Un dolor de cabeza fuerte y repentino puede ser síntoma de estar sufriendo un ictus, aunque en la mayoría de las ocasiones no causa molestia alguna. Este es uno de los motivos por los que, de manera frecuente, el diagnóstico se retrasa y, con ello, el tiempo de actuación.
Además, es probable que la persona que sufre el ictus, cuyo Día Mundial se celebra este domingo, 29 de octubre, no sea consciente del problema. Por ello, debe ser una persona cercana quien lo identifique y busque ayuda lo más rápido posible. Para evitar secuelas, investigadores andaluces evalúan la eficacia de las células madre.
Percatarse de un ictus a tiempo resulta trascendental a la hora del desenlace de la situación, es decir, puede marcar la diferencia entre una recuperación total (o casi completa) y la aparición de secuelas graves. Cabe destacar que es una patología en la que un tercio de los casos resultan letales.
Aunque son varios los síntomas que se pueden presentar al estar padeciendo un infarto cerebral, desde CuidatePlus destacan tres fácilmente identificables que mencionan los expertos neurólogos. Todos ellos, con una fuerte correlación como consecuencia de un ictus.
Se trata de la desviación en la comisura de la boca, de la asimetría en la movilidad de los miembros y del trastorno del lenguaje. En este último, se puede experimentar confusión o dificultad tanto para articular las palabras como para entender lo que nos están diciendo.
También puede darse la pérdida súbita de sensibilidad o fuerza en un sólo lado del cuerpo. En este caso, al intentar levantar ambos brazos por encima de la cabeza al mismo tiempo, si un brazo comienza a caer, es posible que se esté sufriendo un accidente cerebrovascular.
Del mismo modo, la persona puede presentar problemas para caminar, con mareos repentinos o sin coordinación, y alteraciones visuales. De repente, puntualiza la Clínica Mayo, es posible que se vea doble o quedarse con la visión borrosa o ennegrecida en uno o en ambos ojos.
Después de padecer un ictus, un tercio de las personas tiene una recuperación satisfactoria y otro tercio queda con secuelas graves. El tercio que falta es el que antes hemos detallado que acaban de forma trágica. La tercera parte de dichos decesos ocurren durante el ingreso y el resto, en los meses posteriores.
El principal factor que determina el alcance de las secuelas posteriores a un ictus es su gravedad inicial que está relacionada con el tamaño de la arteria obstruida y de la zona del cerebro donde se ha producido la lesión.
En muchas ocasiones es posible que no se logre una recuperación completa del paciente, sobre todo en ictus graves. El objetivo de la rehabilitación es ayudar al paciente a adaptarse a su nueva situación para recuperar la autoestima y mejorar su autonomía.
La rehabilitación suele comenzar ya en fases precoces durante el ingreso hospitalario una vez se ha descartado la necesidad de permanecer en reposo. En las lesiones moderadas o graves, la mayor parte de la recuperación se experimenta en los tres primeros meses tras el ictus. La recuperación prosigue de manera más lenta hasta al menos los seis meses, y algunos pacientes continúan con una recuperación leve hasta el año.
Lamentablemente, no todos los pacientes se recuperan del todo. El tiempo y el tipo de rehabilitación (fisioterapia, terapia ocupacional, logopedia u otros) que requiere una persona, apunta el Hospital Clínic, varía en función de la edad y de los objetivos.