Una investigación detecta arsénico, plomo y otros metales tóxicos en diferentes marcas de tampones que se comercializan en Estados Unidos y algunos países de Europa.
El estudio ha sido desarrollada por la Facultad de Salud Pública de Berkeley de la Universidad de California (EEUU), y ha sido publicado en publicada en Environment International.
Los científicos han evaluado diferentes tipos de metales en 30 tampones de 14 marcas. "Detectamos concentraciones de varios metales tóxicos, incluidas concentraciones elevadas de plomo", indican en el estudio.
En cada tampón se han analizado 16 tipos de metales: arsénico, bario, calcio, cadmio, cobalto, cromo, cobre, hierro, manganeso, mercurio, níquel, plomo, selenio, estroncio, vanadio y zinc. Y en cada tampón se han encontrado al menos uno de estos.
"Detectamos los 16 metales en al menos un tampón muestreado, incluidos algunos metales tóxicos como el plomo, que no tiene un nivel de exposición seguro”, manifiestan los autores. A lo que añaden: "El uso de tampones es una fuente potencial de exposición a metales".
Las concentraciones de metales se diferenciaban dependiendo de si se vendían en EE. UU., la Unión Europea o Reino Unido y de si eran ecológicos, de marca o del supermercado.
"La mayoría de los metales diferían según el estado orgánico; las concentraciones de plomo fueron más altas en los tampones no orgánicos, mientras que el arsénico fue más alto en los tampones orgánicos. Ninguna categoría tuvo concentraciones consistentemente más bajas de todos", apuntan los autores. Las conclusiones del estudio no indican las marcas analizadas.
Los metales pueden llegar a los tampones de varias maneras. Una de las formas es que el algodón puede absorber agua, aire o tierra contaminados. Otra, que los fabricantes hayan añadido estos metales intencionadamente como parte del proceso de fabricación.
Los investigadores, dirigidos por la doctora Jenni Shearston, afirman que son necesarios más estudios para determinar si los metales se filtran a través de los tampones, ya que presencia es particularmente preocupante dado que la piel de la vagina es más permeable que otras áreas del cuerpo.
“Nuestros hallazgos apuntan hacia la necesidad de regulaciones que exijan que los fabricantes realicen pruebas de los metales en los tampones”, escribieron los autores del estudio.
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