperatura corporal (en 10-15 minutos puede subir hasta los 40 grados), convulsiones, alteración de la conciencia o desorientación. Si esto ocurre, el riesgo de colapso es elevado, por lo que es muy importante acudir a un profesional cuanto antes y tomar medidas para reducir la temperatura del cuerpo.
Así, entre las cosas que puedes hacer para evitar o reducir los efectos de un golpe de calor, la primera de ellas es llamar a urgencias o acudir a un puesto de socorro si nos encontramos en una playa o piscina. Por tu parte, intenta trasladar la persona afectada hacia un lugar con sombra y fresco, preferiblemente en postura semisentada y con la cabeza elevada para que pueda respirar correctamente.
Además, para reducir la temperatura corporal, puede ser conveniente quitarle algo de ropa; abanicarla; utilizar compresas de agua fría en la frente, la nuca o el cuello, y darle de beber agua fresca para rehidratar, siempre poco a poco y a pequeños sorbos. Una vez recuperada, es conveniente acudir igualmente a un centro de urgencias para que un profesional de la salud pueda examinarla y detectar posibles daños.