Aida Folch, la actriz que se prometió soñar
Todo empezó para Aida Folch cuando se presentó al casting de Fernando Trueba, que buscaba una niña para 'El embrujo de Shanghai'
Después llegó la televisión, participando en series como 'Cuéntame' o 'Sé quién eres', y ahora en 'Madres'
Tras 20 años de carrera como actriz, uno de sus sueños es poder llegar a dirigir
Dice José Luis Cuerda en sus “Memorias fritas” que las actrices y los actores son los animales más frágiles de la creación porque viven muy expuestos a la luz. Reparé por primera vez en Aida Folch en la conmovedora película de Fernando Trueba “El artista y la modelo” (2012) y fui consciente de su fragilidad, de su enorme exposición a la luz en ese precioso canto a la belleza del cineasta madrileño.
Aida ya sabía que quería pertenecer a este mundo desde poco antes de la adolescencia, según me cuenta: “Fantaseaba con ser muchas cosas, quería ser profesora, cantante, escritora pero sobre todo actriz. Y no tendría más de 7 u 8 años”.
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Como Patti Smith en su poemario “Augurios de inocencia” (Lumen, 2019), Aida buscaba la puerta de entrada al territorio de sus sueños y se presentó a un casting gigantesco para participar en 'El Embrujo de Shanghai', la adaptación cinematográfica de Fernando Trueba de la novela de Juan Marsé. Doy voz a Fernando para que me cuente cómo lo recuerda, cómo descubrió a Aida: “Fue un casting larguísimo -me responde- para encontrar a los niños y sobre todo a la niña. Días, semanas… Y cuando ya andábamos en la parte final, Cristina, mi mujer, me dijo: “La chica que buscamos está ahí afuera”. Era Aida. Seguimos con las pruebas y me convenció, me pareció muy buena, muy segura y con un punto de frescura maravilloso”.
Aida, por su parte, lo vivió así: “Aquello fue tremendo porque un día saliendo del colegio, cuando iba andando a casa, vi que había una agencia de modelos en Reus (Tarragona), de donde yo soy, subí y le dije a una señora que había allí que quería ser actriz, me respondió que como era menor tenía que ir acompañada de mis padres, y que no obstante dejara un número de teléfono. Una semana más tarde llamó a mi casa y dijo que había visto en el periódico local que Fernando Trueba buscaba una niña de mi edad. Mis padres alucinaron porque no les había contado nada de aquello. Hice 5 castings en 2 meses e incluso al primero me presenté con algunas amigas y cada vez que iba pasando pruebas y acercándome al final el estrés era monumental porque aunque era pequeña sabía que mi vida cambiaría por completo si lograba hacer esa película. En el quinto casting, cuando solo quedábamos otra chica y yo, le dije a mi madre que no quería ir, que no soportaba la idea de quedarme a las puertas. Me recuerdo muy superada por la situación pero finalmente cedí, me eligieron y ahí empezó todo…”.
“Hacer aquella película fue muy fuerte, era una superproducción y de un despliegue increíble. Viajé por primera vez en avión, vine a Madrid, el Matadero estaba reconvertido en Shanghái, y allí estaba yo al lado de Fernando Fernán Gómez, Eduard Fernández, Rosa María Sardá… gente a la que admiraba muchísimo. Fue un sueño y todavía hoy al recordarlo me cuesta creer que aquello me hubiera sucedido a mí: ver por primera vez mi nombre escrito en los créditos de una película. He de contarte que me llamo Aida Benítez Folch y fue Trueba quien me convenció que quedaría mejor Aida Folch. Vi también por primera vez mi nombre escrito en los periódicos. Fue muy especial para mí”.
“Poseíamos un resplandor nuevo. Mudábamos la piel en un suspiro”, escribió Patti Smith.
El cine le iba revelando sus misterios, abriéndole ventanas de una habitación con vistas al futuro. Poco después de trabajar con Trueba, otro Fernando, León de Aranoa, le ofreció un papel en “Los lunes al sol”: “Mira, en ocasiones la ignorancia te ayuda. Yo era muy joven y carecía de cultura cinematográfica, bueno, de cultura en general. Estuve a punto de no ir a la convocatoria de Fernando León (un par de meses después de haber terminado 'El Embrujo de Shanghái') porque había quedado con unas amigas para ir al Retiro -de repente dibuja en su cara una mueca de incredulidad-".
"Yo no tenía ni idea de quiénes eran Bardem o Tosar, no entendía nada del guion y además tenía que rodar en los astilleros de Galicia, en un ambiente gris, rodeada de hombres mucho mayores que yo… El plan no me parecía muy atractivo. Ahora me doy cuenta de lo irresponsable, de lo inocente que era. Cuando terminamos la película yo tenía 15 años y fui a verla al Festival de San Sebastián y allí reparé en lo que habíamos hecho. No podía parar de llorar de lo bonita que me parecía, del mensaje que daba, de ese sentido del humor que tenía… A la gente le encantó. Luego vinieron los premios. Era como un sueño ininterrumpido: ese año estuve en los Goya (acababa de llegar a este mundo del cine), y las dos películas en las que había trabajado habían sido las más nominadas. Increíble”.
La familia Trueba
El reto del cine tenía algo de partida de ajedrez para Aida. Había que salvar incertidumbres, saber si de verdad se valía para ello, aprender a vivir en una profesión que camina por lo incierto. Hay momentos en la vida en que, cuando menos te lo esperas, se cruzan en ella personas arteriales que te enseñan a ensanchar el mundo, que te orientan en ese momento fronterizo en que un tiempo no da paso al otro. Y en eso aparecieron los Trueba, Cristina y Fernando, y se convirtieron en un faro de alta mar para ella. Unos años después de “El Embrujo de Shanghái”, Trueba dirigió una hermosa película, “El artista y la modelo”, una lúcida reflexión sobre la belleza, sobre la fragilidad de la vida.
De nuevo la voz de Fernando para explicar cómo se fraguó la intervención de Aida en esta película: “Tenía el proyecto en la cabeza pero aun no había comenzado a escribir el guion y me acordé de Aida, no sabía si ella hablaba francés y no quería, por tanto, revelarle nada para no generarle una falsa expectativa que pudiera frustrarla. La llamé en plan informal para preguntarle qué tal iba y como quien no quiere la cosa le pregunté si hablaba francés… Desapareció, y a los 6 meses me llamó hablando en un francés de lo más correcto. Supe que a las dos semanas de nuestra conversación telefónica se había ido a Francia a trabajar y a estudiar el idioma y con toda franqueza me dijo: “ Si al final no encajo en el papel, no te preocupes, al menos has hecho que aprendiera francés”. Lo hizo muy bien, tanto que Jean Rochefort (el protagonista masculino de la película) me dijo que había sido una de las mejores actrices con las que había trabajado en su vida”.
Le agradezco a Fernando su disponibilidad porque sé que anda muy liado con su nuevo proyecto, de nuevo con Javier Mariscal. Retomo la conversación con Aida para preguntarle qué lugar ocupa la familia Trueba en su vida: “Pues como bien dices han sido arteriales en mi vida personal y profesional, porque al final en la vida se mezclan mucho las cosas. Él y Cristina (Huete) me dieron mi primera oportunidad, confiaron en mí sin tener nada a mis espaldas, siendo una niña. A mayores me han prestado mucha ayuda, me han ayudado a educarme de una manera muy condescendiente, pusieron a mi alcance libros, músicas… Me decían: estudia, piensa antes de hacer ciertas cosas. Fueron y son muy importantes en mi vida profesional y también les debo mucho de cómo soy por lo que me han inculcado, enseñado. Es por ellos por quienes descubrí el amor por la lectura, por la música, el interés por la filosofía, por otras muchas cosas. Hemos establecido una sólida relación personal a lo largo de los años y, a su lado, he aprendido muchísimo de cine, de la vida, de cómo son las cosas”.
Le escuché decir a Benedetti que “en la vida conviene ser joven sin prisa y con memoria, situarse poco a poco en una historia que sea la tuya, encontrar manos que ayuden a abrir puertas”.
Y en eso llegó la televisión, la propuesta para participar en una de las series más emblemáticas del panorama audiovisual español, 'Cuéntame': “Entré para hacer un episodio y me quedé 5 temporadas -me dice-. Mira, Manuel, a pesar de ser joven viví esa época antigua de una cierta separación, distancia, entre el cine y la televisión. Recuerdo que me habían ofrecido algún papel en alguna serie anterior a 'Cuéntame', me llamaron para 'Compañeros' en su día y mi madre me dijo que no, que tenía que estudiar a pesar de que se trataba de una serie de enorme éxito. Luego todo cambió y había menos oportunidades en el cine que en la tele y fue cuando apareció Cuéntame en mi camino”. “En la tele compones personajes a los que puedes dar un arco más amplio y más o menos encuentro que la manera de trabajar antes era distinta porque en la tele todo iba más rápido que en el cine, pero ahora apenas encuentro diferencias. Con el tiempo empiezas a darte cuenta de que la gente recuerda con cariño tus personajes televisivos”.
En el 2016, Mediaset produjo “Sé quién eres” (Telecinco, 2017), creada por Pau Freixas y galardonada con el Ondas a la mejor serie española. Tuvo un gran éxito y muy buena acogida. Sé que Aida disfrutó mucho haciéndola y por ello la saco en la conversación: “Fue una serie muy especial para mí -me cuenta-, de la que me siento muy orgullosa. El personaje de Eva Durán era maravilloso y el ambiente en la serie no pudo ser mejor. Tengo los mejores recuerdos de aquel rodaje”.
Llamo a Pau Freixas, creador y guionista para completar el testimonio: “Cuando pienso en Aida y en su trabajo en "Sé quién eres", me viene a la cabeza un momento muy específico, que ilustra la gran intuición que posee.
La primera mañana que vino para decidir el look que tendría Eva Durán, me llamaron a maquillaje y me dijeron que quería hablar conmigo. Estaba sentada con su melena frente al espejo, sacó el teléfono con imágenes de Jean Seberg y me dijo que quería cortarse el pelo en ese plan, rollo garçón.
Mi primera reacción fue de susto. A saber cómo lo quedará, a saber qué dirá Telecinco, a saber si nos estamos liando solos. Dudé unos segundos y Aida arrancó un argumentario de diez minutos.
Cuando acabó no tuve otro remedio que reconocer que era la mejor propuesta posible, y afortunadamente en Telecinco pensaron lo mismo. Esa decisión afectó positiva y profundamente el estilo del personaje.
Pero no era una cuestión estética, detrás había un discurso de empoderamiento femenino, de renunciar a la sexualización del personaje, de apelar a la inteligencia y a la emocionalidad. Esa pátina de mujeres fuertes, sin complejos y sin necesidad de vender nada en relación a su imagen, no solo afectó a Eva Durán, sino que se convirtió en una filosofía para construir todos los personajes femeninos de la serie. Lo que decía, una intuición quirúrgica”.
Su andadura en Mediaset continúa con su participación en la serie “Madres”, creada por Aitor Gabilondo y su productora Alea Media para Amazon Prime Video y Telecinco (hace un par de días que se ha estrenado en la plataforma de pago la tercera temporada). Inmersa todavía en este trabajo le pregunto cómo se siente:
“Pues igual, 'Madres' es una serie muy especial, hecha por mujeres, que habla fundamentalmente de mujeres y mi personaje, el de una doctora (Olivia Zabala) con escasa habilidad social y rasgos de dureza me encanta”.
“Sé quien eres y Madres han sido dos trabajos que me han interesado mucho, han marcado en cierta manera los últimos tiempos de mi vida”.
La primera secuencia de 'Madres' la rodaron Belén Rueda, por ello cito a Belén en esta conversación para que avive su recuerdo de aquel momento: “Aida y yo no nos conocíamos de antes pero después de tantos años en la profesión sabes con quién vas a tener una conexión especial. Es meticulosa con la preparación de los personajes, algo que compartimos. Durante las grabaciones hay muchos tiempos de espera que te dan la oportunidad de hablar sobre muchas cosas y crear vínculos.
Aida es pura vida, curiosidad, entusiasmo, sensibilidad. Nos hemos conocido trabajando y nuestra amistad va más allá de los platós. Es bonita por dentro y por fuera”.
Alguien me dijo hace tiempo que la vida es lo que uno se cuenta a sí mismo, bien por propia invención o asumiendo lo que dicen otros.
La profesión de actriz es como una montaña rusa, jalonada de subidas y bajadas alternativas en la que se requieren grandes dosis de equilibrio. Es sin duda una actividad exigente, ¿cuánto de exigente para ti?
“Mucho. Todos intentamos hacer nuestro trabajo de la mejor manera posible, en mi caso siempre he querido demostrar que no me duermo en los laureles. He tenido la suerte de trabajar en esto siempre desde que empecé, hace 20 años, y nunca he trabajado de otra cosa, a veces lo pienso: No sé qué haría si no hiciera esto; es verdad que es muy bonito, me apasiona pero también es muy duro, como bien dices es muy exigente, no te permite desengancharte nunca de tu tarea. El público solo ve el exterior de tu trabajo, por eso cuando me dicen: Me he visto 'Madres' en un fin de semana, enseguida pienso: ¡con lo que nos ha costado! Esta es una profesión en la que no solo tienes que hacerlo bien sino que además ha de gustarte mucho por ello también pienso lo duro que debe ser trabajar en algo que no te gusta. He tenido la inmensa suerte de haber podido desarrollarme dentro de mi vocación y he ido aprovechando las oportunidades que me han brindado”.
Para seguir hablando de Aida es necesario ir “adelgazando las palabras” como decía Neruda e ir ensanchando el territorio de los sueños porque ella siempre ha confesado ser muy soñadora, utilizando sus aspiraciones como una energía. Le pregunto a este propósito con qué anda soñando ahora: “Esta me parece una buena pregunta porque ahora mismo y como consecuencia de la situación pandémica, del confinamiento, me empecé a formular muchas preguntas y creo que necesito reposarlas un poco para poder conectarlas con mis anhelos, con lo que de verdad me gusta y hace feliz. Para mí el trabajo siempre ha sido lo más importante porque me ha procurado mucha felicidad pero hay otras cosas que me gustaría hacer: Uno de mis sueños, siempre lo he tenido, sería poder llegar a dirigir pero me da un miedo atroz decirlo. Pero el sueño más grande que tengo es estar en paz y ser feliz haga lo que haga”.
¿Y con qué disfrutas cuando no estás trabajando?
“Me encanta leer, ir al cine, al teatro, a exposiciones pero sobre todo quedar con amigos y tener charlas largas, sin tiempo. Me encanta el vino tinto, es una de mis debilidades. Me gusta viajar y me encanta aprender en general. El otro día un compañero de rodaje en 'Madres' me dijo: Cada año me planteo probar algo nuevo, si me gusta me lo quedo y si no lo dejo. Esto se me ha quedado grabado porque cuántas cosas me hubiera gustado hacer que no he hecho: aprender a tocar el piano, me parece muy bonito saber tocar un instrumento y siempre creo que nunca es tarde para probar. Me gusta también hacer cosas manuales: cerámica, escribir… y compartirlo todo”.
Vino de la Ribera del Duero
Al comienzo de nuestra charla descorchamos para su acompañamiento un vino de la Ribera del Duero, Alonso del Yerro 2016, porque como bien dice Aida, ”el vino sirve para todo: para celebrar, para compartir, para relajarte, para ver una película, para esto que estamos haciendo, para conversar. Siempre lo tomo de noche. Es un placer”. “Me encanta comer bien y me gusta cocinar para amigos. Disfruto mucho de la gastronomía que es impensable sin la compañía del vino”.
Alonso del Yerro es una bodega familiar situada en Roa de Duero (Burgos). Casa y viñedos se extienden en un paisaje que parece alumbrado por un sol de la Toscana. Llamo a ese prodigio de amabilidad que es María del Yerro, propietaria d la bodega y le pido que sea ella quien nos hable del vino de hoy: “Nuestro Alonso del Yerro 2016 refleja perfectamente la añada: una añada generosa en producción, una uva con un perfecto grado de madurez que sorprende por su aromática y su equilibrio. Creo que es una de nuestras mejores añadas, sin duda".
"En este vino están todos nuestros suelos representados: los aromas frescos, frutales y cítricos que nos dan los suelos arenosos, esos taninos suaves y aterciopelados que nos vienen de las parcelas arcillo-calcáreas y ese toque salino que tiene en boca, procedente de la mineralidad de nuestros suelos calizos. En fin, un vino muy completo, que sin duda está hecho para disfrutar desde ahora, hasta dentro de muchos, muchos años”.
Cerramos la conversación y el día mientras la ciudad va cambiando con la luz. Vuelve Aida a sus sueños, al calor de sus amigos, a lo cercano… porque como dice mi amigo Antonio Lucas, el poeta de lo cotidiano, “vivir es un poco eso mismo, aprender la verdad de lo pequeño”.
Palabra de Vino.