Gestionar las emociones desagradables no es fácil, pero no es sano ni deseable reprimirlas hasta que explotan. ¿Es normal sentirnos enfadados de vez en cuando? Claro que sí. Al fin y al cabo, la ira es una reacción natural cuando nos atacan, vulneran nuestros derechos o nos tratan de forma injusta. El problema surge cuando el enfado es desproporcionado, cuando reaccionamos con violencia o cuando pagamos la ira con personas que no se lo merecen.
Algo que he visto en terapia muchas veces, es que las personas con más problemas de agresividad son las que actúan de forma más pasiva. Es decir, las que más tragan, más aguantan, más emociones callan, y más ruido hacen cuando explotan.
Para poder entender esta dinámica, suelo utilizar una metáfora. Imagínate tu enfado como un termómetro que va subiendo de temperatura cada vez que alguien te trata mal, pero tú no dices ni haces nada. Un amigo te deja tirado en el último momento: sube 10ºC. Tu madre te dice que tienes el pelo súper graso y que has engordado en vacaciones: sube 20ºC. Llegas a casa y tu pareja no ha fregado, no ha barrido y la ropa está en la lavadora con olor a humedad: sube 30ºC. Y así sucesivamente, hasta que escribes a una amiga por WhatsApp, está en línea, pero no te responde porque está ocupada con otras cosas, y la temperatura sube 1ºC, lo justo para que el termómetro explote. Toda la rabia que has acumulado a lo largo del día la recibe esa amiga que no había hecho algo tan grave, quizá estaba hablando con su padre o revisando el chat del trabajo.
¿Te ha ocurrido alguna vez algo parecido? Si la respuesta es sí, no es necesario que te machaques, pero sí es recomendable aprender a gestionar el enfado de otra manera más sana.
Como acabamos de ver, muchas personas actúan de forma pasiva (callándose sus emociones y pasando por alto faltas de respeto) hasta que no pueden más, se saturan y reaccionan con agresividad (con gritos, palabras hirientes, castigando con el silencio, menospreciando a la otra persona, sobredimensionando un problema, etc.). ¿La solución? Una habilidad llamada asertividad.
La asertividad es la capacidad de comunicar lo que sentimos cuando lo sentimos de una forma clara, concisa y sincera, sin pedir perdón, sin sentirnos culpables y sin negar nuestras necesidades. También implica no dañar a nadie, por eso la asertividad está muy ligada al respeto y la empatía.
Algunas conductas asertivas muy concretas que puedes empezar a practicar para que el enfado no te sobrepase son:
A veces es difícil poner en marcha estas conductas porque hemos aprendido a invalidar nuestras emociones durante mucho tiempo. Si te cuesta, no tengas reparos en pedir ayuda psicológica profesional.