El 2 de marzo se celebra el Día Mundial del Bienestar Mental para Adolescentes con el objetivo de concienciar de los problemas de salud mental entre los jóvenes. Según cifras de la Organización Mundial de la Salud, una de cada siete personas de entre 10 y 19 años sufre un problema de salud mental.
De vez en cuando, mucha gente manifiesta problemas de salud mental, pero cuando los signos y síntomas se perpetúan y afectan a la vida cotidiana esto se convierte en una enfermedad, que puede empeorar con el tiempo de no ser tratada. Por ello, conviene atender a estas manifestaciones que pueden ser indicativas de un problema de salud mental y acudir al médico de Atención Primaria si presentamos alguno de ellos.
Según Mayo Clinic, los síntomas pueden ser físicos, molestias y dolores que parecen no tener explicación. Mentalmente, pueden variar según el tipo de trastorno y las circunstancias, entre otros factores, pero algunos de los más comunes que citan son los siguientes:
Es importante atender a estos síntomas y pedir ayuda, especialmente, en la adolescencia, cuando se viven cambios físicos, emocionales y sociales que hacen que este grupo sea especialmente vulnerable a sufrir problemas de salud mental.
Aunque las enfermedades mentales suelen tener un origen genético o ambiental, existen una serie de factores de riesgo que aumentan la probabilidad de padecer un trastorno. Según la OMS, en la adolescencia, estos pueden ser: “la exposición a la adversidad, la presión social de sus compañeros y la exploración de su propia identidad”. Además, “la influencia de los medios de comunicación y la imposición de normas de género pueden exacerbar la discrepancia entre la realidad que vive el adolescente y sus percepciones o aspiraciones de cara al futuro”.
“Otros determinantes importantes de la salud mental de los adolescentes son la calidad de su vida doméstica y las relaciones con sus compañeros. La violencia (en particular la violencia sexual y la intimidación), una educación muy severa por parte de los padres y problemas socioeconómicos y problemas graves de otra índole constituyen riesgos reconocidos para la salud mental”, añaden.
Para cuidar la salud mental, en esta etapa de la vida, la OMS recalca la importancia de "la adopción de patrones de sueño saludables, hacer ejercicio regularmente, desarrollar habilidades para mantener relaciones interpersonales, hacer frente a situaciones difíciles y resolver problemas, y aprender a gestionar las emociones. Es importante contar con un entorno favorable y de protección en la familia, la escuela y la comunidad en general".
Desde la organización consideran “que es clave evitar la institucionalización y la medicalización excesiva, priorizar las soluciones no farmacológicas y respetar los derechos de los niños recogidos en la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño y otros instrumentos de derechos humanos”.
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