Caminar es una de las formas más antiguas que tenemos los seres humanos de conocer nuestros propios límites. Ahora que estamos tocando el invierno va siendo hora de desempolvar las botas de trekking, armar la mochila con lo imprescindible y planificar uno de esos viajes que siempre son perfectos en esta época del año. Lo único que precisamos es una ruta fijada, un sendero por recorrer y algo de tiempo para adaptarnos al entorno que hayamos escogido. A partir de aquí, el reto físico nos permitirá descubrir el tipo de mochilero que somos: amantes de las montañas, los desniveles y las cimas; más afectuosos a la playa y la costa reverdecida, los valles, el remanso, la sensación de avanzar cuesta abajo sin resistencia.
Te descubrimos 6 rutas que no te deberías perder. Son caminos que no solo exigen resistencia, sino también la posibilidad de descubrir la belleza de algunos de los mejores paisajes del mundo para hacer senderismo.
Los contrastes geográficos son uno de los puntos fuertes de este camino: cadenas de montañas que quitan la respiración, lagos alpinos (para el descanso), cursos de agua, acantilados y decenas playas que varían entre lo agreste y lo accesible, según queramos complicarnos el acceso. Senderistas de todos los niveles tienen aquí su particular piedra de toque y su reto. El itinerario permite adaptar las actividades al ritmo de cada uno. Por suerte, hay varios alojamientos estratégicamente ubicados en Corte y Porto que harán más descansado el camino.
Entre las rutas principales, destaca la del GR-20, un sendero de largo recorrido reconocido por su dificultad técnica y la belleza de sus paisajes. Otra opción es la subida a picos de interés de la zona: el Monte Cinto, el punto más elevado de la isla con 2.706 metros, o el Capu d’Orto, que regala unas vistas espectaculares de otros puntos imperdibles de la ruta: los acantilados blancos de Bonifacio y las formaciones de granito rosado en Calanche de Piana.
Un desafío para caminantes que gustará a montañistas con bastante experiencia. Las condiciones climáticas juegan un papel crucial en la planificación de cualquier viaje. Solo se recomienda viajar entre abril y octubre, la única forma de evitar las nevadas del invierno y la época de monzón.
Sus 347 kilómetros atraviesan pasos montañosos que alcanzan hasta los 5.300 metros de altitud. Completarla requiere al menos 25 días, y el índice de finalización es un aviso a navegantes: solo la mitad de quienes inician el recorrido logran terminarlo. Por algo es una de las rutas más exigentes del planeta.
Por normativa local, es obligatorio contratar guías para esta expedición. Los costes oscilan entre 5.000 y 7.500 euros, dependiendo de los servicios contratados y la duración del viaje.
Una vez más, la ruta lleva al límite quien la camina, pero el premio bien vale intentarlo. 1.300 kilómetros por paisajes emblemáticos del suroeste de Estados Unidos. En total, 6 parques nacionales y aproximadamente 14 secciones cuya dificultad varía. Entre las partes más recomendadas están la Sección 2 (75 kilómetros siguiendo el río Colorado y el Parque Nacional de Canyonlands) y la Sección 8 (79 kilómetros por el río Paria, con parada en el Monumento Nacional Grand Staircase-Escalante). El momento ideal para emprender la ruta es la primavera, entre mayo y marzo, y en otoño, donde las temperaturas vuelven a ser moderadas.
Una de las rutas más populares es Reinebringen y sus vistas del pueblo de Reine y los fiordos. Una caminata corta pero exigente por un sendero de escalones de piedra, de aproximadamente 1,5 kilómetros de subida. sta ruta es ideal en verano o principios de otoño, cuando las condiciones del terreno son más estables.
Para quienes buscan la combinación de costa y montaña, Kvalvika Beach y el monte Ryten son de lo mejor que se puede encontrar. Unos 2 kilómetros iniciales por una playa aislada rodeada de montañas. Desde allí se asciende a Ryten, para merendarse las vistas del Mar de Noruega.
Esta ruta combina la exigencia física con el sabor del mejor turismo cultural. Comenzamos en la zona del lago Yssyk Kul para echar un vistazo a los petroglifos de Cholpon Ata, la mezquita dungana de Karakol y las gargantas de Altyn Arashan y Chong Kyzyl Suu, esta última muy recomendable para quienes, además de montañas, buscan tomarse un descanso de aguas termales. Para alojarse por la zona, las guías recomiendan la Residencia Presidencial de Cholpon Ata, otrora un enclave que sirvió como refugio veraniego para las autoridades soviéticas.
Cabe la posibilidad de realizar tours para conocer la vida nómada de los pastores kirguisos y dormir en las yurtas, una suerte de viviendas portátiles que este pueblo usa durante el verano. En cuanto a los puntos fuertes, quien decida adentrarse en esta ruta no puede perderse los acantilados del Lago Kel Suu, el cañón de Skazba o el caravanserai de Tash Rabat, antigua posta para caravanas en la ruta de la seda.
La West Highland Way es para excursionistas curtidos que deseen perderse durante una semana por las Tierras Altas. 154 kilómetros de recorrido, saliendo desde Milngavie, cerca de Glasgow, y terminando en Fort William, a los pies de Ben Nevis, la montaña más alta del Reino Unido. Como paradas obligatorias, el Lago Lomond y los páranos desolados de Rannoch Moor. Idealmente, es mejor evitar el verano. Las temperaturas suelen ser más suaves, pero la contraparte obligar a valorar muy bien la motivación del viaje. Si buscamos paisajes y contemplación, en esta época es cuando más se masifica por la afluencia de turistas.