La llegada del frío hace que la circulación sanguínea se resienta. Nuestra piel expuesta al frío hace que la sangre que corre por debajo no lo haga tan fácilmente como en los días de calor. Al final, se nos acaban quedando las extremidades frías y nos desesperamos porque no sabemos qué hacer, si ponernos tres capas de calcetines, si pegar los pies al radiador o si colgar de ellos botellas de agua caliente. ¡Olvida todo eso! Estas son las maneras más efectivas de calentar tus pies en las frías noches de otoño e invierno.
Calienta los calcetines minutos antes
Los calcetines pueden ser tu salvación. El pie no se queda desnudo y no se humedece con el roce del zapato. Pero si realmente quieres usar tus calcetines para combatir el frío y que funcionen, ponlos en el radiador o en una fuente de calor diez minutos antes de meterte en la cama. En cuanto te los pongas notarás cómo el calor activa tu circulación en solo unos minutos. Prueba también a frotar un pie con el otro. Acelerarás el proceso.
¿Qué tejido es el más aconsejable?
Es cierto que cualquier tipo de calcetín te ayudará a calentar los pies, pero nuestros preferidos son los de lana: están fabricados con fibra natural y contienen bolsas de aire que atrapan mejor el calor que los sintéticos. Los de algodón son también una buena opción. Aunque si eres de los que no se libra ni un solo día de los pies fríos al acostarse, te recomendamos que compres unos calcetines térmicos.
El calor seco, mejor que el húmedo
Las bolsas de agua caliente siguen siendo la salvación para muchos todavía. Sin embargo, desde que se descubrieron las bolsas de calor seco (de arroz o diferentes semillas), las noches se hacen más cálidas y apetecibles. Están fabricadas con una tela suave, y con tres minutos en el micro basta. Además, el calor que desprenden no deja sensación húmeda e incómoda. Te ahorrarás el riesgo de que se salga el agua y te quemes, como ocurre a veces con las bolsas tradicionales.
El spa en casa: agua tibia para los pies
Si tienes un ratito de descanso antes de irte a la cama, vierte agua tibia en un barreño y mete los pies durante unos minutos. Si quieres, además, sentirte como un rey o una reina, añade al agua sales o crema de pies. ¡El placer será inigualable! Una vez terminado el baño, seca los pies a conciencia: los restos de agua pueden hacer que se enfríen y volver a dejarte el pie como un polo.
Masajea tus pies con crema
Puesto que es la sangre la que nos da calor, debemos estimular su circulación. ¿Cómo? Masajeando tus pies. De dedos a talón, pasando por el empeine, frota en círculos el pie hasta que entre en calor. Ayúdate de tu crema habitual para pies para que las manos se resbalen mejor por el pie.
Advertencia: se desaconseja el uso del barreño y la crema a los diabéticos. Los que padecen esta enfermedad suelen tener cambios en la piel de los pies (se quedan secos, se pelan…) que tienen que ver con el mal funcionamiento de los nervios que controlan la humedad. Si los mantienes en remojo o das crema entre los dedos, la humedad puede ser excesiva e infectarse. Seca los pies bien y ponte calcetines.
Método Buteyko: respirar diferente te calienta los pies
Este método de respiración Buteyko asegura que, si acortas los tiempos de aspiración y espiración, entrarás en calor antes. No se trata tampoco de hiperventilar. Tienes que recostarte sobre tiu lado izquierdo y mantenerte relajado. Coge aire por la nariz y suéltalo antes de lo habitual. Tras tres minutos con el mismo procedimiento habrás notado como tu cuerpo ha recibido un excedente de oxígeno que ayuda calentar el termostato corporal.
En la oficina, camina
A veces, te traes el frío de los pies de la cama al trabajo. Permanecemos mucho tiempo en la misma postura y no facilitamos la llegada de la sangre a las extremidades. Si tienes ocasión levanta del ordenador y mueve tus pies en círculos, y de arriba a abajo. Si estás en tu tiempo de descanso también puedes aprovechar a caminar.
En la cama, ponte boca abajo
Nos metemos en la cama, con el edredón y tres mantas remetidas en el colchón, y aun así los pies conservan el frío. ¡No te preocupes! La solución es ponerse boca abajo. La postura ayuda a que la circulación se produzca con mayor facilidad y que los pies se calienten antes. Si boca abajo no te encuentras cómodo, siempre puedes ponerte como quieras una vez hayas entrado en calor.
Humano + humano: el clásico que no falla
Si nada de esto te sirve, siempre puedes recurrir a la técnica de siempre… ¡el calor humano! Pega los pies a los de tu pareja, si es que tienes, y disfruta de una noche cálida y agradable. No atiendas a sus quejas, en pocos minutos ambas temperaturas se habrán equilibrado.