Madrid esconde muchos secretos que merece la pena descubrir, tanto si se es visitante, como si esta es la ciudad en la que has escogido vivir. Se suelen destacar de la capital las muchas opciones de ocio que ofrece, los teatros, tiendas y rincones de la ciudad, pero también hay otros que se esconden bajo tierra y de los que no todo el mundo tiene conocimiento.
Secretos que se ocultan en las estaciones más antiguas y que con el tiempo se han ido quedando relegados frente a las muchas oportunidades que brinda la ciudad, pero que no por ello merecen menos la pena. Por eso, descubrirlas es todo un regalo para muchas personas, que podrán ver Madrid con otros ojos, unos lleno de ilusiones nuevas por descubrir esos misterios que todavía esconde.
Madrid tiene mucho que ofrecer en su superficie, pero también tiene algunos secretos que su Metro esconde bajo tierra que merece la pena conocer. Uno de ellos es la estación fantasma de Chamberí, que se puede visitar, disfrutando así de un viaje al pasado, porque muestra cómo era la estación en los años 60, antes de que la cerraran porque los trenes pasaron a ser más largos que los andenes.
En sus andenes, siempre que se reserve cita previa, se puede ver la publicidad tal y como fue concebida en el momento, con azulejos pintados, también se conservan los torniquetes y taquillas originales, se han mantenido las cabinas de cristal y los vestuarios de los trabajadores. Todo se ha querido conservar y convertir en un museo para deleite de los visitantes.
En Pinar de Chamartín mucha gente va con prisas y se pierden los detalles y eso que no es sencillo dejar de ver el tranvía 477 que se encuentra en exposición. Este vehículo circulaba entre Serrano y Sol en 1904 y ahora es una joya que se encuentra en el vestíbulo de esta estación. Quienes no lo sepan de antemano, seguro que se llevan toda una sorpresa al pasar por Ópera, donde se puede encontrar un museo arqueológico con los restos del Acueducto de Amaniel, la Alcantarilla del Arenal y la Fuente de los Caños del Peral.
En Pacífico se encuentra la Nave de Motores, la maquinaria con la que el metro se ponía en marcha en 1922 y aquí también puede verse un vestíbulo que conserva la estética que tenía el metro en 1920, aunque ya está en desuso. En Retiro hay un mural elaborado por Mingote, un espectáculo para la vista que podemos ver solo con bajarnos del tren en esa estación y en Tirso de Molina hay un escudo de la ciudad elaborado en bronce.
Detalles del pasado que todavía tienen un hueco y no pequeño en el presente, que nos ayudan a comprender un poco cómo han cambiado las cosas, admirando el detalle del pasado y siendo conscientes de la importancia que tiene conservar todos estos secretos, aunque solo sea para admirar la belleza que las cosas tenían en el pasado.