Amancio López Seijas es un permanente explorador de nuevos horizontes, de territorios por descubrir, arriesgando lo seguro y con la esperanza de conseguir siempre lo mejor. Su tesón es una aldaba que golpea con la fuerza de su empeño. Así lo hizo desde siempre, desde que comenzó a vivir, desde que dejó su Chantada (Lugo) natal, el sitio del que dice no haberse ido nunca del todo porque vuelve con frecuencia y porque la memoria de sus años de infancia sigue acompañándole allá donde va.
Barcelona fue su Ítaca, llegar allí fue su destino. Así me lo cuenta: “Recuerdo que cuando salí de Chantada era un 12 de febrero y estaba nevando. Salí rumbo a esa ciudad de promisión, de los prodigios, como la bautizó Eduardo Mendoza, de enormes oportunidades profesionales. Estuve unos días, creo que una semana, antes de partir hacia Baleares, adonde llegué con los almendros en flor y me quedé durante un tiempo porque conseguí un trabajo en Menorca. Enseguida regresé a Barcelona”.
Iba Amancio ligero de equipaje pero en su morral esperaban todas las ilusiones del mundo. Eran los comienzos de los setenta y España empezaba a balbucear tiempos de transformación y por tanto se abrían puertas por la bisagra de la oportunidad.
Hizo la mili y al finalizarla comenzó a avivar sus brasas de entusiasmo y así en el año 77, me cuenta, que acudió a la llamada de una convocatoria de trabajo: “Lo recuerdo perfectamente: había una crisis tremenda, era la de las materias primas, y a mi alrededor había un montón de compañeros sin trabajo. Acudí a la entrevista a la que te refieres. Era en Las Ramblas, la cola era inmensa y llovía con una persistente calma. Buscaban un recepcionista de hotel, había que rellenar un formulario y en el último renglón preguntaban que de no ser ese el puesto de de la convocatoria que te gustaría ser: tiré de osadía y puse director general. Unos días más tarde el director de Recursos Humanos mandó a buscarme (vivía en un piso compartido con amigos y no teníamos teléfono) y me dijo: “Así que es usted el que quiere ser director general”. Le respondí que si no hubiera llegado a poner eso nunca se hubieran fijado en mí. Me dieron el trabajo y más tarde se dio la oportunidad para colocar allí las bases de nuestro proyecto”.
Una vez me dijo el periodista Juan Cruz que los sueños si no se saben contar se convierten en pesadillas.
Hotusa y Eurostars empezaron como empiezan todas las cosas grandes, de menos a más, con un crecimiento gradual, sostenido, exponencial y con ritmos de sensatez y cordura. No hay secretos, ni atajos para llegar al cielo, todo se asienta según su presidente en pilares básicos: “Lo primero, hacen falta grandes dosis de ilusión y entusiasmo,
La segunda es fijarte y mantener objetivos altos, horizontes elevados; el resto es trabajo, rigor, disciplina, sensatez, cometer el menor número de errores posibles e ir aprendiendo cada día. Descubrir e ir eligiendo caminos. Lo que no se sabe se puede aprender.”.
Escribió Aldous Huxley que “la experiencia no es lo que te sucede, sino lo que haces con lo que te sucede”.
Amancio ha generado una empresa de ámbito familiar, apoyada en Ana Sanjurjo, su mujer, al decir de sus allegados su auténtico puntal, y en la que también participan sus hijas: Marina, responsable de marketing y nuevas tecnologías del grupo, y Clara, la responsable de desarrollo e inversión. Aprovecho y le pregunto a Amancio si está satisfecho al ver que su legado proseguirá en el seno familiar: “Es una enorme esperanza - me dice-, pero también por la confianza que tengo depositada en un buen número de personas que han dedicado una parte importante de su vida a este proyecto y sé que con ellos también estará garantizada la continuidad. Ellos son también una esperanza de futuro, forman parte del mismo núcleo. El orgullo es relativo porque en cada tarea hay siempre una parte de insatisfacción que además es imprescindible para seguir progresando, por eso siempre pienso que los objetivos hay que ir desplazándolos constantemente, como las líneas del horizonte, para que la búsqueda sea permanente. Pero es una enorme satisfacción ver a mi familia y a mi equipo tan implicados. Esto da una cierta serenidad”.
Fernando Ónega es un maestro de periodistas, cada día dicta su magisterio desde la radio, la tele y diversos medios escritos. También nació cerca de Lugo y de sobra sabe lo que es abrirse paso en territorios de grandes amplitudes. Es amigo de Amancio y por ello le pido que me ayude en esta tarea de perfilar a mi invitado. Responde con la generosidad que le caracteriza: “De Amancio López Seijas dicen que es un gran empresario, y es verdad; pero es una verdad parcial por muchos miles de hoteles que Eurostars gestione en el mundo y por grande que sea su cadena Hotusa. Lo que es de verdad Amancio López Seijas es un soñador que ambiciona convertir a su pueblo en el Silicon Valley de la Galicia profunda y conducir a los hijos del campesino hasta la vanguardia de las nuevas tecnologías. Y después, y por este orden, un gallego universal y universalista que está levantando en A Toxa un faro que difunda sabiduría y cree vínculos de cooperación desde España a las Américas, pasando por Portugal. Y a continuación, un humanista que me hace sospechar que tiene a Heidegger y Borges entre los libros de cuentas. Y al fondo, muy al fondo, un hombre que convoca a reyes y gobernantes, a magnates y pensadores, a emprendedores y líderes de opinión. Y creo que en su cabeza bulle algo muy parecido a un mundo nuevo sostenido sobre tres pilares: bonhomía, emprendimiento y valor”.
Le pregunto a Amancio por el número de hoteles que gestionan y me responde con inusitada inmediatez: “Tenemos dos áreas empresariales: una que llamamos de turismo, dedicada a las reservas, comercialización, compras... Es un consorcio hotelero a nivel mundial que posiblemente en su especialidad sea el primero. Como hoteles asociados superamos los 3.000. Luego está la cadena hotelera de explotación directa que iniciamos en el año 93 y donde actualmente superamos los 200 hoteles en 18 países”.
En su portafolio hotelero hay una lista de establecimientos admirables, hoteles que son símbolos de su demarcación geográfica. El más antiguo está en Resenburg (Alemania) construido a finales del siglo XIX, de arquitectura clásica y ornamentación palaciega, que lleva el nombre de Maximiliano, el primer rey de Baviera.
El Gran Hotel de A Toxa, de comienzos del siglo XX, navega sobre el mar en calma de la Ría de Arousa, tIene la armonía de una melodía de Satie, la atmósfera de la prosa de Proust.
El Excelsior de Nápoles, de 1908, vive acostado en su bahía, con un mirador único que permite la pausada contemplación del Vesubio, de Ischia, de Capri, donde Lucio Dalla se inspiró para componer “Caruso”.
El Hotel Real de Santander, con más de un siglo de vida y una historia de supervivencia al devastador incendio de Santander, su fachada resplandeciente le hizo ganarse el apodo de la “bella dama blanca”. El Reconquista de Oviedo, un hospicio transformado en hotel, sede de los jurados de los Premios Princesa de Asturias; por sus habitaciones han desfilado un sinfín de celebridades. Amancio tira de cierto orgullo para puntualizar: “Los hoteles emblemáticos te dan una motivación extra, ayudan a prestigiar el proyecto y son, sin duda, un motivo de satisfacción. Es bueno combinar la tradición con la modernidad e ir incorporando a tu oferta establecimientos, que como bien dices, aportan relato”.
Le pido a otro buen amigo del empresario, a un economista de elevado prestigio, Antón Costas, que me ayude a completar el retrato. Hace un breve alto en sus múltiples ocupaciones y atiende mi llamada con extraordinaria deferencia: “Amancio López es, para mí, el paradigma personal del buen capitalismo;
Además, tanto por sus orígenes sociales como geográficos -el rural gallego-, Amancio es también para mí el paradigma de la buena meritocracia, aquella que responde al mérito y al esfuerzo personal,
Esos orígenes y motivaciones son los que le llevan a apoyar y fomentar iniciativas en favor de la igualdad de oportunidades, especialmente para aquellos que más la necesitan y para fomentar el desarrollo económico y social de Galicia. La compra de activos hoteleros emblemáticos de Galicia, como el complejo del Gran Hotel de La Toja, o el impulso a la puesta en marcha del Foro Atlántico La Toja responden a esas motivaciones
“La imaginación es más importante que el conocimiento”. Probablemente cuando Amancio López Seijas dijo esto pensaba en Julio Verne, que llegó a la Luna sin salir de una buhardilla de París. Le pregunto cuánto de imaginación hará falta para recuperar a un sector herido, para cauterizar el daño provocado por la crisis sanitaria. Se detiene un rato, una breve pausa previa a la respuesta. “Hay que pasar esta travesía del desierto. Lo primero es resistir y después continuar la transformación que ya veníamos haciendo”.
“El turismo es la industria de la felicidad. El sueño de la humanidad ha sido viajar, ir a mundos desconocidos, descubrir sitios nuevos, distintas formas de vivir. El turismo es una consecuencia de la sociedad del bienestar que tiene su auge tras la Segunda Guerra Mundial y por ello nadie duda de que también superaremos esta crisis, que la gente volverá a viajar, a estimular su ansia de conocer aunque posiblemente de otra forma, quizá buscando una mayor singularidad, buscando también entornos de historia, de patrimonio y hasta es previsible que se busque esa especificidad de los territorios vaciados, despoblados; entornos de naturaleza. Experiencias diferenciadas. Lo importante será no estandarizar”.
Aún ante horizontes confusos hay quien dice que todas las crisis ofrecen oportunidades. Le pregunto qué opina de esto: “En Galicia se dice que no hay feria mala, uno pierde y otro gana. Las crisis aceleran los cambios y evidentemente cuando son muy duras se llevan por delante muchas cosas. Los que se quedan durante un tiempo tienen más oportunidades. Pero mira, este sector nuestro no estaba en crisis, había pasado por momentos difíciles y la mayoría de las empresas sean hoteleras, de líneas aéreas u otros tipos de transporte por barcos o carretera, son empresas que conforman un sector como el español, considerado uno de los más competitivos del mundo con lo cual eran empresas muy sanas que no estaban cuestionadas. Lógicamente este duro golpe traerá cambios, transformaciones, concentraciones, pero no creo que vayan mucho más allá de las que estaban en proceso”.
¿Y es posible pensar en expansiones mientras se vive en un momento de enorme contracción?, pregunto, y sin pausa alguna Amancio me responde: “Sí, indudablemente hay que hacerlo, y traigo aquí un consejo que me dio un amigo economista en la crisis anterior: las crisis hay que afrontarlas -me dijo- como un samurai, con dos espadas: la izquierda te defiende y con la derecha atacas, pero hay que hacerlo simultáneamente y por ello tienes que resistir por un lado y por otro pensar en facilitar la aceleración de los cambios y también porque será bueno mantener la ilusión, estimularla mientras te estás defendiendo. Esta es la clave. Y lo fundamental cuando esto pase serán las personas, los equipos que necesitarán perfilar nuevos horizontes y distinguir aquello que hay que conservar, lo que hay que renovar y lo que conviene acelerar. Equipos que a su vez tengan edades combinadas, complementarias”.
Hace más de un año Amancio López Seijas puso en marcha una singular iniciativa, un foro de debate de gran altura en el marco de su Gran Hotel de A Toxa. La acogida fue tal que un año después se ha repetido la experiencia: de nuevo políticos, empresarios e intelectuales se dieron cita en este lugar emblemático de Galicia para exponer sus reflexiones, sus pensamientos acerca de la reconstrucción económica de España, de Europa, en un momento crucial, una especie de auscultación del latido de lo que viene.
Le pido que me cuente como nació esta idea. Con descarada humildad se arranca diciéndome: “Por mi edad, circunstancias y el lugar donde nací he visto las grandes transformaciones que se han vivido en Galicia, España, Europa... Un mundo de oportunidades para mucha gente que se fue construyendo también después la Segunda Guerra Mundial. Y se construyó desde ideologías muy matizadas y muy consensuadas de centroderecha y centroizquierda que defendieron un proyecto común: la democracia liberal, la economía social de mercado, las sociedades abiertas y una serie de valores que nos hicieron abandonar aquellos años de tantos demonios. Esto tiene un gran valor. Y así un grupo de amigos, algunos de enorme prestigio, tuvimos esta idea, esta iniciativa de montar un foro en el que estuvieran los mejores y pudieran contar experiencias atractivas y de éxito; y reflexionar conjuntamente”.
El presidente y uno de los creadores de este foro es el economista y ex ministro Josep Piqué. Le llamo. Sé de su cercanía con Amancio y le pido por tanto su intervención en este diálogo.
Acude sin demoras: “Amancio es, para mi, un referente empresarial y un ejemplo de superación y esfuerzo. De orígenes humildes, ha sabido construir un grupo de empresas que hoy son un ejemplo de buen hacer. Se ha especializado -aunque no solamente- en grandes hoteles urbanos, magníficamente ubicados, de alta calidad y algunos de ellos emblemáticos.
Pero Amancio es también un referente de compromiso
Y en ese compromiso, hay una característica que le convierte de nuevo en un referente admirable: Amancio cree firmemente en la libertad y en la competencia y nada tiene que ver con la especulación financiera o el oportunismo del corto plazo.
Es también referente sobre su inquietud intelectual y su compromiso con el interés general. Soy testigo directo de ello, desde la organización de foros de reflexión de carácter plural, transversal y diverso a las iniciativas que ha puesto en marcha para reflexionar conjuntamente sobre las consecuencias del COVID-19 y su impacto sobre el turismo, pasando, obviamente, por las dos Ediciones ya celebradas del Foro La Toja-Vínculo Atlántico, con gran éxito.
Y, finalmente, para mi, Amancio, además de un gran amigo, tiene algo que, con la edad, uno va poniendo por encima de otras características y que yo he intentado transmitir a mis propios hijos: es una buena persona, que transmite credibilidad y confianza. Goza de toda mi admiración y un profundísimo aprecio”.
Consensuamos que el vino que nos había de acompañar a lo largo de la charla sería un Scala Dei Cartoixa, un sueño de los cartujos en tierras del Priorat. “Lo vinculo con la viticultura heroica de mi Ribeira Sacra, con esos vinos también cuajados de leyenda. Y me gusta esta elección, de este vino del Grupo Codorniú, porque encarna una tradición de siglos y también un legado, una saga, aquello que permanece en el tiempo. Cuando se piensa no en lo que te vas a llevar, sino en lo que vas a dejar”, concluye Amancio.
Llamo a Ricard Rofes, enólogo de la bodega, para que proceda con la tarea de presentación del vino:
“Cartoixa es una foto al paisaje de Scala Dei. Se trata de la selección de los mejores trozos de nuestros mejores viñedos. En el se aúnan las dos vertientes de Priorat: por un lado la elaboración clásica con raspón, en depósitos de cemento y crianza en volúmenes grandes, por otro la selección de los mejores trozos de nuestros mejores viñedos.elaboración clásica con raspónelaboración bordelesa moderna
La edad media de los viñedos para Cartoixa está alrededor de 60 años. Es un vino elaborado con 12 viñedos distintos.
En lo que respecta a esta añada, 2016, he de deciros que los meses posteriores a la vendimia del 2015 fueron los típicos del clima Mediterráneo, algunas lluvias que prepararon el terreno, a continuación el invierno, seco, tal como corresponde a nuestro clima, pero a la vez poco frío hizo que pensásemos que el ciclo de la vid se adelantaría, y lo parecía hasta que llegó 2016la primavera, generosa en lluvias y quizás un poco más fresca que lo habitual,
Al tener distintas procedencias de Garnachas, diferentes alturas, diferentes suelos, algunas necesitan un tratamiento distinto para su crianza. Así pues, cada viñedo es criado por separado en el que consideramos que es la mejor medida para que exprese su terroir”.
En su degustación aparecen frutas negras y maduras. Es mineral, untuoso, potente, desarrolla un cuerpo imponente y se queda en el recuerdo. Tiene la calidez del Mediterráneo. Una producción de 14 mil botellas.
Mirar hacia atrás, en muchas ocasiones, proporciona seguridad y por ello le formulo una última cuestión a Amancio antes de irnos, si echa mucho de menos Chantada: “Es que tengo esa sensación de no haberme ido del todo, por tanto Chantada está siempre ahí, aunque he de confesarte que durante el periodo del confinamiento sí tuve nostalgia de allí”.
Tras el último sorbo nos despedimos. Me voy, y en el desandar pienso en esa aseveración que Amancio repite en muchas ocasiones y que me parece una prometedora despedida: “Se tiene una solución o te absorbe el problema”.
Palabra de vino.