Se coloca en el campo con la precisión de un pantógrafo y desde su posición y con el aire fino de su figura empieza a ordenar intereses, tirar líneas y colocar balones desafiando a la geometría aplicada. Y de vez en cuando mira de frente al gol. Como si en su cabeza hubiera una hoja de ruta.
David Silva nació en 1986 en el pueblo pesquero de Arguineguín (Gran Canaria), donde los atardeceres hermosos preceden a lo que Neruda llamaba “la caída de la noche azul sobre el mundo”.
A los 14 años un ojeador del Valencia C.F. lo descubrió y se lo llevó a la ciudad mediterránea. Así lo recuerda: “Estuve 4 años allí jugando en categorías inferiores. La separación de mis orígenes siendo un niño fue difícil y el primer año lo pasé bastante mal. En esos años no existían las facilidades de comunicación de hoy en día, ni telefónicas, ni de viajes. Fue complicado”. “La ciudad sin embargo se me hizo muy acogedora, muy adaptable y cómoda para vivir, de hecho todavía hoy mi madre y mi hermana viven allí”.
A los 18 años se fue cedido al Éibar en Segunda División y al año siguiente, para seguir creciendo, le cedieron de nuevo al Celta de Vigo y así pudo debutar en Primera División: “Sí, el Celta había regresado ese año a Primera. Nos metimos en UEFA y fue un año muy bueno. La ciudad me gustó mucho y la afición es increíble”.
Regresó a su club de origen, el Valencia, en donde estuvo cuatro temporadas. Allí se encontró con jugadores de la talla de Cañizares, Albiol, Villa, Joaquín, Marchena, Mata, Alba o Morientes. Aquel chaval de 20 años empezó a desplegar su semblante de hombre de confianza, de aquel que entiende la paciencia como una forma de lealtad. El balón salía de sus pies y encontraba el carril del peligro, destilaba códigos de jugada ensayada. Un catálogo de efectos especiales.
“Mi regreso fue muy bueno, me dice. Me fui cedido para volver después de haber crecido deportivamente. Y en esta etapa me fue fenomenal: el primer año estábamos ya jugando la Champions. Llegó mi debut con la selección y fue crecer sin cesar”.
Silva siempre ha intentado hacer las cosas bien, más fáciles, tanto a los delanteros como a los de la retaguardia. Siempre ofreciéndose, manejando diferentes opciones. Ese ha sido su juego.
Llamo a Fernando Morientes, que anda calentando su voz y repasando datos en los preliminares de las retransmisiones de Eurocopa en Mediaset: “Tengo un magnífico recuerdo de David. Él estaba empezando y yo ya había alcanzado mi madurez deportiva. Es un tipo de esos especiales que siendo jóvenes demuestran un gran talento, y apuntaba, como así ha sido, un gran porvenir”. “Era introvertido, poco hablador pero muy despierto y con una admirable capacidad de aprendizaje. Hicimos muy buena amistad. Me vi muy reflejado en él. Fue una delicia jugar a su lado”. “En lo personal es un tipo modélico, con valores muy familiares. Sigo teniendo una muy buena relación con él. En su estancia en Inglaterra hablábamos con cierta frecuencia y ahora le he prometido ir a a verle a San Sebastián. El tiempo ha agrandado el cariño”.
“La geometría en gracia”, reza en el verso de Pedro Salinas.
Tras el Mundial de 2010 fichó por el Manchester City y allí se quedó 10 años, hasta convertirse en un ídolo de la afición, a la altura de Colin Bell o Peter Doherty. En Manchester fue un forastero que se metió a la ciudad en el bolsillo administrando códigos de juego. Su talento se expresaba con el rumor lluvioso de la ciudad; el impulso romántico de perseguir el designio de la victoria.
Silva ha batido varios récords en este equipo. De su giro de llaves, sus pases inesperados, de su pizarra aritmética de quiebros y desbordes se nutrieron Negredo, Dzeko, el Kun Agüero...
Hablamos de la ciudad y del equipo, de lo que supuso la emigración de un chico tímido y canario a las tierras de industria y energía a veces profundamente sombrías:
“Era un cambio a priori difícil para mí, me confiesa: otro país, otro idioma, otro fútbol... pero me adapté enseguida. Empecé a jugar y me quedé 10 años. Estuve muy a gusto”.
“Es una ciudad muy movida, en los últimos años ha crecido muchísimo y en la que se vive mucho el fútbol. La vida es muy cómoda, la gente te respeta mucho, no te agobia, te admiran y eso lo hace todo más fácil”.
David simbolizó el cambio de trayectoria del Manchester City antes de que llegara Pep Guardiola. Y continúa diciéndome: “El City en la ciudad tiene mucho peso y cara al exterior ha ido construyéndose su propio prestigio. Tiene una gran afición. Alex Ferguson (Manchester United) decía que éramos los vecinos ruidosos pero ahora cuando juegan contra el City lo hacen con enorme respeto, incluso con temor”.
En el año 2011 el City le endosó 1-6 al United en Old Trafford, no marcaba seis goles allí desde 1926. Todavía hoy duele aquella goleada.
Le pregunto a David qué lugar ocupa el Manchester City en su vida: “Es mi equipo, en el que he jugado durante más tiempo. Me aprecian mucho allí y yo también les quiero mucho. Hemos crecido juntos aquel club y yo. El equipo ha alcanzado un gran nivel y ahora todo el mundo quiere jugar allí. Cuando fiché, el proyecto y todo lo que me contaron resultó ser verdad”.
A su paso por este club David acumuló 4 campeonatos de Premier, 2 FA Cup, 4 Copas de la Liga, 3 Community Shield.
“En el arco contrario el viento abrió una brecha, nadie, nadie se olvida”, escribió Rafael Alberti en su “Oda a Platko”.
La temporada pasada, aun habiendo recibido ofertas de unos cuantos clubes, David Silva eligió a la Real Sociedad, es inevitable preguntar el porqué de esta elección: “Es cierto, como bien dices tuve bastantes opciones pero la Real me llamó y acepté porque considero que es un club que hace las cosas muy bien. Un club que me gusta, me gusta también el norte de España y porque creía que era lo mejor para mi familia y la verdad es que no me he equivocado. Hemos estado un año muy a gusto y hemos conseguido ganar la Copa del Rey y meternos en Europa League, una inyección de ilusión para el club y la afición. Ha sido un año muy bueno”.
Silva fue internacional en todas las categorías y debutó con la selección absoluta en el año 2006, de la mano de Luis Aragonés. Desde entonces y hasta su retirada del equipo nacional, después del Mundial de Rusia, disputó 125 partidos y marcó 35 goles. Perteneció a esa generación de la gloria, a esa troupe equiparable a una orquesta de músicos licenciados en instrumentos de cuerda y danzas geométricas. Procuradores de todas las emociones. Ese orfeón futbolístico que nos hizo sentir, como decía Séneca, “que nuestra patria eran el mundo entero y la humanidad al completo”.
“Fue maravilloso jugar en la selección de tu país y obtener triunfos de ese tamaño. El sueño que tienes desde niño de poder jugar algún día con tu selección, aparte de cumplirlo, me ha permitido culminar una serie de éxitos al máximo nivel y todos consecutivos. Algo que nunca hubiera imaginado y sucedió”.
David jugó las dos finales de Eurocopa que ganó España consecutivamente, en Viena y en Kiev, en donde abrió el marcador frente a Italia con un certero cabezazo a pase de Cesc Fábregas. Llamo a Manu Carreño, narrador de ambas, y le cuento que Silva es el protagonista del 'Palabra de Vino' de este sábado: “¿Qué se me viene a la cabeza cuando escucho el nombre de David Silva? Supongo que es una respuesta fácil: Fútbol, Canarias, Premier, Selección…
Pero siempre me he hecho una pregunta más difícil de contestar: ¿Qué pasa por la cabeza de Silva cuando tiene un balón en sus pies? ¿Qué pasa por su cerebro en esos momentos? Imposible saberlo, porque hablamos de un mago, y los magos suelen conseguir resultados contrarios a las leyes naturales.
Es uno de esos jugadores capaces de adivinar qué va a ocurrir antes de que suceda, antes de recibir el balón ya tenía dibujada la jugada en su cabeza, solo él sabía cómo iba a terminar su actuación. Y mira que lo hizo veces y nunca le pillamos el truco.
David Silva dignifica el fútbol por su manera de jugar, por su forma de tratar al balón, y por su respeto a este deporte, a los compañeros y a los rivales, y sobre todo a los aficionados… Esos aficionados que muchas veces han pagado una entrada solo por verle jugar a él, da igual la camiseta que llevase, solo por ver cómo toca el violín mientras conduce el balón…
Porque David entendió desde niño, desde que cogió la primera pelota en Arguineguín, que al fútbol se juega para ganar, pero no de cualquier manera.
Hemos visto campeones que se han impuesto por su pegada, por su físico, por una estrella imparable, por una defensa férrea… Pero Silva entendió desde el minuto 1 del partido que se podía ganar jugando como los ángeles, haciendo que te aplauda hasta el rival.
Por eso encajó a la perfección en la mejor selección de la historia, la que ha practicado el mejor fútbol jamás visto.
Siempre he dicho que en la Eurocopa de 2008, especialmente en aquella semifinal contra Rusia, el fútbol alcanzó definitivamente la categoría de arte. Allí estaba Silva, haciendo un truco tras otro. Y en la final contra Alemania también. Campeones. Dejando con la boca abierta a todos. Incluso a nosotros, que narrábamos sus jugadas sin pestañear. Allí se juntó con un tal Xavi, un tal Iniesta, un tal Cesc… gente que hablaba el mismo idioma que David. Entre ellos se entendieron a la perfección.
Y a ellos se sumaban Cazorla, Villa, Torres, y después Xabi Alonso, Busquets, etc… y volvieron a ganar en 2010, y después en 2012. Nunca antes sentimos que todo el mundo quería llevar la camiseta de España. Todos querían ponérsela porque pensaban que al hacerlo se convertirían en magos, pero eso está reservado solo para unos pocos.
Pero sin todos ellos, David Silva fue capaz de seguir impartiendo clases del mejor fútbol en un lugar tan distinto a Arguineguín como Manchester. Fichó por el City, se fue a la Premier ¡Diez años allí! Entre medias unas cuantas Premier y FA Cup. Y una estatua a las afueras del estadio para recordarlo eternamente. En Manchester saben que pasará mucho tiempo hasta que vuelva otro como él. Se ganó el cariño de su club y de su hinchada, y el respeto del fútbol inglés, poco acostumbrado a ver jugadores de ese perfil.
En total ha ganado 20 títulos. Entre ellos la Copa del Rey en 2008 con el Valencia, que ha vuelto a ganar 13 años después con la Real, ganando en la final vasca ante el Athletic. Porque después de Manchester, el Mago de Arguineguín ha decidido seguir dando clases de buen fútbol en San Sebastián. Y ojalá no se retirara nunca, porque sí, como los buenos vinos, ha ido mejorando con los años. Con 35 aún sigue teniendo ilusión, esa misma que despierta en los aficionados. Ahora de la Real, pero en el fondo de todos, porque todos hemos sido y somos de Silva. Porque a todos nos gusta la magia…
Un líder silencioso… Un ganador… Un mago al que jamás le hemos pillado un truco…”.
Vuelvo con David y le pregunto si cree que hay un antes y un después de esta entronización del fútbol español. “Creo que sí, porque hizo que el fútbol español adquiriera un rango mundial y propició también un cambio en la manera de verlo de los entrenadores”.
“Hay mucha calidad en el fútbol español y si le añades capacidad de competir eso te hace estar más cerca de ganar”.
En la charla hablamos de la posibilidad de que España haga un buen papel en esta Eurocopa: “Ojalá. Luis Enrique es una persona muy competitiva que lo tiene todo muy estudiado y espero que pueda transmitírselo al equipo y podamos hacer un buen torneo, estar cerca del título. Sería una alegría inmensa”.
David es detallista, observador, buscador de esas posibilidades escurridizas que te conducen al éxito, ese que le ha perseguido obstinadamente en todos los equipos en los que ha jugado, en la propia selección. Le pregunto cómo lo vive: “Cada vez lo vivo más porque creo que cada vez me quedan menos, pero la verdad es que siempre he sido un tipo tranquilo que en los buenos momentos mantiene la calma y en los malos, los de las lesiones y el infortunio, también soy capaz de mantenerla. Hay que conservar el equilibrio para competir”.
Sus referentes futbolísticos han sido Michael Laudrup (quien por cierto es también un buen aficionado al vino) y Juan Carlos Valerón, su paisano, que jugó con su padre y que en su decir es una excelente persona. ¿Y si tuvieras que quedarte con uno? “Me quedo con los dos, me responde taxativo”.
Hay una buena relación de futbolistas relacionados directamente con el mundo del vino: el mencionado Michael Laudrup, que montó una distribuidora de vinos para llevar vinos desde España a los mercados anglosajones y escandinavos; Frank Beckenbauer también se embarcó en la aventura del vino hace años al comprar una bodega sudafricana, Lammershoek, muy cerca de Ciudad del Cabo; Andrea Pirlo, el ídolo italiano tiene también su propia bodega en la Lombardía, Pratum Coller; Eusebio Sacristán (a quien deseo una pronta recuperación) hizo su propia incursión por las tierras de Toro montando su propia bodega, Quinta Quietud; Leo Messi tiene un acuerdo con una bodega argentina, Bianchi, para elaborar su propia línea de vinos, y por supuesto Andrés Iniesta, y su Bodegas Iniesta en su pueblo, Fuentealbilla.
David Silva es uno de esos aficionados con mucha curiosidad por el vino y por ello le pregunto dónde y cuándo empezó a interesarse por este mundo: “Fue con un buen amigo mío, Sisi (Sisinio González), que jugó conmigo en las categorías inferiores del Valencia. Él tiene un amigo de Valladolid que hacía vino y juntos emprendimos un proyecto en Gredos, a partir de ahí empecé a fijarme más, a probar cosas... Y entonces conocí a Jonatan García, de la bodega canaria “Suertes del Marqués”, probé sus vinos y me gustaron mucho, tuve la suerte de ir fraguando con el tiempo una buena amistad. Con él me he metido de lleno en un proyecto en Gran Canaria. A su lado he aprendido mucho y la verdad cuando te metes en este mundo te engancha”.
Le pido que me hable de su nuevo proyecto:
“Pues le pregunté directamente a Jonatan si podíamos hacer algo aquí, cerca de Arguineguín, y me dijo que sí se podía. Estuvimos buscando y encontré una finca que me gustó, con un viñedo muy bonito. Ahora estamos haciendo la bodega y sacaremos al mercado de manera inminente la primera añada que estamos elaborando en la bodega de unos amigos. La próxima la haremos en nuestra propia bodega”. “Es un proyecto muy bonito en mi tierra y algo que me ilusiona mucho, y sobre todo me gustaría hacerlo bien”.
El vino se llama Tamerán (un posible topónimo de Gran Canaria) y los viñedos están en San Bartolomé de Tirajana, a 700 metros de altitud. Elaboran cinco blancos monovarietales que llevan el apellido de sus variedades: malvasía volcánica, marmajuelo, verdello, verijadiego blanco y baboso blanco y un clarete que se llama Vidueño. Vinos que dicen de dónde son, con la personalidad y el carácter de la tierra que los da.
El vino que ha acompañado nuestra conversación lo ha elegido David, que despliega dotes de catador muy fino: es Vidonia, un listán blanco de la bodega Suertes del Marqués. Pero ¿quién soy yo para hablar del vino teniendo a mi alcance la amabilidad y sabiduría de Jonatan Garcia? Le llamo y lo pillo en el proceso de embotellamiento de Tamerán: “La bodega Suertes del Marqués empezó a comercializar sus vinos en el año 2006 aunque ya éramos viticultores desde el año 1986 en que vendíamos uva a otras bodegas, hasta que mi padre en 2005 decidió que empezáramos a elaborar los vinos. Y hoy en día es ya nuestra forma de vida”.
“La primera añada de Vidonia fue en 2011 y procede de viñedos de la zona centro y este del Valle de la Orotava, este valle está compuesto por dos grandes zonas: si te vas hacia el oeste en esa franja la mayoría de los viñedos son de listán blanco y hacia el este de listán negro y aquí viene la singularidad de Vidonia que procede terrenos donde se da la uva tinta y esto le confiere un perfil muy elegante”.
“En Suertes del Marqués hacemos dos elaboraciones de blanco, una es Trenzado, que procede de los parajes del oeste, y otro Vidonia, que procede del centro y este. Son viñas muy viejas, de más de 100 años y está fermentado en barricas de 500 litros usadas. Lo dejamos 11 meses sobre sus lías hasta que embotellamos ensamblando barricas distintas”.
“La añada que ha elegido David, 2019, es la última que ha salido al mercado. Fue una añada muy corta pero de mucha calidad y con una espléndida acidez”.
El vino se presenta con la identidad de su tierra, tiene una marcada personalidad, es floral, frutal y aparecen matices de su suelo volcánico. Es sabroso, muy fino y encanta por su toque ligeramente amargo al final. Una delicia.
Me despido de David. La Eurocopa nos llama. En mi regreso, la memoria vuelve a Vigo, a Valencia, a Viena, Sudáfrica, Manchester, Kiev, San Sebastián y me trae un reguero de jugadas, de momentos preciosos de fútbol, esos que nos llevamos a cualquier lugar, en cualquier momento, como “la bella expresión de lo distinto” que decía Rafael Alberti.
Palabra de Vino.