Levantase cansado y apático es algo relativamente frecuente -y más ahora en tiempos de pandemia-. y tiene que ver tanto con nuestro estado físico como con lo mental. La falta de motivación, una vida sedentaria, una mala alimentación, un descanso inadecuado... son factores que influyen en nuestra energía, aunque también se trata de aprender a motivarnos para hacer nuestros días más llevaderos y nuestras tareas diarias más emocionantes. ¿Cómo poner fin a la fatiga constante
El cansancio constante tiene que ver con nuestras rutinas de salud y con lo mucho o poco que nos gusten nuestras tareas diarias, entre otras muchas cosas. Además, los cambios de estación y la llegada de la primavera pueden, por sí solos, tener un efecto negativo en nuestra energía. Si el cansancio se ha convertido en rutina, y no en algo puntual, es el momento de tomar medidas para mejorar y sacar más partido a tu día a día.
Lo primero que debemos hacer es revisar nuestras rutinas, a todos los niveles: ¿A qué hora solemos comer? ¿Qué tipo de alimentos ingerimos? ¿Hacemos ejercicio? ¿A qué hora nos acostamos y cómo es la calidad de nuestro sueño? ¿Cuántas de nuestras tareas diarias disfrutamos realmente? Y lo más importante, ¿cómo podemos mejorar nuestra calidad de vida ajustando todas estas pautas para viven mejor?
En el plano físico, llevar una alimentación adecuada es clave para sentirnos más fuertes y enérgicos. Aunque cada caso tiene sus particularidades, todos conocemos las claves de una buena alimentación: materia prima de calidad, mucha fruta y verdura, una buena hidratación, no saltarse el desayuno y espaciar las comidas al menos en cuatro tomas al día, evitar el tabaco y el alcohol, controlar el consumo de café y bebidas excitantes...
En este sentido, las comidas copiosas pueden afectar a nuestro rendimiento, por lo que es mejor evitarlas. Lo mismo se aplica a precocinados, alimentos industriales... Comer mejor se nota muy rápidamente en nuestro rendimiento: nos sentimos más ligeros, más motivados y más sanos, y eso se extrapola fácilmente al resto de facetas de nuestra vida.
Además, descansar bien es otro pilar básico para afrontar el día con energía. Debemos descansar de media 8 horas y hacerlo bien, acostándonos a una hora apropiada, evitando bebidas excitantes o alcohólicas en las horas previas al sueño, evitando la entrada de pantallas en la habitación... Lo ideal para descansar mejor es crear un ambiente tranquilo y libre de tecnologías, y sustituir la pantalla del móvil por un buen libro o, simplemente, un momento para repasar el día y no hacer absolutamente nada.
Dormir mejor te será mucho más sencillo si introduces la práctica de ejercicio en tu día a día: hacer ejercicio como mínimo tres veces a la semana te ayudará a aumentar los niveles de serotonina (la hormona de la felicidad) y mejorar el humor. Del mismo modo, el simple hecho de estar cuidándote repercutirá en otras facetas de tu vida, y te ayudará a estar más motivado.
Pero, además de todo esto, una forma de mejorar tu rendimiento y evitar el cansancio es mejorar tu motivación, y ello pasa por buscar un propósito vital y ‘dar una vuelta’ a tus rutinas para hacerlas más placenteras, o al menos compensar las actividades que no te gustan con aquellas que sí. Atender a tus aficiones adecuadamente puede ayudarte (y mucho) a afrontar el resto de cosas con una energía muy distinta.
En el caso de las mujeres, conocer su ciclo y utilizar esta información a su favor es básico: con la menstruación, la energía decae por lo que puede ser un buen momento para afrontar tareas mecánicas que requieran poca concentración y energía física. Es una buena forma de mantener las reservas altas para los momentos de mayor energía, evitando arrastrar cansancio a lo largo del mes.
Por último, hay que poner en valor la necesidad de descansar: si vamos juntando una tarea con otra sin tener tiempo para respirar, es imposible no agotarse. Por eso es importante reservar huecos para desconectar y, en la medida de lo posible, hacerlo en un contexto distinto (una excursión, una visita a algún lugar...). También aprender a ponerse en el centro y a decir “no” cuando sea necesario: la mejor forma de ayudar a los demás es hacerlo con nuestra energía al máximo y, para ello, debemos aprender a dosificarla.