Los seres humanos necesitamos sangre para vivir: sin ella, nuestros órganos no obtendrían el oxígeno y los nutrientes necesarios para funcionar correctamente, ni podríamos calentarnos ni enfriarnos cuando lo necesitáramos, o combatir infecciones y eliminar productos. Por eso las enfermedades de la sangre nos resultan tan preocupantes: se trata de un elemento vital para la supervivencia del conjunto de nuestro cuerpo. ¿Qué son las enfermedades de la sangre? ¿Cuáles son y qué síntomas presentan?
La principal función de la sangre es transportar oxígeno y nutrientes a cada rincón de nuestro cuerpo para permitir su funcionamiento. También transporta dióxido de carbono y otros materiales de desecho hasta los pulmones, los riñones y el sistema digestivo, que se encargan de expulsarlos al exterior. Además, nos ayuda a combatir infecciones, y transporta hormonas por todo el cuerpo.
En cuanto a su composición, la sangre está formada por células sanguíneas y plasma. Este último es un líquido amarillento que contiene nutrientes, hormonas, proteínas y productos de desecho. Las células sanguíneas, por su parte, son las siguientes:
Las enfermedades de la sangre pueden afectar a uno o vario de estos elementos, impidiendo que cumpla algunas de sus funciones. De ahí que se desarrollen ciertos síntomas y enfermedades relacionadas.
Por otro lado, es importante saber que muchos trastornos sanguíneos son hereditarios, aunque también pueden venir provocados por otras enfermedades, así como por efectos secundarios de algún medicamento, o falta de ciertos nutrientes en la dieta.
Tal y como recuerdan desde MedicinePlus, estas son algunas enfermedades de la sangre:
Tal y como aseguran desde Merck Manuals, los trastornos de la sangre pueden causar diversos síntomas en casi cualquier zona del cuerpo, provocados en general por la disminución de los componentes de la sangre.
Además, "algunos trastornos sanguíneos provocan un aumento del espesor de la sangre causado por la mayor presencia de proteínas inmunitarias, glóbulos rojos (eritrocitos) o plaquetas (trombocitos)". Esta sangre espesa puede tener dificultades para pasar a través de los vasos sanguíneos más finos, disminuyendo el flujo sanguíneo a determinadas zonas del organismo y provocando una enfermedad grave llamada síndrome de hiperviscosidad. Las personas afectadas pueden experimentar síntomas como dificultad respiratoria, dolor de cabeza, mareos y confusión.
Los trastornos de la sangre a menudo causan síntomas que también pueden ocurrir en otros trastornos. Por ejemplo, la debilidad y la dificultad respiratoria causada por la anemia pueden estar provocadas por otras enfermedades que afectan al suministro de oxígeno al organismo, como los trastornos cardíacos o pulmonares. Por otro lado, la facilidad para que surjan moratones, un síntoma sugerente de un trastorno de la sangre, puede estar causada por otras enfermedades, especialmente trastornos de los vasos sanguíneos o por el consumo de diversos fármacos, como la aspirina o ácido acetilsalicílico.
Una hemorragia puede tener su origen en enfermedades que no son trastornos de la sangre, por ejemplo lesiones, procedimientos quirúrgicos, sangrado menstrual, parto y dentición en los bebés. La sangre en la orina o en las heces suele tener su origen en una anomalía en las vías urinarias o en el aparato digestivo, más que en un trastorno sanguíneo. Sin embargo, los trastornos sanguíneos pueden empeorar cualquier sangrado. Las personas con trastornos sanguíneos pueden experimentar sangrado excesivo después de los procedimientos dentales o tener períodos menstruales muy abundantes.
Estos son algunos síntomas asociados enfermedades de la sangre: