Se estima que seis millones y medio de personas vivirán solas en España dentro de 15 años. La soledad no deseada puede llegar a matar. Un nuevo estudio realizado durante más de 12 años por la Universidad de Glasgow así lo afirma.
Los investigadores de la universidad británica preguntaron a 450.000 personas de entre 40 y 70 años durante 12 años cómo se sentían.
Les hicieron cinco preguntas, que son las siguientes:
Los investigadores vieron que durante el tiempo que duró su investigación, ahora publicada en la revista 'BMC Medicine' murieron 33.135 personas. La inmensa mayoría de ellos, el 39%, habían respondido negativamente a la pregunta tres.
Ya se sabía que niveles insuficientes de distintos tipos de conexión social, como sentirse solo o no ver a amigos y familiares con frecuencia, se asocia con el riesgo de muerte prematura. Este nuevo estudio de Universidad de Glasgow añade que carecer de múltiples formas de conexión social aumenta aún más el riesgo de morir prematuramente.
Así la investigación ha descubierto que quienes viven solos, que además carecen de otros marcadores de conexión social, como tener un contacto poco frecuente con amigos y familiares o no participar en actividades regulares de grupo, pueden tener un riesgo de muerte especialmente alto.
El estudio sugiere que los efectos de ciertos marcadores extremos de desconexión social, como las personas que viven solas y tampoco ven nunca a sus amigos y familiares, pueden ser lo bastante fuertes como para enmascarar los beneficios de tener algunas conexiones sociales positivas, como participar en actividades de grupo con regularidad.
"Nuestro estudio analiza varias dimensiones de la conexión social y ha descubierto que la combinación de distintas dimensiones podría afectar al riesgo de muerte prematura más de lo que se pensaba. Esto significa que, a la hora de abordar problemas como la soledad y el aislamiento social, debemos evaluar estas distintas dimensiones tanto por separado como combinadas si queremos identificar y apoyar a los más aislados de la sociedad", ha señalado el investigador clínico de la Escuela de Salud y Bienestar de la Universidad de Glasgow, Hamish Foster.