Ryan, el menor de 14 años muerto en Getafe, sufrió una parada cardiorrespiratoria por sobredosis de cocaína. La tomó junto a una bebida energética. Los expertos advierten de los riesgos de beber estos productos junto a drogas, de cualquier tipo. “Es como combinar medicamentos estimulantes -como los que se usan para tratar el TDAH- con alcohol”, nos explica Vicente Javier Clemente Suárez, director del Grupo de Investigación en Psicofisiología Aplicada de la Universidad Europea.
“La combinación de bebidas energéticas con drogas -incluyendo el alcohol- puede aumentar los riesgos para la salud debido a la interacción entre los efectos estimulantes de las bebidas y los efectos de las drogas”, explica el catedrático Vicente Javier Clemente. “Por ejemplo, la combinación con alcohol puede llevar a un mayor riesgo de deshidratación, alteraciones del ritmo cardiaco y una mayor probabilidad de participar en comportamientos de riesgo debido a la percepción reducida de intoxicación”.
El 47,7 % de los estudiantes de 14 a 18 años ha tomado este tipo de bebidas en los últimos 30 días, según datos la Encuesta sobre alcohol y drogas en enseñanzas secundarias en España (ESTUDES) que hace cada dos años la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas (PNSD) y que desde 2014 incluye un apartado sobre bebidas energéticas.
Tomar una refresco energético de este tipo junto con alguna droga sería como combinar medicamentos estimulantes -como los que se usan para tratar el TDAH- con alcohol, señala el investigador de la Universidad Europea. “Esta combinación puede llevar a un estado de estimulación excesiva del sistema nervioso central, similar al efecto de mezclar bebidas energéticas con drogas, lo que aumenta el riesgo de efectos adversos graves y comportamientos de riesgo”.
El 19,5 % de los menores respondieron que mezclaban la bebida energética con alcohol, según las conclusiones de ESTUDES. De forma generalizada la prevalencia es mayor en chicos que en chicas.
Estas bebidas energéticas llevan “cafeína, taurina, vitaminas (especialmente del grupo B), glucuronolactona, azúcares o edulcorantes como el aspartamo, y en algunos casos, extractos de plantas como guaraná o ginseng”, que son “ingredientes diseñados para aumentar la energía y mejorar el rendimiento físico y mental”, detalla Clemente Suárez.
La cafeína es la sustancia que más afecta al cuerpo. Aumenta el estado de alerta y reduciendo la fatiga. Sin embargo, el “consumo excesivo” puede llevar a un “aumento de la frecuencia cardiaca y la tensión arterial, dificultades para concentrarse, irritabilidad, y en dosis altas, problemas más graves como alucinaciones o cefaleas”, explica el investigador.
La encuesta ESTUDES concluye que “evolutivamente, se puede apreciar que, aunque los datos no muestran una amplia dispersión, la prevalencia de consumo de bebidas energéticas en 2023 es la mayor de toda la serie analizada” y afirma que hay una mayor prevalencia de consumo de las diferentes drogas entre aquellos estudiantes que han consumido bebidas energéticas de alto contenido en cafeína.
Por su cada vez mayor aumento y por los “riesgos asociados, especialmente para poblaciones vulnerables como niños y adolescentes, algunos expertos –señala el investigador- abogan por un control más estricto” en la venta y publicidad de estas bebidas energéticas.
La decisión depende de las autoridades. Algunos países ya regulan las bebidas estimulantes.
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