Crisis de fatiga. Es la nueva enfermedad de la era poscoronavirus que llega. El cuerpo humano siempre reacciona ante las alertas y el mundo nos ha inundado con ellas: una pandemia como el coronavirus que va a cambiar nuestro día a día y que no se va a ir pronto. Las manifestaciones, protestas y la ira social que se vive en diferentes puntos del planeta donde el racismo y la desigualdad siguen muy vivos.
La revista Wired ha puesto el foco en una tema del que vamos a hablar una vez se gane la batalla al coronavirus. Sus secuelas. Con una amenaza, las glándulas suprarrenales inundan el cuerpo con la hormona del estrés cortisol y adrenalina. Es la combinación cuando el ser humano lucha por la supervivencia, cuando tiene que huir o pelear.
Ahora, el enemigo ataca a nuestro cerebro, bombardeados por una avalancha de crisis : la pandemia de Covid-19 , la angustia económica y los disturbios civiles en lugares como EEUU, pero también el enfrentamiento social en lugares como España. Nuestro cuerpo está adaptado para manejar el estrés temporal, pero no para un acoso y derribo como el que está sufriendo este año de convulsión.
Los altos niveles altos de cortisol a lo largo del tiempo causan estragos en el cuerpo y provocan ansiedad (ya hay test para detectarla) e insomnio, algo que agrava el alto período de confinamiento, que también ha provocado un aumento de los casos de bulimia y anorexia, un abuso del consumo de tabaco y alcohol y de la fast food o el picoteo. El síndrome de Cushing es la enfermedad que puede provocar este exceso de cortisol y sus características son un claro aumento de peso, presión arterial alta e incluso pérdida ósea. No podemos olvidar una realidad: las enfermedades de este siglo están en nuestro cerebro y son el estrés y la depresión. Y matan.
Wired ha detectado dos reacciones ante esta crisis de fatiga, las de que deciden que nada importa ya y todo da igual -puede ser los mismos que no respetan las reglas de confinamiento y solo quieren disfrutar del día a día- o a los que les inunda un profundo pesimismo.
Esta generación parece esta agotada emocionalmente, algunos hablan ya de generación perdida. El colapso económico de 2008, los incendios forestales que asolaron el oeste de Estados Unidos , los huracanes cada vez más fuertes la costa este y el brexit, se suceden sin parar mientras las noticias nos bombardean con aletas constantes. La capacidad de resistencia tiene un límite.
El Covid nos ha dado la puntilla. Tal y como relata Wired constantemente nos hacemos una serie de preguntas. ¿Me contagiaré? ¡ ¿estaré asintomático o terminaré en la sala de emergencias? ¿Qué pasará con mis padres o mis abuelos? ¿La supuesta segunda ola de la pandemia que podría llegar en invierno será peor que la primera? Y no hay respuestas en una época en la que las fake news y la falta de respeto a la verdad impera. Porque ni ese asidero, el de la información verificable, tienen ya los ciudadanos.
Algunos sociólogos apuntan que lo peor está por llegar, porque el impacto del coronavirus en la economía puede ser tremendo. Las colas del hambre de gente de clase media son una realidad ya en España. El profesor de Estética y filósofo italiano Massimo Cacciari ha dejado una sentencia que también tiene que ver con esta realidad en El Confidencial: "Si se cumplen los pronósticos económicos, en octubre habrá mucho más que protestas". Porque sí, estamos agotados, tenemos crisis de fatiga y podemos estallar.