China está en el punto de mira. El gigante asiático, donde se inició la pandemia por coronavirus, se sitúa el séptimo en el ranking de contagios de la enfermedad COVID-19 a nivel mundial (83 306) y registra 3 345 fallecimientos. Los datos han hecho que muchos, como varios directivos o senadores estadounidenses, entre otros, duden de si la cifra de decesos es real. La incertidumbre se ha incrementado después de que la emisora Radio Free Asia señalara que los fallecimientos podrían ascender a 42 000 solo en Wuhan. Ante la polémica, Georgina Higueras, periodista y escritora experta en Asia Oriental, señala las claves del asunto en Informativos Telecinco.
"Radio Free Asia no es una organización cercana a los Estados Unidos, es una organización de la época de la Guerra Fría y una radio de la CIA. Forma parte del aparato de propaganda norteamericano. Las acusaciones que han realizado varios senadores estadounidenses contra China forman parte de la 'guerra' entre estos países por ser la primera potencia mundial", comenta la autora de los libros 'China: la venganza del dragón' (2003), 'El despertar de Asia' (2005) y 'En busca de mi hermana china' (2018).
¿Ha habido irregularidades en la cifra de muertos de China por coronavirus? "Sí, ha habido muertos que no se contabilizaron -al igual que en casi todos los países-, pero por una razón. Así como con el SARS tardaron cinco meses en denunciarlo, esta vez han tardado más de un mes y medio en alertar. Tras la crisis del SARS, se creó una organización nacional en China encargada de detectar este tipo de enfermedades contagiosas. El Gobierno central ha sido transparente por el mismo miedo de que se contagiaran 1 400 millones de habitantes", destaca Higueras.
"Las autoridades de Hubei trataron de ocultar el virus porque pensaban que los iban a acusar de que los mercados o porque se venden animales de contrabando. Todos los grandes directivos de la provincia han sido destituidos porque, evidentemente, el Gobierno sabe que en un primer momento falsearon la situación. En ese período, antes de avisar al mundo, puede que muriera mucha gente que no están contabilizados como enfermos de coronavirus", explica. A mediados de febrero, se hizo pública la destitución de Liu Yingzi, directora de la Comisión de Sanidad de Hubei y de Zhang Jin, secretario del Partido Comunista de China, PCCh, dentro de la misma institución.
"¿Que al principio hubo ocultamiento? Eso está claro. La gente de Wuhan cree que antes del confinamiento, y antes de que se empezara a contabilizar fallecimientos por coronavirus en China, hubo muchos muertos que no se reflejan en las cifras oficiales. Esto no quiere decir que los bulos que se publican como que los hornos de Wuhan estaban trabajando muchas horas para ocultar cuerpos, u otras teorías, sean verdad, no. Nadie tiene constancia de eso", asegura Higueras.
"Hay más fallecimientos en China de los que refleja la cifra oficial, pero no sabemos cuántos, si más, o menos. Decir que son más de 45 000 es jugar con la vida de las personas. No se puede hablar con tanta frialdad, es de ser irresponsable. Cuando ocurrió la crisis de Tiananmén, hablaron de 10 000 muertos y no los hubo", destaca la experta.
"¿Qué es lo que hizo el Gobierno chino al percatarse de la crisis? Cerraron inmediatamente la provincia de Hubei, porque no les interesaba que el coronavirus se extendiera por todo el país. La crisis se originó justo cuando estaban previstos 3 000 millones de desplazamientos, con motivo del Año Nuevo chino. Por esto se tomaron medidas tan drásticas. El Gobierno chino fue tan duro porque cuando se dieron cuenta, el problema ya estaba en la calle", añade.
"En China no han salido todos a la calle a la vez. En Wuhan, todavía, aunque ya han abierto la ciudad, para entrar y salir en coche, por ejemplo, hay barrios cerrados. La gente que se ha ido de esta ciudad después de estar dos meses y medio confinados, y han vuelto a sus ciudades, o han salido a ver a un familiar, tienen que presentar un documento. Solo pueden salir en tren 1 000 personas al día, en una ciudad de 11 millones de habitantes. El aislamiento ha sido severo, incluso les llevaban la comida a casa", precisa Higueras.
"Li Wenliang, médico de la organización estatal, fue el primero en avisar públicamente (finalmente murió por coronavirus). En uno de los grupos de We Chat que tenía con amigos, que debían ser muchos médicos, comentó que estaba viendo cosas muy raras en su hospital -ubicado en Hubei-. Colas de pacientes que presentaban dificultades respiratorias. Aunque él era oftalmólogo, informó sobre la situación. Aquí es cuando la Policía de Hubei, por miedo, quiso que no se supiera nada sobre la nueva enfermedad. En cuanto China se dio cuenta de la gravedad, se lo comunicó directamente a la Organización Mundial de la Salud, OMS, y confinó a la población", asegura.
"El fallo de la OMS ha sido que, pasado bastante tiempo, no se dio cuenta de la gravedad del asunto. Pensaron que el virus no era tan maligno como ha demostrado que es. En un primer momento, no quisieron llevarlo a extremos. No dijeron que era una pandemia a tiempo, quizá por los daños económicos que suponía. El problema principal ha sido que nadie sabía que había tanta población asintomática, y que contagian. Han sido necesarios estos meses para verlo. China tomó medidas más duras de lo que la propia OMS tomaba: la definición como muy contagioso del virus, parte más de los asiáticos. Pero es muy fácil criticar a la OMS ahora", apunta.
"No creo que en España imitemos al Gobierno chino. Hemos 'copiado' su modelo en cuanto a tratar la COVID-19, pero nuestra forma de gobierno no ha cambiado. Medidas como el confinamiento, que hemos visto en China, y que han sido positivas, se están tomando aquí, en Italia o en Francia. Lo hemos aprendido en parte a ellos. Hay que ver ahora si China imita lo que está haciendo Occidente o si es Occidente el que tiene que tomar en consideración otras medidas que se están tomando en sociedades orientales como, por ejemplo, Corea del Sur, Singapur o Taiwán, basadas en la tecnología. Lo han hecho todo a través de los móviles particulares. Estas poblaciones tienen un sentimiento profundo de importancia por la sociedad, no por lo individual", apostilla Higueras.
"Tenemos que aprender los valores de Oriente para luchar todos juntos. Igual que hemos aprendido y absorbido valores de la cocina china, habrá medidas, quien sabe si el llevar mascarilla, que se implementen en nuestra cultura para favorecer la protección y el desarrollo de la sociedad", añade. "El cambio climático va a favorecer la aparición de este tipo de virus. Una sola persona o un pueblo, incluso un país, no pueden cambiar las cosas, son problemas globales. Vamos a tener otras pandemias como esta. Hemos visto aparecer también en poco tiempo el SARS, el MERS o el Ébola", comenta la escritora.
"Los chinos tienen montones de tiendas de alimentación. Esto quiere decir que compran al por mayor, compran más barato, están dentro de su red y consiguen beneficio. La mayoría de los chinos trata de economizar en la bolsa de la compra. La comunidad es muy fuerte, muy ligada entre sí, con mucho apoyo entre ellos", señala la periodista.
"Para ayudarse los unos a los otros, los chinos compran la comida a otros chinos -redes-, o se la intercambian por favores en actividades como la peluquería. En el polígono Cobo Calleja, Fuenlabrada, C. de Madrid, hay mucha alimentación para la comunidad china. La compran mucho más barata que en las tiendas normales. Tienen formas como para alimentar a su comunidad, y a través de su red. De esta manera, ellos ganan más", concluye.