El Hospital Niño Jesús de Madrid prueba una efectiva terapia con niños y niñas que tienen graves lesiones cerebrales. Con ella, las antes molestas sesiones de fisioterapia se han convertido en un momento de juego y diversión. Y todo gracias a unos perros con los que los pequeños se entienden de maravilla y con los que se implican sin darse cuenta en la realización de los ejercicios que necesitan.
Es el caso de Curro, un pequeño con graves problemas de movilidad y dificultades para hablar. Cuando llega Azu, –un bonito can de oscuro pelaje–, sin embargo, se expresa mucho más, gritándole, llamándole, y moviéndose para buscarle.
“Al tener su atención centrada en el perro, está feliz”.
Azu es uno de los perros que gracias a la Fundación Sin Daño hace fácil lo difícil: “Que el niño de repente se estimule, se le pongan los ojos que le echan chiribitas, y tenga ganas de hacer algo”, explica Paloma Pastor, de la citada fundación.
Estos efectos positivos se ven también en el rostro de Violeta, una niña que también está experimentando un avance gracias a esta terapia con los animales.
“Busca a Summer con la mirada. Interactúa”. “La sesión de Summer la mantiene despierta ya toda la tarde”, porque habitualmente la fuerte medicación para controlar las crisis epilépticas hace que esté sedada y sin ganas de moverse, nos explican.
“A ella le cuesta el que la manipulen los brazos. En cambio, con el perro, Summer, nunca tiene esa tensión. Siempre deja el brazo para que la toquen, para que coja”.
Del mismo modo, el pequeño Izan también sonríe cuando llega su mejor amigo: Azu. Una encefalitis a los ocho meses lo cambió todo, y ahora gracias a esta terapia, la dura rehabilitación se convierte en juego.