Por muchos detractores que tengan, las colonias felinas son una solución de vida para muchos gatos que viven en la calle. No todos los amantes de los animales pueden permitirse adoptar o acoger gatos sin hogar y, por ello, hermanarse para cuidarlos, de forma altruista, higiénica y organizada, es un salvavidas eficaz. Desde 'Velilla Gatuna', una asociación sin ánimo de lucro de la localidad madrileña Velilla de San Antonio, nos explican cómo funcionan este tipo de colonias ferales o protegidas:
“Nosotros localizamos y nos ganamos la confianza de los gatos con una rutina de alimentos y de visitas. Cuando podemos, les capturamos, les curamos y esterilizamos y les devolvemos a su colonia. Desde ese momento, una persona voluntaria se encarga de darles comida cada pocos días, vigilar su estado y, si hace falta, llevarlos al veterinario”, afirman, con el orgullo de llevar a cabo un "servicio social" en pro de seres desprotegidos como los gatos callejeros.
Sin embargo, no todo el mundo lo ve así. A la carga mental que supone para las voluntarias el hecho de estar preocupadas por unos gatitos que nunca saben si "sobrevivirán" una noche más o en qué condiciones les encontrarán al día siguiente, se suma la presión social a la que se ven sometidas por sus vecinos más cercanos. "Sufrimos el machaque de muchas personas por el mero hecho de alimentar y cuidar gatos que, si están en la calle, es porque han sido abandonados y cuyas camadas se han descontrolado", apuntan de inicio desde Velilla Gatuna.
Las voluntarias, denuncian, por tanto, la "presión" a la que se ven sometidas, no sólo por la "dependencia psicológica" que desarrollan en cuanto a los animales que viven a la intemperie, sino por acciones tan deplorables como las que aquí exponen:
"Ha habido ocasiones en las que los vecinos se han orinado en los comederos, nos los han volcado o, directamente nos han robado el pienso. 50 kilos de comida que cuestan 60 euros y que, muchas veces salen del bolsillo de la propia alimentadora. Hemos recibido amenazas de gente que nos dice que van a matar a los gatos y nos los hemos encontrado con lesiones repetitivas, cuando lo único que pretendemos es darles calidad de vida".
De una vez por todas, estas mujeres quieren que se acabe con la estigmatización y la idea de que son "cuatro locas que van echando comidas por las esquinas", al igual que con los mitos que rodean a los gatos callejeros, como que son "un imán para las ratas", "contagian enfermedades" o "se comen la basura". Gracias a su labor, todos ellos están vacunados y esterilizados por lo que piden que, si tanto preocupan esas contrariedades, les dejen seguir haciendo su trabajo, en paz y empatía.
En Rivas, una localidad cercana, el Ayuntamiento ha llevado a cabo una jornada de talleres liderados por Victoria Lacalle, para brindar apoyo psicológico a las cuidadoras de las colonias felinas. Gracias a la nueva Ley del Bienestar Animal, instituciones como ésta empiezan a involucrarse en la lacra del abandono y a preocuparse por ciudadanas y ciudadanos comunes que compaginan sus vidas y su trabajo con el cuidado de los animales más desfavorecidos.
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