Todos sabemos lo que es una relación tóxica. Lo hemos visto en amigos, en exparejas y hasta en programas de televisión. Pero a la hora de describir una relación sana nos quedamos en blanco.
Parece obvio. El problema es que cuando nos embarcamos en una relación de pareja, todas las creencias sobre el romanticismo tóxico tienen mucho peso. A lo largo de nuestra vida hemos elaborado un ideal sobre el amor que es inalcanzable y falso, y lo peor de todo es que comparamos todas nuestras relaciones con él.
Este ideal no surge de la nada. Se va gestando poco a poco a partir de series en las que los celos son una señal de amor, películas en las que la amistad entre hombres y mujeres se considera algo utópico y canciones que ensalzan la dependencia emocional. Con el tiempo, reproducimos en nuestras relaciones todas esas creencias acerca del amor y convertimos las relaciones tóxicas.
Queremos que nuestra relación sea sana, pero no sabemos cómo alcanzar esa cima de nuestro propio Everest emocional. La clave es ir poco a poco. No es razonable eliminar todas las pautas tóxicas en un solo día. En vez de eso, debemos intentar ir añadiendo comportamientos saludables de forma progresiva, para que sustituyan a esas dinámicas dañinas como los celos, la posesividad o la codependencia. La gran pregunta es, ¿cuáles son esas conductas saludables?
Igual que discutes con tus padres o con tus amigos, es normal tener conflictos con tu pareja. ¿Significa eso que no sois compatibles? ¡En absoluto!
Lo importante es que durante la discusión, siempre haya respeto mutuo. Eso significa no alzar la voz, empatizar con las emociones de la otra persona y dejar de lado tu orgullo.
Es muy fácil rememorar el día en el que os conocisteis o repetiros lo mucho que os queréis. Lo difícil es sacar a relucir lo malo: inseguridades, miedos, lastres emocionales de anteriores relaciones…
Todos esos pensamientos negativos no van a desaparecer de la noche a la mañana. Tienes que hablar de ellos con tu pareja.
Da igual que ambos seáis muy sexuales o que prefiráis los abrazos sin más pretensiones, lo importante es que os compenetréis. Sin embargo, también entendéis que a veces uno de los dos puede pasar rachas de apatía sexual o, en el lado opuesto, de mucha excitación.
El trabajo, el clima o la salud afectan a nuestro apetito, y es importante no forzar a la otra persona para que se adecúe a lo que tú quieres. Debéis encontrar un punto medio, no ceder para complacer al otro.
Todos nos equivocamos, pero en una relación sana siempre hay sitio para un “perdón”.
¡Ojo! Las palabras se las lleva el viento. Hay que acompañar tu disculpa con conductas congruentes o de lo contrario perderás la confianza de tu pareja.
Disfrutáis muchísimo de los momentos juntos, pero también reserváis ratitos para disfrutar de vuestra autonomía. A veces simplemente queréis estar solos, y en ocasiones preferís quedar con amigos o con la familia sin parejas de por medio.
Si tu pareja quiere tiempo a solas no te sientas inseguro y aprovecha la oportunidad para cultivar tu propia independencia.
Si dudas sobre qué cereales comprar, ¿cómo no vas a dudar sobre tu relación?
Es inevitable tener pequeñas inquietudes. Por ejemplo, sobre el futuro, sobre cómo resolveréis ciertos problemas, o sobre asuntos sin resolver del pasado. Lo importante es hablar de ellas, normalizarlas y resolverlas juntos.
Estás con tu pareja porque la adoras. Es atractiva, divertida, inteligente, graciosa… En resumen, un sinfín de atributos positivos. Pero también eres consciente de que no es un dios ni una diosa.
Conoces sus defectos y eres el primero que le apoya cuando decide mejorar o cambiar lo que no le gusta de sí mismo.
Salvo que llevéis juntos desde el colegio, es probable que tu pareja tenga un pasado afectivo o sexual. Ha tenido novios o novias y ha tenido amantes. Pero eso es el pasado y no afecta para nada a tu relación.
Si lleváis mucho tiempo juntos, habrás aprendido que en cualquier relación la estabilidad es muy importante. Tenéis planes en común y sabéis lo que queréis a corto, medio y largo plazo.
Pero ojo, también es importante dejar sitio para la flexibilidad. Las relaciones cambian. El enamoramiento del principio va dejando paso a la confianza. Además, a veces surgen imprevistos que os pueden afectar, como que le den un puesto de trabajo lejos de ti. Afortunadamente habéis aprendido a adaptaros a los cambios.
Como veíamos antes, es importante tener cierta estabilidad, y esa estabilidad muchas veces se convierte en una rutina. Los viernes veis una película mientras coméis palomitas. Los domingos hacéis una ruta por el campo. Los miércoles cenáis pizza.
Pese a la monotonía, no dais por sentado la relación. Seguís esforzándoos mutuamente para que la otra persona se sienta única, especial y valorada.