La historia nos regala momentos curiosos, algunos que merece la pena recordar y otros que no hay que olvidar, porque de todos ellos se aprende. También hace que algunos pueblos que podrían pasar desapercibidos tengan para siempre su lugar en la historia, ya sea porque se han convertido en escenario de una batalla, porque vieron nacer a un hombre o mujer notable o, como en el caso de Tazones, porque vieron desembarcar por primera vez a uno de los Reyes más conocidos de España.
Carlos I de España y V de Alemania era hijo de Juana I de Castilla (hija de los Reyes Católicos) y Felipe ‘El Hermoso’. Tras la muerte de su padre, recibió Holanda, Luxemburgo, Artois y el Franco Condado; fue con la muerte de su abuelo materno que se convirtió en Rey de Aragón, Navarra, Castilla, Nápoles, Sicilia, Cerdeña, y los territorios conquistados en América. Cuando murió su abuelo paterno fue elegido emperador de Alemania.
Nacido en Gante (Flandes, Bélgica) en el año 1500, llegó a España por primera vez a los 17 años, ya convertido en monarca, pisaba tierras españolas por primera vez. Lo hacía tras un viaje de doce días en el que el tiempo no había jugado a su favor. De hecho, el plan inicial era desembarcar en Santander (y llegar en menos de una semana, algo que tampoco pudo ser), pero el estado del mar les hizo tener que atracar frente a la costa asturiana, en el puerto de Tazones.
En Tazones pensaron que estaban sufriendo un ataque enemigo, al fin y al cabo unos 40 barcos estaban llegando a su costa y España estaba sin Rey (Carlos acudía para reclamar su trono tras la muerte de su abuelo, del que era heredero porque su madre estaba encerrada en Tordesillas, al ser considerada incapaz de reinar); los recién llegados tampoco tenían muy claro qué estaba pasando, ellos pensaban que estaban en Vizcaya.
Llegaron a Tazones, pero a pesar de la hospitalidad de la gente del lugar, no había espacio para todos, por lo que tuvieron que desplazarse a Villaviciosa para poder alojarse. Allí se quedaron tres días, hasta que pudieron organizar la mejor manera de continuar con el viaje, mientras que los barcos continuaron por mar, el monarca optó por seguir su viaje por tierra firme.
Esta curiosa anécdota ha dado lugar a la Fiesta del Desembarco de Carlos V, que se celebra desde hace mucho tiempo y que recrea este histórico momento. No obstante, la visita merece la pena aunque no coincida con sus fiestas, pudiendo ver de primera mano este pequeño rincón de Asturias. El visitante puede ver los barrios de pescadores o disfrutar de su playa y el yacimiento que esconde, si la marea está baja se pueden ver huellas de dinosaurio.
El puerto es parada obligada, por motivos evidentes, como también su faro, que deja unas espectaculares vistas. Si te acercas a la zona, lo mejor es aprovechar para disfrutar de su gastronomía, donde el arroz y el marisco tienen un lugar destacado.