El amplio uso de la vigilancia epidemiológica, el aislamiento de infectados y las cuarentenas de las personas expuestas en la megaciudad china de Shenzhen, permitió a los científicos estimar importantes características del coronavirus, según un estudio codirigido por investigadores de la Universidad Johns Hopkins, EEUU. El gigante asiático afronta desde hace semanas la 'nueva normalidad', algo a lo que se aproxima Europa. El empleo de test masivos y el detectar los contactos ha sido clave: un método que no se plantean en España.
Los científicos, que publicaron sus hallazgos en la revista 'The Lancet Infectious Diseases', analizaron los datos recopilados por el Centro de Shenzhen para el Control y la Prevención de Enfermedades sobre 391 personas contagiadas (los primeros casos identificados en un brote, llamados 'casos índice') y 1 286 de sus contactos cercanos, durante el período de 30 días del 14 de enero al 12 de febrero. Shenzhen es una ciudad densamente poblada de unos 13 millones de personas, situada justo al norte de Hong Kong.
El análisis reveló que los 'casos índice' tuvieron síntomas durante unos cinco días en promedio antes de ser identificados, pero que el rastreo de los contactos y las pruebas exhaustivas redujeron este periodo a unos tres días para -localizar- los contactos infectados. Entre los contactos, los domésticos tenían un riesgo particularmente alto de infección. Los niños, si bien tenían menos probabilidades de desarrollar síntomas graves, se infectaron más o menos al mismo ritmo que los adultos.
"Tener datos sobre un conjunto de individuos infectados así como sus contactos nos permitió abordar preguntas sobre la dinámica de la transmisión que habían sido difíciles de responder anteriormente", explica Justin Lessler, uno de los autores del estudio.
La forma en que un patógeno emergente se transmite de un individuo a otro puede ser difícil de evaluar para los epidemiólogos, una vez que la propagación en la comunidad ha comenzado, ya que las posibles vías de transmisión se vuelven demasiado complejas para rastrearlas de manera fiable.
En cambio, al principio de un brote, antes de que haya comenzado la propagación en la comunidad, los epidemiólogos pueden evaluar mucho más fácilmente la dinámica de la transmisión encontrando a las personas sintomáticas, y luego rastreando sus contactos recientes para ver quiénes se infectaron y quiénes no.
Basándose en los informes de la provincia de Hubei, las autoridades sanitarias de Shenzhen comenzaron a principios de enero a reunir y analizar los casos sospechosos en la ciudad: personas que habían viajado recientemente desde Hubei, personas con fiebres en los hospitales locales y otras identificadas mediante la detección de fiebre en la comunidad. El organismo de salud pública también rastreó todos los contactos cercanos recientes de los casos sospechosos.
Los casos sospechosos o confirmados con síntomas se aislaron en los hospitales locales, y las personas asintomáticas, con exposiciones confirmadas por pruebas, se pusieron en cuarentena. Para su estudio, Lessler y sus colegas analizaron los datos recopilados del 14 de enero al 12 de febrero.
Los investigadores encontraron que entre los 391 casos confirmados durante este período, los hombres (187 casos) y las mujeres (204 casos) estaban casi igualmente representados, aunque los hombres tenían alrededor de 2,5 veces más probabilidades de mostrar síntomas graves. Los niños también tenían casi las mismas probabilidades que los adultos de estar infectados, aunque tenían menos probabilidades de presentar síntomas graves.
Solo alrededor del 9% de las 391 personas infectadas mostraron síntomas graves en el momento en que fueron evaluadas por los médicos. Entre los casos secundarios descubiertos por el rastreo de contactos, el 20% no informó de ningún síntoma en el momento en que fueron evaluados por primera vez, lo que sugiere que una proporción significativa de los portadores del coronavirus son "portadores silenciosos", al menos durante la etapa inicial de la infección. La edad media de las 391 personas infectadas era de unos 45 años.
La muestra de 391 personas incluía subconjuntos de los que se conocía con gran confianza el momento del contagio, lo que permitió a los investigadores estimar los intervalos de tiempo clave. Por ejemplo, el "período de incubación", desde la exposición hasta la aparición de los síntomas, tuvo un valor medio estimado de 4,8 días. La media del tiempo de recuperación (el intervalo desde el inicio de los síntomas hasta la ausencia de los mismos y también los resultados negativos de las pruebas de ARN viral) fue de 23 días para las personas de 60-69 años, 22 días para las de 50-59 años y 19 días para las de 20-29 años.
La "tasa de ataque", o la proporción de contactos cercanos de un caso confirmado que están infectados, fue del 6,6% cuando los investigadores asumieron que todos los contactos cercanos fueron probados y todos los resultados positivos fueron registrados. La tasa de ataque fue mayor (11,2%) para los contactos domésticos. El "intervalo en serie", que se aproxima al intervalo entre el momento en que una persona se infecta y el momento en que otra se infecta, tuvo un valor medio de 6,3 días.
Los investigadores también calcularon que el "número de reproducción observada", el número promedio de infecciones detectadas causadas por cada persona infectada, era de solo 0,4. Esa baja cifra, que sugiere una enfermedad que morirá rápidamente en lugar de propagarse, probablemente se debió en parte a los esfuerzos de las autoridades sanitarias de Shenzhen para detectar y aislar los casos índice y sus contactos. Si el número reproductivo sigue siendo inferior a uno, la infección no puede propagarse eficazmente.
Lessler señala, sin embargo, que la cifra de 0,4 se basa sólo en los contactos infectados conocidos. "No tenemos el cuadro completo... no había datos sobre todos los contactos desconocidos de cada caso, como las personas que viajaban en autobuses con ellos, o que se cruzaron con ellos en la calle", reconoce.
Además, los investigadores descubrieron que algunos individuos infectados eran responsables de muchas otras infecciones, lo que implica que tales superdifusores podrían volver a provocar brotes con relativa facilidad. "Nuestro análisis sugirió que alrededor del 80% de las infecciones entre los contactos fueron causadas por sólo el 8,9% de nuestros casos índice", explica el coautor Qifang Bi.