Hemos crecido creyendo que el amor lo puede todo, normalizando a menudo el sufrimiento y las faltas de respeto, y por mucho que duela reconocerlo, quien te quiere jamás te hará llorar. Sin embargo, son muchas las personas que siguen pensando que los celos, la posesividad y el control son indicativo de que es “amor verdadero”.
También pensamos que necesitamos a una persona que nos complemente, una media naranja, y aunque es bonito crear un equipo cuando tenemos una relación, el hecho de tener pareja jamás debe atentar contra nuestra autonomía. En otras palabras, que te eches novio o novia no significa que debas olvidarte de tus amigos, tu familia, tus ambiciones y tu tiempo de autocuidado. Pero es más fácil leer esto que aplicárnoslo y es que cuando comenzamos una relación tóxica, poco a poco nos vamos perdiendo –y además nos cuesta mucho reconocer que estamos perdidos–.
Algo que tienen en común todas las relaciones tóxicas es que desde fuera es evidente que algo no va bien, pero desde dentro todo parece perfecto.
Si has tenido una relación tóxica seguro que te sientes identificado con alguna de estas frases:
Lo curioso es que cuando rompes con esa persona, toda la suciedad que habías barrido debajo de la alfombra sale a la luz. Ahí empiezas a contar a tus amigos que estabais fatal, que la relación era horrible, que llevabas meses sin ser tú mismo, que necesitabas felicidad y tu ex no te la podía dar… Pero, ¿cómo puede cambiar tanto nuestra mentalidad de una semana para otra?
Pues porque las relaciones tóxicas provocan sesgos cognitivos, es decir, errores en nuestra capacidad de raciocinio. No pensamos con claridad porque estamos anulados como personas.
Dos de esos sesgos son la minimización y la magnificación. La minimización consiste en quitar importancia a todo lo malo pensando que la relación no es tan tóxica como realmente es. La maximización es justo lo contrario: damos mucho peso a los momentos buenos, aunque sean muy breves o incluso hayan desaparecido porque solo existían al principio de la relación.
Hay una diferencia muy grande entre sentir mariposas en el estómago y sufrir ansiedad cuando piensas en las broncas que te esperan al llegar a casa. Esto último es otra característica de las relaciones tóxicas.
Tú sabes que tu relación no es del todo buena y precisamente por eso ocultas cosas que no deberías ocultar o dejas de hacer cosas que no son para nada malas.
Por ejemplo, quedar con tus amigos. Como tu pareja es súper celosa, posesiva y controladora, al principio quedas con gente y te enfrentas a las broncas al llegar a casa.
A medida que pasa el tiempo empiezas a pensar que no merece la pena discutir, así que ocultas pequeños detalles. Si has ido a tomar una caña después del trabajo prefieres no decir nada. Si te has encontrado con una amiga de toda la vida y habéis charlado durante un ratito, te lo callas. Pero tu pareja a veces se entera y te monta un show digno de Eurovisión. Tras la bronca te sientes muy culpable pero no porque hayas hecho algo malo, sino porque tu pareja te ha manipulado.
¿Qué haces después? ¿Dejar a tu pareja? No. Acabas dejando de hacer todas esas cosas que le molestan. El problema es que lo que en un inicio eran pequeñeces, con el tiempo acabará yendo a más.
Al principio dejarás de hablar con personas desconocidas de otro género de fiesta. “Es normal”, piensas, “así no cree que tonteo”. Después se enfadará si hablas con personas de otro género en cualquier contexto; da igual que sea en la universidad, en el trabajo o porque te han parado para preguntarte la hora al a que pasa un autobús. Y pasados unos meses, también le molestará que hables con amistades de otro género. Si eres chico y tienes amigas, todas son unas busconas. Si eres chica y tienes amigos, todos son unos babosos. Cedes. ¿Qué pasa después? Que también le molestará que salgas con tus amistades del mismo género porque son una mala influencia.
Finalmente dejarás de lado a todas las personas a las que quieres y tu vida social se reducirá a tu pareja.
No hay trucos milagrosos para saber si estás en una relación tóxica, solo autocrítica y apoyo social.
Si no eres capaz de salir de una relación tóxica aun sabiendo que te está haciendo daño, pide ayuda a un psicólogo. Los psicólogos no te juzgaremos ni te obligaremos a tomar decisiones, solo te daremos herramientas para que te sientas libre, a gusto contigo mismo y con fortaleza para tomar una decisión, sea ésta la que sea.