En épocas de vacaciones siempre surge el temor de dejar la casa demasiado tiempo sola, lo que podría provocar que sufriéramos algún tipo de robo. Lo cierto es que esto podría suceder en cualquier momento (o no llegar a pasar nunca), pero es cuando pasamos largas temporadas fuera de casa cuando más tememos por la seguridad de nuestros objetos personales.
Los ladrones se las saben todas, son capaces de colarse en cualquier parte y llevarse lo que más les conviene, pero eso no quiere decir que tengamos que ponérselo sencillo. No es raro aprovechar algunos de los rincones más recónditos de la casa para esconder esos objetos a los que tenemos especial cariño o ese dinero que tenemos en casa por si acaso ocurriera un imprevisto.
Puede que no sirva para nada e igualmente lo encuentren y se lo lleven, pero no es mala idea ponérselo un poco complicado y que llevarse lo que para ellos no significa nada y para nosotros puede ser un mundo les resulte mucho más complicado. Hay algunos lugares que pueden convertirse en el escondite perfecto para ello.
Hay objetos de valor que siempre están a la vista, pocos lugares en nuestro hogar pueden ocultar un televisor o un ordenador, pero hay otros que son más pequeños y con los que seguramente tengamos una mayor conexión emocional que no nos apetece perder (los otros tampoco, en realidad), porque no son sustituibles. Por eso, hay algunos lugares en los que podemos ocultarlos, con la esperanza, primero de que no entre nadie en nuestra casa a robar y, en caso de que eso suceda, que pasen desapercibidos y podamos tenerlos por siempre.
En la cocina hay algunos lugares que pueden ser más seguros que otros, por ejemplo, dentro del horno no parece un lugar demasiado seguro, pues el acceso es sencillo, pero no es muy probable que se lleven las latas de conserva o busquen dobles fondos en los cajones.
También pueden aprovecharse los trucos clásicos, como los libros huecos en las estanterías, algo que hemos visto en innumerables películas. Siguiendo la estela de emplear elementos falsos, los falsos enchufes o tomas de corriente pueden convertirse en un escondite perfecto para algunas cosas, como también los falsos conductos de ventilación.
Detrás de cuadros y espejos suelen instalarse cajas de seguridad, aunque nadie te asegura de que no se den cuenta de su presencia, por lo menos hace un poco más complicado que se puedan llevar lo que hay dentro, pues en general, buscan que sea algo rápido y que no les lleve demasiado tiempo.
Por eso también es frecuente usar los juguetes de los niños (que no las huchas) o las esquinas altas de los armarios, sobre todo si se disimula y oculta con cajas o ropa. Casi cualquier lugar que esté un poco escondido puede ser útil, pero por supuesto es importante acordarnos bien de dónde escondemos las cosas, porque si se nos olvida dónde lo tenemos, no necesitaremos que entren a robarlo para perderlo.