Todo el mundo toma medicamentos en algún momento de su vida, ya sea por prescripción médica o por libre para tratar un dolor puntual. Pero no hay que olvidar que los fármacos son compuestos químicos, por lo que deben tomarse siempre con conciencia. ¿Cómo actúan en nuestro organismo?
Los medicamentos ayudan a tratar enfermedades y aliviar síntomas, así como prevenir y diagnosticar enfermedades. Algunos pueden obtenerse libremente en farmacias, droguerías u otros establecimientos, mientras que otros requieren de receta médica para poder comprarse.
Su procedencia es muy variada. Los hay que se extraen de la naturaleza, de las plantas, mientras que otros se fabrican en laboratorios a partir de sustancias químicas. También los hay que son subproductos fabricados por hongos, siendo el mejor ejemplo la penicilina, y están los que se obtienen a través de la ingeniería biológica, modificando bacterias para que fabriquen la sustancia que sirve para tratar un problema concreto de salud.
En cuanto a la forma de los medicamentos, solemos pensar en pastillas, pero los hay en jarabe líquido, en gotas, cremas, inhaladores, parches e inyecciones y medicamentos intravenosos.
¿Cómo actúan los medicamentos en el organismo?
Cada medicamento tiene una función diferente. Cuando le damos un fármaco a nuestro cuerpo, el ingrediente activo del mismo penetra en la circulación y llega a la sangre del objetivo deseado, donde interactúa con las células locales para un fin concreto, ya sea este aliviar, eliminar o evitar que se produzca una infección, por ejemplo.
Los fármacos pueden curar enfermedades matando los gérmenes invasores o deteniendo su avance, como las bacterias y los virus. Estos son los antibióticos, que se utilizan para tratar todo tipo de infecciones, ya sean de oído, de garganta, una gripe, etcétera.
Los que se usan para tratar el cáncer matado las células cancerosas que se dividen o impiden que se sigan multiplicando.
Cuando padecemos un déficit de vitaminas o de hormonas, los medicamentos que se utilizan administran esas sustancias al cuerpo, que son químicos naturales. Un ejemplo muy común es la insulina, que regula las concentraciones de glucosa en sangre, cuya administración es necesaria en los diabéticos. También es habitual en la población el déficit de la hormona tiroidea.
Getty Imagestelecinco.es
También hay medicamentos que actúan sobre partes del sistema nervioso que controlan los procesos biológicos en los órganos del cuerpo.
Por otro lado, están los medicamentos que sirven para tratar los síntomas, como son las náuseas o dolor de cabeza, pero que no pueden curar en sí.
El ibuprofeno y el paracetamol que consume gran parte de la ciudadanía cuando sufre una lesión o una molestia puntual alivian el dolor. Son los analgésicos, que bien pueden hacer que un músculo distendido deje de doler, pero no pueden hacer que deje de estarlo. Estos bloquean las vías nerviosas para que dejen de trasmitir las señales de dolor desde la parte del cuerpo lesionada o irritada hasta el cerebro.
Getty Imagestelecinco.es
Para las afecciones crónicas o de larga duración, como la hipertensión arterial o el colesterol alto, se usan medicamentos que no permiten curar, pero ayudan a prevenir algunos de los efectos nocivos sobre el cuerpo.
Por último, podemos incluir entre los medicamentos las vacunas, que impiden que la gente enferme, inmunizando contra enfermedades infecciosas. “Las vacunas funcionan imitando a los virus y las bacterias que causan enfermedades preparando al sistema inmune para reconocer y defenderse contra ella”, explican desde la Asociación Española de Medicamentos y Productos Sanitarios. Gracias a las vacunas hemos podido controlar enfermedades como el sarampión, la tos ferina, la varicela y, ahora, el coronavirus.