Cada estación tiene sus reglas en lo que a salud se refiere, y la primavera no es una excepción. Llega el buen tiempo, aumentan las horas de sol y parece que se inicia una etapa en la que dejar atrás los resfriados y gripes de la temporada de frío... al menos en teoría. La realidad es que la primavera suele ser una época de cambios de temperatura bruscos y constantes (que muchas veces nos llevan a abrigarnos de forma inadecuada), lo que se traduce, entre otras cosas, en nuevas enfermedades respiratorias. Además, con el estallido de la naturaleza tras meses de letargo, los alérgicos comienzan su peor etapa del año: aumentan los casos de alergia, asma y rinitis. Repasamos cuáles son las enfermedades más comunes durante la primavera.
Faringitis
El invierno se acaba pero siempre quedan coletazos hasta que se implanta definitivamente el buen tiempo, y es precisamente ese vaivén de temperaturas el responsable de enfermedades respiratorias como la faringitis. Sus síntomas son la tos, el dolor al tragar, la afonía… Puedes paliarlos recurriendo a infusiones naturales, miel, pastillas para la garganta, beber mucho líquido, consumir frutas y verduras… Para evitarlo, refuerza tus defensas con una buena alimentación, y lleva siempre algo de ropa extra para protegerte de los cambios de temperatura.
Alergias
Las alergias proliferan en primavera, y tiene sentido que ello ocurra porque el polen lo invade todo en estos meses. Una sola planta es capaz de producir miles de granos de polen, que no se ven a simple vista y que son los principales responsables de las alergias primaverales. Ojos llorosos, goteo en la nariz, picor de garganta… Un médico podrá aconsejarte qué tratamiento te conviene más.
Asma
El aumento de la exposición a alérgenos como el polen es responsable también de un aumento de la incidencia del asma. Entre sus síntomas se encuentra la respiración sibilante, la falta de aire, opresión en el pecho y tos. Deberás seguir las indicaciones de tu médico, y siempre conviene purificar el aire de tu hogar, realizar limpiezas profundas con la llegada del buen tiempo, intentar mantener las ventanas cerradas y limitar la exposición al aire libre.
Varicela
La varicela es más frecuente en esta época del año debido principalmente al aumento de la temperatura. Se trata de una enfermedad infecciosa muy contagiosa que sufren especialmente los niños, y que, cuando afecta a adultos, puede llegar a ser problemática. Entre sus síntomas se encuentra la fiebre, el dolor de cabeza, la falta de apetito (incluso vómitos) y unas características ampollas en la piel (con el picor que ello implica). Para prevenir, ten en cuenta que la varicela se transmite a través de tos, estornudos y contacto directo con las lesiones cutáneas. La mejor forma de evitarla es la vacunación.
Conjuntivitis
La conjuntivitis va asociada muchas veces a las alergias. Consiste en una inflamación de la membrana mucosa que recubre el interior de los parpados, y suele manifestarse en forma de secreción ocular, ganglios inflamados, dolor moderado, visión borrosa, hinchazón de los párpados y fotofobia.
Infecciones gastrointestinales
En primavera aumentan las temperaturas y aumenta también la humedad. Es el escenario perfecto para el desarrollo y propagación de bacterias, que pueden ser responsables de diarreas severas y salmonelosis. Para prevenir, ten cuidado con lo alimentos que consumes y vigila su estado de conservación.
Hepatitis viral
Se trata de una inflamación del hígado causada por uno de los virus de la hepatitis, vinculada a alimentos y agua contaminados y falta de higiene. Suele provocar diarrea, pérdida de apetito, dolores de estómago, cansancio, fiebre y náuseas. Se trata de una enfermedad que suele curarse de forma espontánea y para la que no suele indicarse medicación: basta, en general, con mantenerse hidratado y vigilar nuestra nutrición. Existe vacuna para ello, pero es importante vigilar la higiene personal y la de los alimentos que consumimos.
Lesiones
En primavera aprovechamos para retomar contacto con la naturaleza, hacer más deporte… En definitiva, decimos adiós al aislamiento de los meses de frío aumentando significativamente nuestro nivel de actividad. Precisamente por eso, en esta etapa suelen aumentar las lesiones, provocadas por la vuelta al gimnasio, las maratones, las excursiones… especialmente si no nos encontramos en forma y tratamos de lograr mucho en poco tiempo. Para prevenirlo, modera tu nivel de exigencia, no te olvides de calentar, estira siempre que hagas ejercicio, mantén una dieta sana y no olvides hidratarte.