Nada menos que el 30 por ciento de las bajas laborales en España son causadas por el estrés y la ansiedad, según los datos del 2018 del Instituto Nacional de Estadística (INE), un dato que dice mucho acerca de las condiciones de trabajo a las que hacen frente los españoles. Aunque poco a poco las empresas comienzan a comprender la importancia de trabajar en un entorno saludable y más humano (también de cara a su propia productividad), la realidad es que el clima de trabajo sigue propiciando situaciones de estrés, tristeza, ansiedad y depresión que derivan en bajas médicas. ¿Qué es el estrés laboral
El ritmo frenético de trabajo que asumen la mayoría de los españoles tiene sus consecuencias para la salud: al fin y al cabo, y por mucho que seamos capaces de adaptarnos a situaciones de gran presión, existen ciertos climas que ponen a prueba nuestra salud mental, y que pueden acabar minándola. El estrés laboral es, por ello, un fenómeno cada vez más frecuente, cuya incidencia aumenta que en nuestra sociedad.
Ello tiene que ver con cómo han cambiado los tipos de trabajo en las últimas décadas, pasando a exigir cada vez más un esfuerzo mental y no tanto físico. La exigencia de resultados inalcanzables, el sometimiento a grandes dosis de presión, las estructuras verticales, la frialdad de las grandes oficinas, la falta de formación en liderazgo de muchos jefes... todos estos factores juegan en contra de la salud mental de los empleados, especialmente cuando el mercado laboral impide o dificulta el cambio y la mejora.
Según recuerda el equipo de psicólogos de la web de salud pública del Ayuntamiento de Madrid, no siempre las respuestas para hacer frente a las demandas tienen un carácter negativo, ya que muchas veces son necesarias para enfrentarnos a situaciones difíciles y para la supervivencia. En este sentido, cierto nivel de estrés es necesario para responder satisfactoriamente no solo ante sus propias necesidades o expectativas, sino a las exigencias del entorno. Un nivel muy bajo de estrés podría traducirse en "desmotivación, conformismo y desinterés".
Sin embargo, en el extremo contrario existe un tipo de estrés negativo o distrés, que se corresponde con un nivel de activación del organismo excesivo o inadecuado a la demanda de la situación, y que provoca disfunciones en la persona. En este sentido, llamamos estrés laboral a un conjunto de reacciones emocionales, cognitivas, fisiológicas y del comportamiento del trabajador a ciertos aspectos adversos o nocivos del contenido, el entorno o la organización del trabajo.
Si en España el estrés laboral genera un 30 por ciento de las bajas laborales, esta enfermedad mental es también la segunda causa de baja laboral en la Unión Europea, afectando anualmente a 40 millones de trabajadores y suponiendo para sus países miembros un coste de veinte mil millones de euros al año en gastos sanitarios.
El estrés laboral puede surgir cuando las demandas del trabajo son altas y la capacidad de control de toma de decisiones (por falta de recursos) es baja. La falta de apoyo social en el trabajo puede alimentar el estrés (y viceversa), del mismo modo que la falta de recursos (ya sean propios o dependientes de terceros) para hacer frente a las demandas laborales puede aumentar la tensión del empleado. Otro escenario que suele provocar estrés laboral es la baja recompensa al trabajador ante un gran esfuerzo en el trabajo, ya sea en forma de dinero, estima o estatus en la empresa.
El resultado son síntomas del estrés laboral que pueden ser físicos o psíquicos:
Entre los signos o manifestaciones externas a nivel motor y de conducta, encontramos el hablar rápido, la presencia de temblores o tartamudeo, la imprecisión al hablar, la precipitación a la hora de actuar, explosiones emocionales, voz entrecortada, comer excesivamente o falta de apetito, conductas impulsivas, risa nerviosa y bostezos frecuentes.
Mantener este nivel de estrés negativo puede provocar el desarrollo de trastornos psicológicos asociados, como trastornos del sueño, trastornos de ansiedad, fobias, drogodependencias, trastornos sexuales, depresión y otros trastornos afectivos, trastornos de la alimentación, trastornos de la personalidad e incluso trastornos esquizofrénicos.
Cuando un médico nos diagnostique esta dolencia, estaremos en disposición de solicitar la baja por estrés laboral. Dado que la causa está relacionada con el trabajo, estaríamos hablando de una baja por contingencias profesionales, que se produce cuando el trabajador ha desarrollado la enfermedad por motivos relacionados con su actividad laboral. De hecho, el mobbing o acoso laboral y el estrés son algunas de las principales causas de este tipo de baja.
Esta incapacidad laboral se gestiona a través de la mutua, que es también la responsable de sufragar la baja médica, que comenzará a abonarse al día siguiente a su reconocimiento. En cuanto a su duración, un trabajador puede estar de baja por este tp de afección durante hasta 12 meses, prorrogables otros seis en caso de que el profesional así lo estime.
Por último, es requisito para solicitar la baja por estrés laboral constar de alta en la Seguridad Social en el momento de solicitar la baja por depresión (si es un profesional autónomo, debe estar al día en el pago de sus cotizaciones sociales). En el caso de contingencias profesionales, no es necesario acreditar haber cotizado un periodo mínimo a la Seguridad Social.