Hemos idealizado las relaciones hasta creer que en una pareja saludable nunca se producen conflictos, dramas o lágrimas. Esto no sólo es falso, sino que además puede hacernos aspirar a una relación utópica sintiéndonos frustrados cuando nuestras expectativas desproporcionadas no se cumplen.
Todas las parejas tienen problemas esporádicos. El estrés de nuestro día a día, las diferencias de opinión o el simple hecho de que una relación atraviesa distintas fases pueden provocar conflictos. ¿Significa esto que tu noviazgo está abocado al fracaso? ¡En absoluto! Siempre que haya respeto, una buena comunicación y empatía hacia las necesidades de la otra persona, esos problemas pueden fortalecer vuestra relación.
Pensamos que la mayoría de estos conflictos surgen por problemas pasajeros y con una fácil solución. Por ejemplo, te molesta que tu novia nunca suba fotos vuestras a Instagram o tu novio ronca tanto por la noche que parece el motor de un coche.
Para sorpresa de muchos, el 69% de los conflictos de pareja son irresolubles. Al menos eso es lo que ha reflejado el Instituto Gottman, un centro especializado en las relaciones afectivas.
Los expertos del centro dividen los problemas en tres categorías:
Es importante señalar que un problema que para una pareja tiene solución, para otra puede convertirse en algo crónico.
Imagínate una relación en la que una noche de forma totalmente esporádica hay un fallo sexual. Ninguno le da importancia porque llevan varias semanas muy estresados. Se dan un abrazo, intentan dormir y un par de días después más descansados física y mentalmente tienen sexo totalmente satisfactorio.
Ahora imagínate otra relación en la que se produce ese mismo fallo sexual. Uno culpa al otro, el otro se pone a la defensiva y acaban discutiendo. Al día siguiente intentan volver a acostarse, pero la presión provoca que ese fallo vuelva a aparecer. Y esta dinámica se va manteniendo en el tiempo convirtiendo el sexo en el origen de todas las discusiones de pareja.
El problema ha sido el mismo para ambas, pero cada pareja lo ha abordado de una forma diferente convirtiendo un problema con solución en un problema perpetuo y bloqueador. Esto es lo que desgraciadamente sucede en el 69% de los conflictos tal y como señala el Instituto Gottman.
Que un problema no tenga solución no significa que vaya a arruinar nuestra relación o que debamos quedarnos de brazos cruzados. “Si puedes aceptar que muchos de tus problemas de pareja no van a desaparecer, entonces podrás centrarte en solucionar los asuntos que sí tienen remedio”, reflexionan John y Julie Gottman. “El primer paso es dejar de intentar solucionar el problema. Esto consume energía. En cambio, céntrate en adquirir cierta perspectiva, empatía y, en última instancia, dialogo”.
Para resolver los problemas perpetuos o bloqueadores, el Instituto Gottman propone un método de cuatro pasos llamado «Superando el estancamiento».
El Instituto Gottman explica que este método requiere tiempo y esfuerzo, pero “saber qué problemas puedes resolver y cuáles requieren más paciencia puede suponer un gran primer paso”.