La psicóloga Marina Pinilla explica que la clave para reducir los atracones no es la culpabilidad ni la restricción, sino la aceptación y la flexibilidad
Diez personas que han aprendido a gestionar los atracones comparten sus mejores trucos: “En terapia identifiqué los precursores del atracón y ya no me siento culpable cuando como dulce”
¿Alguna vez has perdido el control mientras comías? Es como si no pudieses parar. Da igual que ya no tengas hambre, da igual que hayas comido más que de normal y da igual que te duela la barriga. Estás experimentando un atracón.
En otras ocasiones, la causa de los atracones es la restricción. Durante toda la semana intentas comer alimentos más “sanos” (es decir, lo que muchas veces se entiende por sanos) o platos con pocas calorías. A mayores, evitas ciertas comidas prohibidas como el dulce, las grasas o algún que otro ultraprocesado. ¿Qué es lo que pasa cuando llega el fin de semana? Que tienes tanta ansia por todo lo que no has comido, que pierdes el control. Además, muchas veces no hace falta que llegue el fin de semana, porque estos atracones tienen lugar entre semana, pero por la noche.
Más allá de las causas, hay algo que te habrás preguntado más de una vez si sufres atracones: qué hacer para evitarlos.
Hemos preguntado a diez personas que han aprendido a gestionar los atracones y estas son sus recomendaciones:
“Lo que voy a decir es el consejo más obvio del mundo, pero creo que es el paso que a mí más me costó dar, y estoy seguro de que a mucha gente le ha pasado lo mismo. Pide cita en un nutricionistapara mejorar la relación con lacomida y vete al psicólogopara mejorar tu autoestima. Cuando tienes toda esa información sobre la alimentación y sobre ti, es mucho más fácil.” – Diego, 26 años
“Enfréntate a la comida prohibida para perderle el miedo. Así verás que nada engorda en su justa medida. A mi me gusta el chocolate así que para merendar me suelo hacer crepes mata-antojos. Les pongo harina de avena, un poco de mantequilla, un huevo, y chocolate con leche sin azúcar. Así por la noche no tengo tanta ansiedad por el dulce. Desde que hago esto, no he vuelto a tener un atracón.” – Lidia, 31 años
“Los primeros meses mi psicóloga me recomendó escribir un diario de alimentación. Apuntaba qué emociones sentía antes de comer, qué preocupaciones tenía antes de comer y cómo me sentía después de comer. Esto me ayudó a ser mucho más consciente de las emociones que intentaba evitar con atracones.” – Anónima, 28 años
“A mí me ayudó mucho la planificación. Me instalé una aplicación tipo lista de la compra y allí apuntaba lo que necesitaba comprar en el súper. También empecé a planificar menús para la semana incluyendo comidas que me gustasen de verdad, y dejaba tres huecos libres para poder comer lo que quisiera ese día y poder improvisar. Hago la compra online, porque así no meto cosas que acaban convirtiéndose en atracones. Y también empecé a hacer batch cooking, que básicamente es cocinar un día de la semana para el resto de la semana. No hago todas las comidas ese día, pero si cosas como salsa de tomate casera, crema de verduras, una lasaña para congelar…” – Celia, 30 años
“En terapia identifiqué lo que mi psicóloga llama los precursores del atracón. Siempre tenía atracones de noche, estando sola y con comida dulce hasta reventar. Lo que me recomendó fue, de vez en cuando, cambiar esos precursores y quedar fuera de casa con amigos de tarde para tomar algo dulce, tipo unos gofres, un batido o una porción de tarta. Así al llegar a casa de noche no tengo tantas ganas del atracón. Esto lo hago un par de veces a la semana y lo guay es que ya no me siento culpable cuando como cosas dulces.” – Silvina, 27 años
“Empecé a cuidar mucho mi forma de hablar respecto a la comida y dejé de usar expresiones como ‘comer bien’ y ‘comer mal, o ‘sano’ y ‘guarradas’. Parece una bobada, pero entendí que la comida que consideraba mala y peligrosa tenía otros beneficios. También aprendí que una pizza puede ser nutritiva y rica. Esto no lo hice yo solo. Lo trabajé mucho con mi nutricionista, pero fue un cambio radical.” – Fran, 24 años
“Deja de contar calorías. Si te obsesiona como me pasaba a mí, no hace ningún bien. Me costó un huevo, pero aprendí a confiar en otros aspectos de la comida y no en sus calorías, por ejemplo en si me sentía menos cansada, en si me sentaba bien a nivel digestivo porque tenía muchos problemas en aquel momento, en si mi estado de ánimo era más estable, etc. Y fijándome en todo eso, los atracones empezaron a desaparecer.” – Almudena, 29 años
“Mi nutricionista me dijo que para comer mejor no tenía que hacer dieta, pero sí comprar materias primas de calidad y hacer yo los platos. Si quería un bizcocho no había problema, pero que pillase los ingredientes y lo hiciese yo. Lo mismo con una hamburguesa o con un kebab. Al conocer mejor qué llevaba cada comida, mejoré mucho con los atracones y dejé de sentir tanto miedo a algunos alimentos.” – Anónimo, 28 años
“Me ayudaron muchas cosas, pero si tengo que elegir una fue dejar de seguir en Instagram y en TikTok cuentas de dietas. Me hacían sentir muy culpable. Me obligaba a hacer recetas que no me gustaban, tipo coliflor en la freidora de aire. Y oye, que habrá a quién sí, pero yo solo me sentía culpable por no encajar en ese ideal de personas súper fitness. Corté por lo sano, hice limpieza en redes sociales y empecé a descubrir comidas que me gustaban a mi.” – Adela, 30 años
“Mi psicóloga me animó a no pesarme todo el rato porque era una cosa obsesiva. Me pesaba varias veces al día y si marcaba más, pues me machacaba mucho. Estaba feliz o triste en función del peso. Total, que un día tiré la báscula y aunque al principio lo pasé bastante mal, después de dos semanas o así ya no me sentía tan culpable por comer de todo y no tenía tantas ganas de pegarme un atracón.” – Sara, 21 años
Los testimonios presentados han sido supervisados por una psicóloga. Si sufres atracones recurrentes, pide orientación profesional.