La vocación es mirarse en un espejo, pisar sobre los pasos de quienes anduvieron antes que nosotros. Es también una suma de inquietudes, aquellas que nos determinan. La vocación nos va enseñando una parte de nuestras vidas. No se busca, nos llega y en ese devenir de sus primeros pasos trae consigo un pálpito de primavera, de esa estación de la vida. La vocación es lo que nos convierte en nosotros mismos y a veces en una copia de quienes somos, al menos eso me dice mi invitado de hoy, Juan Abarca Cidón, presidente de HM Hospitales, hijo de un cirujano salmantino llamado también Juan Abarca. “Pues sí, Manuel, mi padre es el original y yo la copia, es la persona que más me ha influido y junto con mi madre, Carmen Cidón, quien más valores me ha inculcado y más me han enseñado sobre esta profesión. Mi padre es un médico profundamente humanista, preocupado prioritariamente por sus pacientes y sus familiares, que primero operaba procesos, luego enfermedades y siempre se ocupaba de los pacientes y sus familias. Mi padre siempre me enseñó eso: a vivir pendiente de los enfermos y su entorno emocional”.
Vocación y pasión son palabras siamesas y por ello le pregunto si hubo algún momento en que pensara ser otra cosa que no fuera médico. Me responde lacónico y tajante. “Jamás. Mi padre es cirujano y mi madre analista. Desde pequeño me llevaba con él a pasar visita a los enfermos y entonces no es que yo supiera que iba a a ser médico, es que nunca me planteé ser otra cosa, no lo contemplé. Siempre digo que al igual que a los chavales se les educa en el amor por algo, a mí mis padres siempre me transmitieron el cariño por esta profesión y su espíritu de servicio para con los demás y de esa conducción vocacional nunca me he apartado”.
En el comienzo de la charla decido llamar a una buena amiga de ambos, Ana Pastor, exministra , expresidenta del Parlamento y en la actualidad vicepresidenta segunda del mismo. Ana conoce muy bien a mi interlocutor de este sábado: “Juan es muy inteligente. Mi amistad con él viene desde sus padres, a los que quiero mucho. Es un excelente gestor, muy metódico, preocupado siempre por tener a sus hospitales equipados con las últimas tecnologías. Ama la medicina por encima de todo y se dedica en cuerpo y alma a su profesión. Es amigo de sus amigos, siempre pendiente de ellos sobre todo en la adversidad, nunca te falta su mensaje de ánimo, de apoyo, de afecto. Es el primero en felicitarte ente cualquier noticia positiva también. Es una gran persona”.
“Estamos hechos de donde venimos y de las épocas en las que hemos crecido. Todo lo que hacemos tiene su origen en la infancia… cada vez vuelvo más al lugar donde nací”, escribió el novelista irlandés John Banville.
“Mi padre es también un hombre profundamente liberal y dice que para ser libre has de ser propietario de tu propio negocio, y así empezó con Hospital de Madrid, que lo hizo con la vocación de aportar valor a los pacientes y a la sociedad entre la docencia y la investigación. Y mis hermanos y yo hemos conseguido poco a poco ir ejecutando todos los objetivos que él podía tener”.
Su familia está profundamente enraizada en la medicina, como si hubiera algo de determinismo en sus biografías: “Todos de una u otra manera colaboramos en la empresa familiar. Mis padres son médicos los dos y pusieron en marcha esta empresa en el año 90. Somos 4 hermanos: dos médicos y trabajamos juntos, una hermana farmacéutica que también colabora y mi hermano el menor que tiene una formación pura de gestión y es el consejero delegado. Trabajamos todos en piña”.
Una vocación y dedicación constatadas en los hechos: HM Hospitales, un grupo hospitalario de referencia en la Comunidad de Madrid y expandido por Galicia, León, Toledo y Cataluña.
Todos para uno y uno para todo,s tal cual lo contaba el escritor Henry James. “Incluso una vida sobrecargada podría volverse más ligera si se le añadiese una nueva obligación”.
Encamino la charla hacia sus próceres, aquellos que señalaron su vida profesional, que fueron sus balizas, sus luces de referencia: “Los primeros, mis padres, sin duda alguna, trabajé muchos años con ambos. Mi padre me transmitió esos ideales, esa manera de enfocar al paciente, todo tiene que girar en torno a él. Mi madre era la gerente, la gestora del primer hospital, lo llevaba como si fuera una casa y eso generaba una gran familiaridad con todos los empleados y la manera de relacionarse con ellos. Y ahora en esta empresa ya más grande, intentamos transmitir ese espíritu familiar”. “Me ha influenciado mucho el profesor Martínez López de Letona, un catedrático con el que me formé en Puerta de Hierro, un hombre con un carácter muy especial que no se andaba con medias tintas: directo, claro, sin dobleces, cuestión primordial a la hora de transmitir mensajes. Mi mujer, que se llama Mar, también es de una gran influencia, llevamos más de 20 años juntos y soy lo que soy gracias a ella. Ella representa todo mi proyecto personal y familiar. Soy una persona que no tiene grandes hobbies y por tanto me es necesario alguien que me ayude a poner los pies sobre la tierra, no hubiera podido hacer muchas de las cosas que he hecho sin ella y en ese sentido he topado con un complemento perfecto. Hay otra mucha gente que me ha ayudado mucho.
Fuera de mi ámbito profesional haber conocido a tu jefe, Paolo Vasile, ha sido un regalo de la vida, a él como a mí le preocupa y le interesa la gente. Me gusta la definición de su propia tarea: la de acompañar a la gente, la de mitigar y combatir soledades. Tengo 49 años y aprecio el aprender de aquellas personas con las que compartir valores”.
Llamo a Paolo para que me cuente cómo se conocieron, sé que fue durante un accidentado regreso de un viaje a Islandia: “En las circunstancias extraordinarias se encuentran personas extraordinarias.
En una noche de tormenta, mi mujer y yo estábamos en Newcastle abandonados por Dios y sobre todo por la compañía aérea. Por suerte, conseguimos coger un tren para llegar a Londres, y entre el rugido de los truenos y el sonido de la lluvia escuchamos hablar en español.
Inmediatamente creamos una alianza para enfrentarnos juntos a las adversidades de la naturaleza y al pésimo servicio de la compañía aérea, y es así como conocimos a Juan Abarca y a su maravillosa familia.
Un hombre que ha sabido hacer coincidir el juramento hipocrático con la responsabilidad empresarial, la piedad con la visión de progreso tecnológico aplicado en el campo de la salud, que cura a la persona y no solo la enfermedad”.
Decía el estilista Vidal Sassoon que el único lugar donde éxito viene antes que trabajo es en el diccionario. Juan Abarca encarna esa suerte buscada con obcecación a base de esfuerzo y sacrificio, envasada en una redoma de profundos compromisos familiares, de palpable solidez con la tarea común. Un saber escuchar para un mejor contar a sus pacientes. En el discurrir de la charla le pregunto a Juan si siempre ejerció en el ámbito hospitalario: “Como te he dicho no pensé en otra cosa que ser médico, cirujano y ayudar a mi padre, que un día me dijo: “¿Por qué no haces Medicina de Familia y además estudias Derecho?”. Y durante mi período de residente me di cuenta que aunque para mí lo más importante son los pacientes no tengo paciencia para ellos. Soy una persona muy ejecutiva, con una cabeza que va muy rápido muchas veces y de hecho solo me gustaban las urgencias. Cuando terminé la residencia me incorporé a la gestión hospitalaria y creo que también se puede hacer medicina desde este punto; es una cuestión de tener vocación de ayudar a las personas, a los enfermos, y yo lo hago ahora desde mis hospitales poniendo medios para que otros profesionales puedan curar lo mejor posible a los pacientes. Me ocupo mucho de ellos, de que estén contentos, porque esta es una profesión en la que estar contento es primordial para poder ayudar a otras personas que llegan al hospital en una situación de desequilibrio emocional. Estar bien es fundamental para cumplir el cometido. Y a mí me importa mucho que el trabajo se haga bien porque es la manera en la que tengo de proyectar la labor hacia los enfermos”. Juan ha hecho de su vida un ejercicio de ayuda en la tarea de controlar el dolor, paliar el sufrimiento, cuidar, aliviar, acompañar…
La vida va con nosotros y a veces nosotros con ella. Siguiendo el consejo de su padre, Juan se licenció en Derecho. Es inevitable que le pregunte en qué le ha ayudado esta nueva licenciatura: “En mucho. Primero como cultura general, luego para mi práctica diaria, desde el punto de vista de ayudar en la gestión creo que muchas veces las carreras son necesarias para entender el lenguaje. Y luego decirte que me gusta mucho la responsabilidad profesional y por ello tengo otra empresa que se dedica a hacer informes de responsabilidad profesional y valoración de daño corporal. Soy una persona profundamente inquieta que está todo el día pensando y haciendo cosas y me ha permitido ampliar mi abanico de conocimientos y mis posibilidades de desarrollarme porque en el fondo la medicina, siendo muy importante, no deja de ser como todos los campos, un campo de actuación limitado”.
“Y aunque estudiaras medicina durante más de una vida, acudiría la gente cuyas enfermedades son misterios, porque la angustia que mencionas es parte integrante de la profesión de curar, y hay que aprender a vivir con ella”, escribió Noah Gordon en su novela “El médico”.
La pandemia nos ha obligado a no ir más allá de cada día sin más, hay quien dice que el porvenir es por ahora. También dijo Séneca que no se lucha para vencer al mal, sino para que no gane. La pelea contra la covid ha sido una pelea sin tregua, la memoria nos retrotrae a momentos de pánico, desesperación, incertidumbre. En el programa emitido el pasado marzo por Telecinco “Erguidos frente a todo”, algunos de los trabajadores de HM Hospitales contaban de manera muy emotiva cómo afrontaron la llegada de la pandemia. Juan Abarca se acerca también a la memoria de aquellos días: “En nuestras instalaciones hospitalarias lo vivimos con muchísimo dolor, todas las olas, aunque es verdad que la primera especialmente en Madrid fue espantosa porque uno no hace medicina para no poder curar a los pacientes. La primera ola en Madrid se vivió sin poder atender debidamente a todos los afectados y eso produce una profunda frustración, dolor… Tuvimos muchísima preocupación también por nuestros profesionales. La dirección de HM Hospitales siempre estuvimos al pie del cañón con nuestros trabajadores”. “Lo vivimos con muchísimo dolor y lo seguimos viviendo mal. Es verdad que lo datos mejoran, que estamos saliendo afortunadamente y no sé qué pasará en el futuro pero creo que todavía nos queda tiempo”.
¿Y qué hemos aprendido?
“No hemos aprendido, nos hemos tenido que adaptar, en 3 meses pudimos duplicar la capacidad de hospitalización. No hemos aprendido, hemos visto de lo que somos capaces pero el precio que ha habido que pagar por ello… Yo creo que los que tienen que aprender son los dirigentes, las instituciones sanitarias. Creo que de todo esto hemos sacado poco provecho. Tenemos gente fantástica pero nunca creí que había que llegar a este extremo para saberlo y creo que de tanto dolor y sufrimiento como hemos padecido no hay nada positivo que sonsacar y también creo que todavía es un poco pronto para sacar conclusiones, necesitamos más distancia, más perspectiva”.
El poeta Jorge Guillén decía que “la esperanza es el flujo de la vida”, nuestra conversación deriva hacia ahí, al cuánto nos cabe de esperanza: “La esperanza no se puede perder jamás porque de suceder sería una derrota previa. Esto ha sido una gran lección de humildad para el ser humano, para las grandes potencias que siempre han creído que esto solo sucedía en los países más pobres pero nadie estamos a salvo. Esto nos tiene que hacer reflexionar sobre una visión de la humanidad en conjunto e intentar emprender iniciativas globales porque estamos mucho más conectados de lo que nos creemos. Este trance nos ha colocado en la realidad, nos ha descabalgado de esa visión previa de creernos con una superioridad sobre todo. Nos ha puesto en nuestro sitio. La esperanza es desear que el mundo sea mejor para todo el mundo”.
Otro amigo común nos presta su voz para esta conversación, es el doctor Mario Alonso Puig: “Juan Abarca es un médico absolutamente vocacional y que a lo largo de toda su vida profesional ha buscado cómo conseguir que cualquier paciente que acuda a uno de los centros de HM Hospitales reciba una atención excelente. Además Juan Abarca ha desempeñado un papel más que relevante durante esta pandemia informando a través de LinkedIn de la situación que se estaba viviendo en sus hospitales. Esta información ha sido muy valorada sobre todo en momentos en los que había una gran confusión. Finalmente, Juan Abarca es para mí un muy querido amigo”.
Tras su ingente quehacer laboral, Juan Abarca echa a rodar sus aficiones que no son muchas pero sí bien ensambladas en ese breve espacio que le dejan sus ocupaciones: “Yo me lo paso muy bien trabajando -me apunta-. Me gusta estar en familia, sobre todo con Mar. Me gusta hacer deporte, he corrido maratones aunque ya estoy mayor apara ello y además tengo los meniscos lesionados. Me gusta leer aunque solo puedo hacerlo en vacaciones porque necesito tiempo, no quiero hacerlo de manera entrecortada y prefiero la novela histórica. Me he leído todo lo de Santiago Posteguillo, las trilogías de Escipión o de Trajano son maravillosas”.
Al comienzo de esta conversación hablamos de vino, Juan me confesó que le gustan los crianzas de Rioja y los reservas de la Ribera del Duero y eligió sin pestañear un vino de una añada excelente: Tinto Valbuena 5º Año 2015 de Vega Sicilia. Una de las grandes bodegas de España y buque insignia de la Ribera del Duero. Para mejor saber pongo al habla al director general de la bodega, Antonio Menéndez: “Valbuena 5 es uno de los grandes vinos de Vega Sicilia, y probablemente el que más ha evolucionado en personalidad en los últimos años. Valbuena 5 mantiene su esencia de gran vino clásico, impecable en su estilo y con un alto potencial de guarda, pero a su vez es fresco e internacional. Valbuena 5 se elabora mayoritariamente con Tinto Fino, mezclado con un poco de Merlot, y se guarda en la bodega 5 años antes de salir al mercado; 3 años en madera (roble nuevo francés y americano ) y 2 años en botella. Creo honestamente que es la mejor propuesta comercial que tiene Tempos Vega Sicilia, ya que hay pocos vinos en el mercado de tan alta calidad al precio de Valbuena 5".
Proviene de viñedos a 700 metros de altura. El 2015 fue un año marcado por un verano caluroso y seco que propició una maduración rápida, precedido de un junio lluvioso y con un otoño muy seco; este ambiente proporcionó una buena sanidad para la uva. El vino sabe a fruta madura, toques balsámicos, es sedoso y profundo, elegante y refinado. Un vino de ensueño.
Juan Abarca tuvo la posibilidad de elegir y eligió seguir los pasos de quienes le precedieron e hizo crecer su proyecto como un manual de construcción de lo bien hecho. Habla con emoción de los suyos siguiendo el mandamiento de Bergamín: “Los sentimientos son pensamientos conmovidos”, que en su alma de buena gente encuentran el buen cobijo.
Palabra de Vino.