La temperatura corporal media del ser humano oscila entre los 36,3 y los 37,1ºC. Cuando ese valor desciende, tendemos a acatarrarnos, la piel se irrita o tiritamos, pero eso no es todo. Dentro de nuestro organismo, el sistema nervioso, el corazón y otros órganos se ven afectados por el frío extremo cuando este es prolongado, especialmente en las personas mayores.
El cuerpo humano no está diseñado para el frío extremo. Cuando las temperaturas bajan drásticamente, empieza a ponerse ‘a la defensiva’: temblamos, nos castañean los dientes, se nos pone la piel de gallina… Todo ello forma parte de los mecanismos que el organismo tiene para autocalentarse, o mejor dicho, evitar la pérdida de calor en la medida de lo posible.
Lo primero que se nos ‘congela’ son las extremidades. Esto pasa porque la energía se centra en mantener los órganos vitales y el flujo de sangre se reduce. Esta falta de circulación puede hacer que los tejidos se congelen y se rompan.
A corto plazo, lo más típico son enfermedades como la rinofaringitis, la bronquitis, la amigdalitis o la gripe, que requieren de atención médica, la fiebre o los dolores por la respuesta vasoconstrictora del cuerpo.
Lo más grave que nos puede pasar de inmediato, durante la exposición al frío, es la pérdida del conocimiento, la desorientación o que notemos que tenemos muy poca energía. Todo ello son síntomas de una hipotermia, que se trata de una urgencia médica porque la temperatura del cuerpo cae por debajo de los 35ºC.
A la larga, informan desde los laboratorios Normon, el frío debilita las defensas del sistema inmunológico y nos hace más vulnerables a futuros virus, además de incrementar el riesgo de infarto en un 20%, porque el organismo contrae los vasos sanguíneos y puede darse una obstrucción.
En personas mayores, el riesgo se acentúa mucho. "Las enfermedades respiratorias son muy prevalentes en las personas ancianas, en las más mayores. Con la edad disminuye la capacidad de reserva del cuerpo, de los órganos, de la que tiramos cuando estamos enfermos y el cuerpo nos pide más", subraya en una entrevista con Infosalus el doctor José Antonio Serra, jefe del servicio de Geriatría del Hospital General Universitario Gregorio Marañón de Madrid.