En el año 2030, una de cada seis personas en el mundo tendrá de 60 años en adelante, mientras que, en 2050, la población mundial de personas mayores se habrá duplicado hasta llegar a los 2.000 millones. Y hay que empezar a trabajar en ello ya. Las personas mayores que tienen animales experimentan menos estrés y visitan al médico con menor frecuencia que las que no los tienen. La compañía de los animales palia el sentimiento de soledad, estimula la comunicación, favorece el contacto físico y las demostraciones de afecto, además, estimula la memoria, y la atención. Pero hay una cosa que nos encanta y es la capacidad que tienen de hacernos reír. Si los ancianos viven solos, pueden caer fácilmente en la apatía.
No solo eso. "Adoptar un animal de compañía los obliga a observar unas rutinas diarias para cuidarlo, asearlo, jugar, alimentarlo, y en consecuencia, hacerse cargo de sí mismos. En los casos de movilidad reducida es conveniente adoptar un gato debido a la característica de sus cuidados", según explica la veterinaria Gabriella Tami en la web de la Fundación Affinity.
Estudios recientes también confirman esta realidad. La convivencia con un animal hace que, hasta en el 75% de los casos, las personas mayores reduzcan sus niveles de estrés, mejoren sus problemas de salud y adquieran fortaleza física, al reducir los niveles de sedentarismo que suelen darse en estas edades.
Por ello, durante los últimos años, se han desarrollado con mayor asiduidad las terapias asistidas con perros entre ancianos, que suelen realizarse tanto en residencias como, incluso, en aquellos domicilios de personas que viven solas y reciben una atención domiciliaria. Por ello, con motivo del Día Internacional de las Personas de Edad, que se celebra hoy, La Cátedra Animales y Sociedad de la URJC pone en valor la importancia de la relación entre las personas mayores y los animales y explica en qué consisten estas terapias, que suelen realizarse con personas que ya poseen un cierto grado de dependencia.
“Los vínculos afectivos y de apego con los animales de familia son una parte importante de nuestro bienestar y una fuente de enormes beneficios a nivel físico, psicológico y emocional, una situación que se incrementa entre las personas de la tercera edad, al tratarse de una etapa vital de desapegos forzosos en la que amigos o familiares van falleciendo o se alejan y en muchos casos se limita la vida social, así como una época en la que la salud va deteriorándose y actividades que antes se realizaban con naturalidad, comienzan a resultar más dificultosas. Por ello, estas terapias, realizadas fundamentalmente con perros, están demostrando mejorar la calidad de vida de los mayores, fomentando un envejecimiento activo entre este colectivo", explica Nuria Máximo, directora de la Cátedra Animales y Sociedad.
De esta forma, en un país que actualmente cuenta con más de 9 millones de personas mayores de 65 años, la interacción con estos animales se ha convertido en un recurso terapéutico cada vez más utilizado en las residencias de mayores, tratándose de un estímulo social que rompe la monotonía del día a día de los ancianos mientras ayuda a mejorar su salud física y emocional, facilitando las relaciones sociales y el bienestar con ellos mismos, así como la sensación de pertenencia e integración en su comunidad. Además, este tipo de experiencias mejoran la calidad de vida de nuestros mayores por el vínculo emocional que se establece con los animales, reforzando el beneficio de otras terapias y tratamientos acordes a la tercera edad.
Estas terapias asistidas con perros, especialmente recomendables en pacientes con demencia, en aquellos que padecen enfermedades crónicas o que sufren un desacondicionamiento físico, persiguen diferentes objetivos, entre los que destacan el fomento de la actividad física y la mejora de la movilidad en aquellas personas que tienen la función motora afectada, la disminución de sentimientos como la depresión o la ansiedad o la relajación del ritmo cardíaco y la presión arterial, la mejora del estado de ánimo y la concentración, el desarrollo de la socialización y el refuerzo de la comunicación afectiva y lúdica, la reducción de ciertas conductas agresivas y otros problemas de comportamiento, la potenciación de la confianza, o la activación de la memoria.
“Se ha demostrado que la presencia del can consigue llenar los huecos emocionales que suelen darse durante esta etapa vital, elevando la autoestima de nuestros mayores y favoreciendo también el desarrollo de los sentidos al aportar estímulos táctiles, visuales y auditivos”, subraya la directora de la Cátedra Animales y Sociedad.
Habrá acciones que persigan un fin lúdico, otras que perseguirán fomentar las funciones cognitivas, sensoriales o físico motoras, estando relacionadas con el esquema y la postura corporal o la rehabilitación psicomotriz, o terapias orientadas a la memorización o descripción de secuencias, órdenes y ejercicios.
En el año 2030, una de cada seis personas en el mundo tendrá 60 años en adelante, mientras que, en 2050, la población mundial de personas mayores se habrá duplicado hasta llegar a los 2.000 millones.
Las razas de perros más recomendadas para personas mayores, según Cuideo son:
Los gatos son muy recomendables para personas de edad avanzada con problemas de movilidad o discapacidad, ya que son mucho más independientes y requieren de menos cuidados y obligaciones que un perro.
El ronroneo de estos felinos aporta beneficios añadidos como:
Los perros como mascotas ayudan a incentivar el envejecimiento activo en las personas de edad avanzada, ya que requieren de más de un paseo diario, incluso en invierno. También ayudan a sociabilizar con otras personas durante los paseos. Además, un perro es muy divertido y siempre hará algo extraño que hará reír hasta al más apático.
Algunos expertos aseguran que los perros son capaces de detectar los niveles bajos de azúcar y ciertos tipos de cáncer; el cáncer de pulmón, de mama, de vejiga y de colon.
Un perro lleva mucho más cuidado que un gato, por este motivo, si nos decantamos por un perro deberemos escoger bien la raza. Es esencial que se trate de un perro obediente, sociable, dócil, tranquilo, fácil de adiestrar, empático, pequeño o medio, sin mucha demanda de limpieza y con una necesidad de actividad moderada. Otra opción muy recomendable es optar por adoptar un perro adulto que ya esté educado y sea más tranquilo que un cachorro.