Siempre he creído que la música es una patria. De una extensión incalculable. Esparcida por países y comarcas de todo el planeta. Pero esa patria no solo la conforman aquellos territorios donde la música se compone y se produce, se extiende también a aquellos lugares donde la música se guarda, se mima, se interpreta. Lugares para momentos inolvidables porque la música es también generadora de compañías, de conversaciones, banda sonora de celebraciones. La geografía del hallazgo, de recorridos por lugares donde los músicos cuentan sus relatos, hacen sonar sus instrumentos y ayudan a quien sepa leer en este mapa, que sí es el territorio.
Carlos Núñez decidió adquirir esta ciudadanía a la corta edad de 8 años, cuando actuó en público por primera vez en el pueblo de su padre, A Mezquita (Ourense). Se desmayó por hiperventilación, porque creía que no lo iba a poder lograr y mientras, la gente entraba en trance, se entusiasmaba ante el talento de aquel crío. Así lo recuerda después de tanto tiempo: “El público me decía: No pares Carliños! Y eso me hizo sentir su energía, entendí que eso era lo importante, un elixir de la felicidad. Toqué toda la noche en bucle las dos únicas piezas que sabía”. Le pregunto si también supo aquel verano que iba a ser gaiteiro: “Ser gaiteiro es algo más que ser músico, es ser casi un druida porque no solo consiste en hacer música, sino en lograr que la gente se conecte con algo muy profundo de las tradiciones, de la naturaleza”.
“Desde entonces la flauta y la gaita son mis dos amores: el más platónico, la flauta; el más aristotélico y carnal, la gaita. Son dos energías diferentes: con la flauta puedes volar, la gaita tiene algo de guitarra eléctrica, de hecho yo creo que la gaita fue la guitarra eléctrica de la Edad Media. Fue una moda que se extendió por toda Europa, se tocaba una gaita casi como la que se conserva hoy en Galicia, en todo el noroeste de España. Fue el instrumento de aquella época y lo increíble es que nosotros no la perdimos, la conservamos viva en la tradición mil años después. La gaita que yo toco lleva al menos diez siglos entre nosotros, se rearquitectó en el gótico pero venía de atrás. En breve se abrirá una exposición en el Museo Arqueológico de Madrid en la que se podrá ver una flauta celtíbera de 6 agujeros igualita a las que ahora se tocan en Galicia, o la que toca Paddy Moloney, el líder de los Chieftains”.
Poco a poco el saber ha ido saliendo a la luz gracias al trabajo conjunto de músicos, arqueólogos, lingüistas... Esta labor ha sacado a flote el conocimiento de los sistemas musicales desde hace dos mil años. El sueño se ha hecho realidad: el de un mundo celta que parecía solo imaginario y resultó ser algo latente, de una presencia exponencial: “En España tenemos joyas, en la Península Ibérica están los lugares celtas más antiguos del mundo, anteriores que los de Irlanda o Escocia. Tuvimos además la suerte de que llegaran los romanos y los fenicios con sus escrituras y gracias a ellas las lenguas celtas que se hablaban aquí se pudieron escribir, cosa que no ocurrió en otros lugares. Hay por ejemplo una canción dedicada al Dios Luj en Aragón, en Extremadura también hay muchas huellas de lenguas celtas y en Portugal. Hace cinco años no sabíamos nada de esto y ahora hasta sabemos que en el castellano hay palabras de origen celta como perro o centolla”.
Una parte nuestra que permanecía escondida, tapada por una prioridad cultural muy del Mediterráneo. El Atlántico tenía la percepción de lo misterioso, de lo infinito, del rumbo a lo desconocido, le digo a Carlos, y él prosigue: “El Atlántico se hubiera quedado como un territorio misterioso pero hoy ya sabemos, por estudios antropológicos, que lo celta no llegó de la Europa Central, lo celta más antiguo habitaba en el Atlántico. Lo celta ha sido un sistema de comunicación, de lengua franca, un sistema de intercambio entre los habitantes del Atlántico Norte. Todo estaba conectado a través del mar y esa relación ha permanecido viva: toda esa herencia, esa vocación de querer construir un país a través de lo que Manolo Rivas llama los hilos invisibles del mar y ha desembocado en un sentimiento, muy nuestro, la “irmandade”, una suerte de conexiones”.
Hay diferentes maneras de ir por el mundo, buscando diferencias o encontrando similitudes; esa "irmandade" de la que habla Carlos que hace que mucha gente se identifique en un mismo denominador común, como lo expresaba Yeats: “Las flores son muchas y la raíz solo una”. “Estoy convencido -continúa Carlos- que eso fue heredado por sabios, como el Rey Alfonso X (este año se cumplirá el octavo centenario de su nacimiento) que se educó en Maceda (Ourense) y nos legó sus Cantigas, y fue tan inteligente que en ellas aparece toda España reflejada, en ellas aparece también ese sentimiento de irmandade que fue creciendo hacia el sur y más tarde se extendió por América”. “A veces cuando doy conciertos allí, mucha gente me dice: No sé cómo lo hacéis para colocaros todos juntos: latinos, africanos... Nadie nos puede ganar en ese arte de saber mezclar”.
Carlos conoció a los Chieftains a los 13 años, los presentó Antón Seoane, el líder de Milladoiro. Y fue un encuentro de lo más fructífero, se fraguó una gran amistad que ha perdurado a lo largo del tiempo. Hay quien dice que se ha convertido en el séptimo Chieftain: “Toqué por primera vez con ellos cuando tenía 16 años y un par de años después me invitaron a participar en la banda sonora de “La Isla del Tesoro”, protagonizada por Charlton Heston. A partir de ahí me llevaron con ellos de gira por todo el mundo. Me adoptaron. Esta integración me hizo conocer con más profundidad el mundo irlandés, uno de sus libros arteriales, The Book of Conquest, en el que se dice que los celtas llegaron desde Galicia. Y tanto fue así que en el S.XVII a los irlandeses que llegaban a España los hacían españoles y en Irlanda llegaron a decir que los irlandeses venían de España”.
“Los Chieftains cambiaron mi vida, ellos estaban en el top, y grababan con los más grandes: Mick Jagger, Sting, Sinead O’Connor, Ry Cooder, Bob Dylan, con quien pasamos una noche entera hablando. Era como un sueño. Tocamos también con Joni Mitchell, con Roger Daltrey en el Carneggie Hall, con Alice Cooper, Pearl Jam, Spin Doctors... Yo venía de la música tradicional y lo que me fascinó es que aquellos rockeros, dioses del pop, veneraban y respetaban lo que significaban los Chieftains”.
Otro de los giros de su vida vino después de que Manolo Rivas publicara un artículo en El País en el que llamaba a Carlos el nuevo rey de los celtas: “A partir de entonces -recuerda el gaiteiro- fiché por una discográfica y me propuse hacer lo mismo que los Chieftains pero aquí y me dije: ¿Y si invito a Luz Casal y a Ry Cooder y hacemos juntos una versión de “Negra sombra” y lo convertimos en una especie de blues moderno? Y voy a invitar a Dulce Pontes; y seguí lo que aprendí con ellos: a trabajar con grandes de todos los géneros y proponerles que cantaran música tradicional. Así nació “A Irmandade das estrelas” (Sony BMG 1996).
Llamo a José María Barbat, presidente de Sony Music Iberia, amigo y editor de Carlos: “Conozco a Carlos y a su socio necesario e imprescindible Fernando, desde el año 1996.
Lo que empezó como uno de mis primeros trabajos como jefe de producto en la compañía Ariola/BMG se convirtió en uno de los éxitos profesionales de los que más orgulloso me siento por lo que aprendí de la música celta, de Galicia, de la gaita, del increíble imaginario de las letras gallegas y sus autores, de Manuel Rivas, y de artistas increíbles con los que, ese muchacho de veintipocos entonces y con su primer disco, colaboraba como si ya fuera una estrella del rock (Luz Casal, Dulce Pontes, The Chieftains, La Vieja Trova Santiaguera, Ry Cooder, Kepa Junkera...).
Pero por encima de todo y a lo largo de estos años la mayor felicidad ha sido poder seguirles de cerca, con su fantástica conquista del mundo a través de la música, tocando en los mejores recintos con su banda que es como una familia (su hermano Xurxo y Pancho) y donde ha presentado -con esas dotes de los mejores “storytellers”- ha presentadoel gigantesco conocimiento y pasión por la música gallega, sus raíces y sus conexiones con música y artistas desde Japón a Argentina, pasando por supuesto por Irlanda o los Estados Unidos.
Ah! Se me olvidaba: y la amistad más bonita que me ha granjeado este negocio que amo profundamente".
También tocando se hace camino, se mira a Compostela, una manera de peregrinar, de acudir a la llamada de Occidente: “Fue el resultado de muchos años de preparación. Con este disco conseguimos atraer la atención de mucha gente hacia esta música. De repente empezamos a recorrer España, a dar conciertos en las grandes capitales. Este trabajo hizo que la música celta fuera algo así como el flamenco del norte, un género que permitía que todo el mundo se viera representado. A día de hoy A Irmandade y todos los discos que vinieron detrás han conseguido entroncar con un género que nos representa: Flamenco Atlántico. Y funciona”.
Manolo Rivas escribió en la contraportada de este disco: “Esta música nace de ese camino y de ese encuentro. El antiguo mito que late con corazón de niño. La estirpe que nunca traiciona. La partitura del mar que lame las heridas más duras. Que todo está convocado aquí por Carlos Núñez en esta hermandad de estrellas. Un hogar donde los sueños se hacen música para no morir de frío”.
Hace algunos meses los responsables de Turismo de la Xunta, en concreto su directora, Nava Castro, llamaron a Carlos para proponerle que tocara en el acto de apertura de la Puerta Santa de la Catedral. “Un honor -en palabras del músico- pero de repente me lancé y les propuse ir más allá y hacer un trabajo audiovisual, un llamamiento a artistas amigos de Galicia. La respuesta fue increíble, de un cariño incondicional: Julio Iglesias, Alejandro Sanz, Manuel Rivas, Paulo Coelho, Amaral, Rozalén, Iván Ferreiro, Xabier Díaz, la Orquesta del Pórtico de la Gloria confinados en diferentes países, pandereteiras, un colectivo de gaiteiros tocando juntos Aires de Pontevedra. Una maravilla. Muy emocionante”.
“En el caso de Julio Iglesias era una relación que venía de atrás pero yo siempre había ido a su territorio, había tocado con él en el Royal Albert Hall cuando le dieron el premio al artista latino que más discos había vendido en el mundo. Allí descubrí a un Julio que no conocía: al músico, a un gran músico; muy humilde y uno de los poquísimos cantantes que yo he conocido que canta y escucha, que visualiza absolutamente todo a su alrededor”. “Un día me dijo: Lo mío fue un accidente, yo iba por otro camino y he tenido la suerte de cantar con todos los grandes y he copiado de ellos y así aprendí”. “Toqué con él “Un canto a Galicia” y le apliqué con la flauta una escala al modo mixo livio, que es el de las gaitas escocesas y él enseguida me siguió en esta escala y la canción giró, se convirtió en otra cosa. Me encantaría grabarla con él”.
Después de las navidades Carlos aparece desde años en Madrid, para dar un concierto. Una tradición con la que se muestra encantado: “También esto lo aprendí de los Chieftains, que cada año se iban a América y hacían a su gira de San Patricio. Nosotros nos inventamos la de Navidad y tocamos en varias ciudades para concluir en Madrid. Muchos de los músicos que vienen de fuera a acompañarme les fascina la alegría navideña de por aquí. Este concierto de Madrid es nuestra fiesta de invierno”.
Esta noche era la fecha elegida pero la situación meteorológica de la ciudad ha obligado a desplazarlo al 7 de febrero. En él iban a participar entre otros Manolo Rivas y su hijo, el actor Martiño Rivas, para recitar poemas y Andrés Suárez, a quien llamo para que me hable de su relación con Carlos y me responde con su delicada poesía: “Sinónimo de bienestar, la cercanía de un cuerpo en su melodía imposible. Los trozos de luna en sus manos, algún silencio ajeno, la arena y el tiempo como por arte de magia.
La música de Carlos es hábito sin espinas, tenderle montaña al aplauso, el don de un silbido desordenando recuerdos. Cualquier canción de Nuñez es xira de Cedeira sin salir de Madrid”.La música de Carlos es hábito sin espinas, tenderle montaña al aplauso, el don de un silbido desordenando recuerdos.
En Os Peares, el Sil y el Miño se dan su abrazo en un portentoso encuentro de aguas. Tierras fraguadas por el tiempo. Paisajes construidos por la fantasía de los sueños. El reino inclinado del godello. Allí Roberto Flammini y Lara Santos encajaron su proyecto: Alma das Donas. De su bodega es el vino elegido para esta cita, Alma Larga 2019. Le pido a Roberto su descripción: “AlmaLarga es fruto de una elaboración manual. La uva Godello nace en las laderas del río Sil, en plena Ribeira Sacra. Debido a su ubicación en fuerte pendiente y a su orientación sur-suroeste, se beneficia de un microclima excepcional para la elaboración del vino.
El cultivo, que se realiza en terrazas o bancales de fuerte pendiente, son trabajados de forma artesanal. Tanto la recogida como la producción, se lleva a cabo de manera rigurosamente manual, siendo fieles en todo momento al concepto de Viticultura Heroica.
La uva se transporta rápidamente a bodega donde se clasifica en la mesa de selección, pasando a la prensa y permaneciendo 24 horas a baja temperatura para la caída de las lías gruesas. Posteriormente se realiza la fermentación alcohólica a temperatura controlada (13º-15º). Tras la fermentación, se realiza el proceso de crianza sobre lías finas durante cuatro meses.
Almalarga rompe con el estereotipo de que los vinos blancos jóvenes son vinos para beber en el año. A pesar de su color amarillo pajizo y un aspecto limpio y brillante característicos de su juventud, es un vino con cuerpo, fuerza, intensidad y con la frescura característica de la uva Godello”.Almalarga rompe con el estereotipo de que los vinos blancos jóvenes son vinos para beber en el año
Un vino muy mineral, con la frescura de la fruta de hueso, reminiscencias cítricas, recuerdos de manzana y flores silvestres. Tiene elegancia y reposo. Una gran añada. Tendrá una vida larga en botella.
Carlos y yo nos despedimos dejando atrás un rastro de ese camino, de esa andadura excelsa que lleva a Compostela, donde terminan todos los caminos de la Tierra y comienza el camino de las estrellas. Palabra de vino.