Consideramos que la terapia de pareja es el último recurso, algo destinado a personas mayores al borde del divorcio, y no es verdad. Cualquier pareja que esté atravesando un mal momento o que quiera mejorar su relación puede verse beneficiada de ir a un psicólogo, y lo cierto es que no es ni sano ni recomendable esperar al último momento. La terapia de pareja no es ni un ultimátum ni una pastilla milagrosa para una relación rota.
El problema es que a las personas nos da vértigo pedir ayuda porque pensamos que podemos solos o que un terapeuta no va a ser capaz de hacer nada que no hayamos hecho antes. Pero, ¿y si sí? ¿Qué ocurre si todo vuestro esfuerzo para salvar la relación no sirve porque estáis utilizando las herramientas equivocadas?
Lo más difícil de pedir ayuda es darnos cuenta de que la necesitamos. Por eso te traemos las señales que indican que una pareja necesita ir a terapia:
Cuando una relación empieza, todo son fuegos artificiales. A medida que pasan los meses, el sexo se empieza a estabilizar y quizá tus necesidades y las de tu pareja son diferentes. Si tú tienes mucho apetito y tu pareja no (o viceversa) y eso supone un problema, no dejes que pase el tiempo y que vaya a más. Tampoco te fuerces para complacer a tu pareja o le obligues a ella a ceder. Pedid ayuda profesional.
Además de las diferencias de apetito sexual, hay otras dificultades sexuales que se pueden trabajar en terapia de pareja: dificultad para lograr el orgasmo o eyaculación retardada, eyaculación precoz, falta de excitación, dolor o tensión durante el sexo, etc.
¿Tú y tu pareja discutís siempre por lo mismo? ¿Sois incapaces de encontrar una solución que os guste a ambos? ¿Tu pareja te promete que va a cambiar algo, pero nunca lo hace? ¿Te cuesta cambiar algo que tu pareja no soporta? Si la respuesta es sí, nos encontramos con un problema de comunicación y de gestión de los problemas en pareja.
En la terapia de pareja puedes aprender habilidades de solución de problemas, técnicas para mejorar la comunicación y el vínculo con tu pareja, cómo evitar un tono de voz inadecuado (gritar, insultar, pasarte con el sarcasmo, etc.) y, sobre todo, a decir las cosas a tiempo en vez de esperar a que pasen los días y te salga humo de las orejas.
No es normal sufrir ansiedad cada vez que tu pareja sale de fiesta. Tampoco es normal sentir la necesidad de revisarle el móvil para ver quién le ha escrito. Y no, tampoco es normal obsesionarte con su vida amorosa pasada y recriminarle cosas que hizo cuando ni siquiera os conocíais o estabais juntos. Todos estos comportamientos son señales de que hay celos y desconfianza, y se deben trabajar.
Muchas parejas son capaces de trabajar los celos y la desconfianza sin ayuda externa. Eso sí, hace falta paciencia, mucho respeto y esfuerzo. Otras, en cambio, pueden acabar desarrollando comportamientos tóxicos.
Recuerda que los celos no son señal de amor. Quizá han surgido porque tu ex te hizo mucho daño, porque tu pareja te ha sido infiel y no eres capaz de perdonarle, o porque te sientes inseguro/a. Sea cual sea el motivo, si necesitáis ayuda profesional, pedidla. Los psicólogos no juzgamos.
No podemos olvidar que en una pareja hay dos personas con su vida personal, sus amistades, sus estudios, su trabajo y su familia. A veces es difícil encontrar el equilibrio.
Esta dificultad para conciliar suele estallar cuando te vas a vivir con tu pareja y sientes que no hacéis lo mismo en casa. En otras palabras, que tú cargas con todas las tareas o la responsabilidad mental de la convivencia.
Con una comunicación asertiva, podéis aprender a conciliar. El problema es que la asertividad es una habilidad que no siempre forma parte de nuestro repertorio y a veces es necesario un psicólogo para aprenderla.
Si tu pareja sufre un problema de salud mental, la terapia puede ayudarte a entender qué es lo que siente, cómo puedes ayudarle y, sobre todo, a evitar responsabilizarte o culparte por cosas que no dependen de ti.
Lo mismo ocurre cuando quien sufre un problema como la ansiedad o la depresión eres tú. Tu pareja, aunque conviva contigo, no va a entender del todo qué es lo que sientes y a veces hará comentarios que te duelan, que no te ayudarán en absoluto o que incluso te harán sentir peor. Para evitar esta situación, podéis valorar acudir juntos a un psicólogo.