Amores simbióticos: por qué es tan peligroso que lo hagas todo con tu pareja

Todos conocemos a una pareja que es siamesa: mismas aficiones, mismos amigos, misma forma de hablar, mismas fotos en su feed de Instagram… A veces hemos sido así. Son amores tan intensos que nos autoconvencemos de que lo sano y normal es hacerlo todo juntos.

Aunque a priori la complicidad puede parecer entrañable, compartir todo con tu pareja puede convertirse en una dinámica peligrosa para la salud mental de ambos.

Amores simbióticos o cuando el ‘yo’ deja paso al ‘nosotros’

Los amores simbióticos son aquellos en los que ambas partes se necesitan para vivir hasta el punto de sentir que sin la otra persona, no son nada.

Esta dinámica de codependencia emocional es habitual al principio de la relación: te apetece hacerlo todo con tu pareja porque estáis tan ilusionados, que el tiempo separados es una tortura. Sin embargo, lo saludable es encontrar poco a poco un equilibrio entre todas las facetas de la vida. En otras palabras, dedicar tiempo a tu pareja sin desatender a tus amigos, a tus estudios o trabajo, a tu autocuidado y a tu familia.

Muchas parejas son incapaces de hacerlo. Se aíslan del resto del mundo y comienzan a mimetizarse en todo, desde las aficiones hasta las opiniones o la vida social. No es romántico, es agotador, ya que cualquier persona necesita independencia para que el amor no sea una necesidad o una obligación.

Las secuelas de los amores simbióticos

  • Dependencia emocional. Dependes de la otra persona para ser feliz y para tener una buena autoestima. Si tu pareja hace planes sin ti, te agobias. Si sale de fiesta, no puedes dormir. Si va a un viaje con su familia, pasas días con ansiedad. Si de repente tiene un hobby que tu detestas, te obligas a que te guste para poder compartir eso también. Cuando ambos desarrolláis esta secuela, se habla de codependencia emocional.
  • Pérdida de amistades. Al principio te molesta y no lo entiendes. “¿Por qué mis amigos se han alejado?”, piensas, pero el que se ha alejado eres tú. por muy buen rollo que haya en el grupo, a veces tus amigos quieren estar a solas contigo, no con tu pareja.
  • Menos autonomía, más riesgo de depresión. Cuando toda tu salud mental depende de una persona, corres el riesgo de que tu mundo interior se derrumbe si esa persona no está (porque queda con sus amigos, se va de vacaciones, tiene que irse una temporada a trabajar fuera, lo dejáis… Da igual el motivo).
  • Ansiedad al hacer cosas que a ti te gustan. Imagínate que hay un concierto al que te hace mucha ilusión ir con varios amigos, pero sabes que tu pareja se va a querer apuntar cuando ni le gusta el grupo de música, ni le caen especialmente bien tus amigos. Este tipo de situaciones provocan ansiedad porque anticipas el conflicto, porque te da pánico pedirle a tu pareja que no vaya o porque en caso de ir no vas a disfrutar igual. Ahora cambia el concierto por cualquier otro plan y párate a pensar si has sentido esta ansiedad de la que hablo.
  • Ves el amor como una cárcel. Al principio el amor simbiótico puede parecer bonito porque te hace ilusión compartir toda tu vida con la pareja, pero a la larga te cansa. Necesitas un respiro de tu pareja, pero te sientes culpable al reconocerlo abiertamente. A más tiempo pasa, más te agobias, y la relación pasa a ser una cárcel cuando debería ser un motivo de felicidad, un subidón para tu autoestima, un pilar de tu salud mental y un motor de cambio a mejor, no de estancamiento.

Cómo superar la simbiosis en una relación

La mejor estrategia es evitando que aparezca desde el principio, es decir, fomentando vuestra independencia desde que estáis empezando a salir. Tienes que mantener tus amistades, aficiones y opiniones individuales, y animar al otro a que haga lo mismo.

Pero, ¿y si ya estoy metido de lleno en una relación simbiótica? Tenéis que perder el miedo a que la independencia os separe. No os estáis alejando, estáis superando la codependencia para poder tener una relación más sólida y duradera. Las diferencias (de aficiones, de amistades, de opiniones…) son lo que os une verdaderamente. Para lograrlo:

  1. Párate a pensar en todo lo que no te gusta de la relación. Pídele a tu pareja que haga lo mismo.
  2. Tened una conversación seria sobre vuestra autonomía individual y sobre el tiempo en pareja. Poned límites.
  3. Párate a pensar en todas las cosas que te hacen feliz y que has desatendido.
  4. Retoma el contacto con viejas amistades y con viejas aficiones, descubre otras nuevas. Descubre quién eres más allá de la relación de pareja.
  5. Si alguno se siente mal por ser independiente, no responsabilicéis al otro. No culpabilices a tu pareja por querer pasar tiempo a solas. No dejes que tu pareja te culpabilice a ti.
  6. Reforzaos mutuamente por ser independientes. Alegraos por el otro cuando haga cosas a solas o con personas ajenas a la relación.
  7. Si sois incapaces de superar la codependencia emocional y volvéis a las dinámicas simbióticas, pedid ayuda a una psicóloga o psicólogo.